ALGUIEN QUE EN MEDIO DEL MIEDO TE TOMA DE LA MANO
Después de una noche de peleas, gritos y maldades, salgo corriendo a casa de una amiga para no ver lo que sucede en mi casa. Una hora más tarde, sin sospechar que mis padres aún no habían dado señales de vida ni cogían el teléfono, volvemos para ver qué está pasando. Al doblar la esquina y entrar en la calle principal que lleva a mi casa, miro a los ojos a mi amiga: en nuestros rostros se puede leer una ligera preocupación.
La calle está más iluminada que de costumbre, la gente está fuera de sus casas, murmurando, pero al vernos, enmudecen. No sabemos qué sucede, pero nuestros corazones laten a mil por hora. Al entrar por la estrecha calle peatonal que lleva a los jardines que rodean mi casa, vemos una luz azul: es una ambulancia. Alrededor, coches, gente, agentes de policía, periodistas en silencio que dejan escapar pequeñas lágrimas de dolor e incredulidad. Nadie quiere decirme qué está sucediendo. En torno a mí solo veo personas que me quieren abrazar. Temo por mi madre, ¿es que le ha pasado algo? No consigo obtener respuesta alguna…
Horas después me entero de lo que ha sucedido: mis padres han muerto. Muertos en una tragedia que nadie habría podido prever: mi padre, dominado por un acceso de ira, había apuñalado a mi madre y después, al darse cuenta de su acción, decidió alcanzarla y permanecer con ella para siempre.
No tengo recuerdos concretos de aquella noche, en aquel momento no logré hacer ni decir nada. Creo que nunca he tenido tanto miedo a lo desconocido como en aquel momento. Aquella chica en medio del jardín, incapaz de moverse, de sostener la mirada de las personas que la rodeaban, empezó a sentir cercano a Alguien. Alguien que la sostuvo todo el tiempo. Alguien que en aquel momento la tomó de la mano y ya no la dejó.
Ahora me siento totalmente sostenida, llena de una fuerza y una alegría que antes de aquel día nunca había sentido. Sé que nunca más volveré a ver los ojos de mi madre, sé que nunca más sentiré el bigote de mi padre rozando mi mejilla, pero sé que lo que he vivido nunca se perderá. Sé que lo que mis padres me han dado con el Bautismo es capaz de ayudarme y hacerme sentir viva en todo momento.
No faltan los momentos de desánimo, no puedo decir que sea plenamente feliz, aún me siento frágil, pero tengo certezas, sé que no estoy sola. Como me recordaba un amigo, tener certezas firmes a las que anclarse en los momentos de dificultad es la única manera de mantener la cabeza alta. Los problemas seguirán llegando, pero si mis certezas están asentadas en tierra firme, podré afrontarlas. Pero hay que custodiarlas para que no se marchiten. Y los amigos son precisamente para esto: para recordar que ya nunca estás solo.
En este tiempo, tengo especial necesidad de sentir la presencia de alguien a mi lado. Mi suerte es que siempre hay un amigo dispuesto a tenderme su mano, aunque sean las dos de la madrugada, cuando el miedo prevalece sobre cualquier otro sentimiento y ofusca mi razón. La certeza de tener adultos y personas de mi edad al lado hace que esta flor que es la vida no se marchite, que ni uno de sus pétalos – que son las certezas – se pierda.
Ésta fue la provocación del Meeting de Rimini de este año, las últimas vacaciones junto a mi madre: «Lo que sucede está en manos de Alguien que nos ama». ¿Cómo no creer en ello después de estos tres meses? La voluntad de mirar el mundo con una sonrisa prevalece sobre cualquier otra cosa, nada sucede por casualidad. Sobre todo si Él está a mi lado, si le tengo a Él, que llena el corazón.
Carta firmada
¿VOS QUERÉIS SER MI PADRE?
Una chica universitaria argentina lleva tres meses en la clínica del Padre Aldo Trento. Es enfermera y trabaja como voluntaria.
