Tras las cinco mil víctimas de la epidemia del pasado mes de octubre, Haití sufre otro azote del cólera. Las condiciones higiénicas en los campos de refugiados son extremadamente difíciles y la estación de las lluvias lo empeora todo, arrastrando juntos desechos y microbios. Ha pasado año y medio del terremoto del 12 de enero de 2010. «Las normas internacionales y nacionales prevén que, con el tiempo, se desmantelen las estructuras de emergencia, la distribución de alimentos y agua, y la acogida temporánea», explican los voluntarios de AVSI, que lleva en la isla desde 1999. «Pero el pueblo de Haití quiere volver a empezar de nuevo. Por ello, es necesario trabajar con las personas, más que con los medios materiales. Reconstruir a la persona es un camino muy largo, pero ciertamente el único eficaz».
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