Hoy me despertaron a primera hora de la mañana para que fuera a cuidar a una de las nuevas nenas de Chiquitunga (casa de adolescentes) porque la habían internado en un hospital. Ella tiene 12 años y está embarazada de 8 meses, fruto de alguna de las varias violaciones que sufrió. Pasar todo el día con ella fue impresionante. Primero, me produjo un gran dolor ver su situación, ver que apenas es una niña, y también ver la situación de los otros enfermos, gente muy humilde que no tiene ni para comer ni para volverse a sus provincias, cuando les den el alta. En el hospital, aunque la atendían bien, había una mugre tremenda, con decir que nadie limpió en todo el día (al baño ya no se podía ni entrar). Pero después, me llamó mucho la atención que ella todo el tiempo preguntaba por el P. Aldo, para ver si iba a venir a visitarla. Al final, escribí para que le avisen y para ver si, después de las misas, podía pasar a verla. Me impresionó que todo el día la nena estuvo atenta a cualquier señal de su posible visita. Por la tarde, llegó el P. Aldo y ella saltó de la cama y lo abrazó fuerte durante cinco minutos literales, diciendo «Hola papá, hola papá!». Después, el P. Aldo se sentó y ella seguía abrazada a él y le decía: «¡Yo nunca tuve papá. ¿Vos queréis ser mi padre?». Y todo el tiempo le repetía que lo quiere mucho y le acariciaba el pelo. El P. Aldo dijo dos cosas en ese momento que me impactaron: «¡Qué impresionante lo que pasa cuando uno tiene el deseo de un Padre!»; y la otra, dirigiéndose a la niña: «¿Viste? Dios te hizo sufrir mucho, pero ahora te da cosas buenas que nunca hubieras imaginado, y no te falta nada». Al vivir en Cristo, pudo decirle estas palabras a una nena embarazada. Sus palabras de ánimo no sonaban formales o vacías; hasta podrían haber aparecido ridículas frente a la situación, en cambio fueron totalmente justas y verdaderas. ¡Cómo deseo la tensión de esta nena, llegada de la campaña, muy pobre, pero con una tensión hacia “su padre” con un deseo de seguirlo en todo! Quiere llamar a su hija, Alda Lucia, pensando en el P. Aldo. Más allá de que se me caían las lágrimas frente a esa imagen, lo que me abrió es una herida enorme por el deseo de apegarme a mi Padre, de amarlo, de vivir en tensión hacia Él, como esta niña me ha enseñado con su actitud hacia el P. Aldo.
Vicky
EL TIEMPO DE LA PERFECTA ALEGRÍA
El domingo pasado tuvimos retiro de Adviento. Al fin, he entendido qué es sentir las palabras de don Giussani y hacer experiencia. Yo estaba muy dolida por la partida de mi esposo, no comprendía por qué se fue. Por qué Dios me lo había quitado, dando un giro muy fuerte a mi existencia. Por la mañana, cuando amanecía, jamás le agradecía a Dios por tener un día más de vida; al contrario, me daba pereza hacer las mismas cosas de siempre. Pensaba: «Otro día más y siempre es lo mismo. ¡Que tedio era vivir así!». Tenía problemas con mis hijos, me sentía muy sola, una madre incomprendida y abandonada. Cuando mi hijo empezó a ir a CL, noté su cambio. Me pregunté: ¿qué es esto que está cambiando a mi hijo? El me invitó a la Escuela de comunidad, y quise ir, porque necesitaba tanto que me rescataran de la pobre vida que llevaba. Pero yo quería que por arte de magia cambiara todo y, al ver que no era así, me desesperaba. Vino la suspensión del curso, y la invitación a reunirnos en la casa de unos amigos. Ya sabes, lo de siempre: “está lejos”, “ni los conozco”, etc., y ya no asistimos. Hasta que en este año, Christian lo invitó. De nuevo llegó maravillado mi hijo. De nuevo me sorprendió y fuimos nuevamente. Yo no entendía nada a veces, con eso de “hacer experiencia”. Pero en la asamblea me dí cuenta que yo jamás agradecía a Dios un nuevo día, que siempre me quejaba de todo, que si hacía calor, que si llueve. Mi vida era tediosa. Me faltaba la conciencia de estar frente a la realidad y ver que Dios me creó por eso. Cuando Giampiero nos habló del asombro, me maravillé de todas las cosas que tengo y no las disfrutaba. Que Dios me ama, que soy su proyecto, que me conoce desde antes de nacer, viendo las cosas asombrosas que hay; una rosa, una gota de lluvia, la sonrisa de un bebé. Impactándome la realidad, despertando a mi yo. En el retiro fue algo extraordinario darme cuenta que Dios no se olvida de mí, que en mi soledad, en mi dolor está Él, porque nadie será igual a mí. Ahora hago juicios no tan severos y soy más flexible. Realizo mis labores cotidianas con más amor, hasta las veo bellas porque ha despertado mi yo. Y todo gracias a la Escuela de Comunidad, que para mí ya es una necesidad, es mi alimento espiritual. Me gusta mucho la frase de Santa Teresa de Ávila: «La paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta». Y el Adviento es el tiempo de la perfecta alegría, debemos tener siempre esto en nuestros corazones. La alegría que Dios nos ama tal como somos. No puedo siquiera imaginarme vivir sin Él.
Luz María, Puebla (México)
UN SUSURRO
Vivo en un país extranjero y muchas veces me veo vencida por el límite del idioma, el pensar que tantas veces invito a la gente a mi casa, pero luego no se ni cruzar dos palabras con ellos. Entonces te preguntas de qué vale tu esfuerzo. El otro día, al constatar lo mezquina que soy, me entristecí mucho. Pero, justo en ese momento, pensé que yo soy así y que “muy a gusto presumo de mis debilidades”. Así que le dije al Señor “por favor, usa todo esto, mi mal moverme, mi límite, mi no saber hacer para que el mundo te conozca”. A los dos días fui a comer con un amigo y le conté todo esto y él me dijo una cosa que me conmovió. Me dijo: “si, es necesario un susurro…”. Yo le pregunté, ¿un susurro de qué? Y me dijo “un susurro al Señor, porque si uno hace todo y no existe este susurro de petición al Señor en el que le dices ‘hazlo Tú’ incluso el propósito más grande de santidad estaría inspirado por el amor propio, porque sería un obrar para el Señor sin el Señor, y eso no es verdadero”. Me quedé en silencio, porque era como si el mismo Señor me abrazara y me estuviera diciendo: “Bego, yo te quiero a ti, Dame tu corazón, no quiero que hagas cosas por mí, yo me encargo muy bien de hacerla”.Y me di cuenta que esto es era lo que celebrábamos en Navidad: que el Señor viene a salvarnos de la nada, y que esto es lo que deseo gritar al mundo.
Carta firmada
MÉXICO TAN LEJOS Y… ¡TAN CERCA!
Estos días he viajado a México, pues habíamos recibido una invitación a participar del Encuentro Coatza 2011 que se realizaba en la ciudad de Coatzacoalcos, con el lema “La familia un lugar que educa”. Tenían el deseo de conocer algunas experiencias de la Asociación Familias para la Acogida, para darlas a conocer en este evento público al que han asistido más de quinientas personas. También se realizó otro acto en la ciudad de Oaxaca, con un testimonio sobre los acogimientos que hemos realizado. Ha sido un viaje muy intenso, de pocos días para las distancias que tuve que recorrer, con un gran esfuerzo, incluso por parte de mi familia, pues viajé solo y faltaba en casa un integrante, debiendo recaer algunas tareas en mi esposa e hijas, sin la ayuda de las cuales no me hubiese sido posible asistir. Todos los días estuvieron llenos de sorpresas, encuentros, cenas, comidas y emociones, donde el hilo conductor ha sido poder contemplar el deseo de personas que se mueven por algo que les está sucediendo y que ven en la realidad signos de una positividad, aún dentro de las dificultades y el límite que la vida siempre conlleva. Viajé para testimoniar la belleza que es tener dos niños acogidos y he sido confirmado en este deseo, porque la experiencia de FpA es tan “universal” que conmueve a cualquiera, no es exclusiva de los que hemos acogido o adoptado, es para todos. Me encontré con una realidad muy distinta de lo que pensaba antes de viajar, pues he visto gente con una sencillez de corazón y una estima por la vida de otros, muy impactante, gente “en movimiento”. Me han acogido de una forma impresionante, con atenciones hacia mí que me conmovían permanentemente; me he sentido como en casa, esto lo define muy bien. También he podido confirmar una vez más lo que nos dijo un sacerdote en un encuentro de Familias para la Acogida: «Vosotros no sois los expertos en acogida, sois aquellos que aceptáis ser educados en la acogida, y el Espíritu ha puesto dentro vuestro esta disponibilidad a ser educados». Debo decir que sigo siendo educado constantemente, y este viaje ha sido como un “examen” muy importante en este camino educativo hacia la gratuidad tan deseada. La lejanía de estas tierras hoy me parece una cercanía. El vínculo que ha crecido entre algunos ha vencido el aparente límite de la distancia, existe “algo” que no se rompe ni se deteriora por estar en dos continentes distintos: este “algo” es la relación con Cristo, que se concreta también en mensajes a través de las redes sociales, correos electrónicos y relaciones que me hacen sentir que aún permanezco con ellos, que estamos cerca.
Pablo, Alcalá de Henares / Madrid (España)
CON DON BOSCO Y DON GIUSSANI
Con motivo de participar en el retiro de Adviento, encontré razonable hacer un balance de lo que significó para mi crecimiento espiritual, la concurrencia a la Escuela de comunidad de Comunión y Liberación, cumplidos tres años desde que comencé. Antes de que muchos de ustedes nacieran ya estaba transitando por los caminos de la Iglesia de la mano de don Bosco. Ahora puedo decir que he comenzado a conocer a Cristo y a su mensaje, el de un Dios que no quiere quedar distante del hombre y en Cristo se acerca y está entre nosotros, aquí y ahora. Cristo se acerca a nosotros en muchas formas: en los cuerpos rotos de los pobres, viene igualmente en los ricos que se abrazan en la soledad de sus propias riquezas, viene en los corazones solitarios cuando no hay alguien que les ofrezca un poco de amor. He aprendido a no temer amar al prójimo hasta que duela, pues el amor de Jesús para nosotros lo llevó hasta la muerte en la Cruz. Dios no pretende de nosotros que no tengamos errores, sólo nos pide que seamos fieles. A los ojos de Dios no son los resultados lo que cuenta, lo importante para Él es la fidelidad y que pongamos toda nuestra confianza en Él. Eso basta. En Cristo está toda la esperanza de mi vida. Quiero terminar con unas palabras de santa Teresa de Calcuta, en sus conversaciones con Jesús: «¿Queréis mis manos para pasar este día ayudando a los pobres y enfermos que lo necesiten? Señor hoy te doy mis manos. / Señor, ¿queréis mis pies para pasar este día visitando a aquellos que tienen necesidad de un amigo? Señor, hoy te doy mis pies. / Señor, ¿queréis mi voz para pasar este día hablando con aquellos que necesitan Palabras de amor? Señor te doy mi voz. / Señor, ¿queréis mi corazón para pasar este día amando a cada hombre solo porque es un hombre? Señor, hoy te doy mi corazón». El mundo necesita este Amor. Ha llegado la hora de llevar el mensaje de Cristo a todos, a los dirigentes y a los oprimidos, a todos aquellos cuya humanidad parece perdida en el misterio de la iniquidad. El mensaje es capaz de llenar los corazones de esperanza y pasar a ser el fundamento de la nueva civilización, la civilización del amor.
Hugo, La Plata (Argentina)
POR PRIMERA VEZ JUNTOS
Hemos empezado a colaborar con el Banco de Alimentos en París. La idea nació de una amiga del CLU que nos propuso hacer este gesto juntos, movida por la amistad con una familia italiana con la que solía hacerlo en Milán, y sobre todo por el deseo de volver a descubrir Quién responde a su necesidad.
Llamamos a la delegación francesa del Banco de Alimentos, preguntando si podíamos echar una mano. Dimos nuestra disponibilidad y participamos todos, pues ampliamos la propuesta también a los adultos de nuestra comunidad. Era la primera vez que lo hacíamos en París.
Entre los muchos acontecimientos que sucedieron, nos impresionaron los niños scout que se sumaron a la iniciativa. Y los suegros italianos de una de nosotros, que vinieron a pasar dos días en París y decidieron dedicar una tarde entera al Banco. No hablaban ni media palabra de francés, por lo que se limitaron a hacer cajas y a decir «merci» a la gente que llevaba las bolsas.
En la propuesta participaron también otros amigos, compañeros de clase, padres de los scout que se quedaron a ayudarnos. Hubo muchos encuentros. Kader, un joven musulmán tunecino, que después de leer el manifiesto de diez líneas que habíamos preparado, colaboró con nosotros y nos preguntó quiénes éramos. Nos contó su historia y nos preguntó si podría participar el próximo año.
Ponernos manos a la obra nos ha ayudado a mirar la realidad como una posibilidad de cambio para nosotros: todo cambia cuando me doy cuenta de a Quién estoy respondiendo. La realidad me interroga: cuando más deseo, más necesito que mi razón crezca, para que pueda adherirme a lo que veo, sin hacer discursos, sino buscando la verdad de mi humanidad.
¿Cómo podemos experimentar que la realidad es lo que nos sorprende? Sólo si lo que hemos vivido en esta iniciativa con el Banco de Alimentos continúa, con formas diversas. De esta manera, hablar de Jesús no será una etiqueta o un sentimiento, sino una experiencia continua.
Los universitarios de París
UNA TARDE ESTUDIANDO LOS VERBOS
Una tarde estuve ayudando a mi hijo a preparar un examen de griego. Partíamos del verbo en italiano y él me decía todo el paradigma. Cuando llegamos al verbo “juzgar”, me dice el paradigma y añade: «Mamá, ¿sabes que ésta es la raíz de las palabras crisis y criticar?». Ante mí se abrió un horizonte inesperado, en estos días en que tanto se abusa de la palabra crisis (no solo para describir la coyuntura económica, sino también para hablar de uno mismo).
Pensar que éste sea un término ligado a juzgar cambia radicalmente mi posición: de la identificación escandalizada y un poco dogmática de todo el límite que me rodea, a la conciencia de que el momento de la crisis (sea global o personal) coincide siempre con el momento del juicio, es decir, del reconocimiento de aquello que afecta a mi corazón. Y descubro entonces que el escándalo me paraliza, mientras que el juicio me hace volver a empezar.
Chiara (Milán)
Campaña de Navidad
QUINIENTOS KILÓMETROS PARA CANTAR
Llego un cuarto de hora antes del concierto del coro organizado para colaborar en la Campaña de Navidad y descubro que los cantantes ya habían llegado el viernes para ensayar el sábado. Es algo que me asombra, pues vienen de toda Alemania. Esperaba ver a una parte del coro del suroeste de Alemania; sin embargo veo a Chiara, la mujer de Richard, que vive casi 500 kilómetros al norte. Su presencia me sorprende. También hay una chica de Berlín que le había pedido a su marido hacer este viaje como regalo. En total son más de treinta.
El lugar tiene un significado particular: es “el” lugar mariano de la zona. El coro canta conmovido (y por tanto de forma conmovedora). Se ve inmediatamente que no cantan solo para el público, su canto es claramente una oración. Están contentos, son testigos de aquello que cantan. Aunque no hubiera nadie en la iglesia, para ellos sería igualmente una experiencia de belleza. Regalan a los que les escuchan más de lo que éstos podrían darles como ofrenda. Regalan un testimonio de la profundidad del Misterio presente. Comunican la razón profunda de nuestras obras: la conmoción que nace de una belleza y de una verdad que tocan el corazón.
La Campaña de Navidad es en primer lugar para quien la hace, y por eso es ocasión de misión – no en África, sino aquí, y por eso es una ayuda para la misión de los amigos que están en África, porque este testimonio implica a los que lo escuchan en una oración llena de estupor. Esto lo entendí al escucharles. Como una sorpresa.
Fue un gesto de la comunidad de Stuttgart que movió a muchos de Alemania entera. El horizonte no era Stuttgart, sino toda la amplitud de nuestra experiencia.
Martin, Eichstätt (Alemania)
LA ORACIÓN DE LA MAÑANA
Después de una cena de mi pequeño grupo de Fraternidad a la que invitamos a Carras, sentí que solo tenía que ceder al atractivo que me había suscitado escucharle hablar de su vida y cómo respondía a nuestras preguntas. Esta mañana, presa del entusiasmo, sentí la necesidad de pedir a Jesús que me hiciera más sencilla, más valiente, más llena de certezas, más inteligente, más, más más… En resumen, al final me di cuenta de que estaba pidiendo ser lo contrario de lo que soy. Entonces dije: si quieres, puedes hacerme así, pero si tengo que seguir siendo tan limitada y miserable, haz, oh Dios, que sea tuya, y que tu gloria se manifieste en la forma en que estoy hecha. Y así me sentí libre.
Sandra, Milán (Italia)
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón