La situación en el estado mexicano de Oaxaca sigue revuelta. Difícil alcanzar un acuerdo que satisfaga a los insurgentes. Mientras tanto, muchos trabajan para que las consecuencias del paro no resulten nefastas para el pueblo, en particular para los jóvenes que no pueden acudir a las escuelas
El estado mexicano de Oaxaca al sur de México, es uno de los más pobres y llenos de contrastes de la República Mexicana. Rodeado de bellezas naturales: tiene mar, desierto, montañas y valles. Su artesanía es rica y variada, su tradición gastronómica y bailes regionales, también. Está dividido en 572 municipios dentro de 7 regiones. La población es indígena y mestiza, hablando 16 dialectos y las lenguas Zapoteco y Mixteco. Hoy en día, el estado sufre un grave problema de inestabilidad que gira en torno al problema del “paro de los maestros”. Este conflicto se inició desde hace cinco meses y ha puesto en evidencia la inconsistencia de las prácticas y métodos políticos del PRI (el partido que por décadas ha gobernado el Estado y que hoy está en decadencia). Hace 26 años, la educación fue descentralizada y desde entonces, es responsabilidad de los estados. En la ciudad de Oaxaca, casi como un ritual, cada año en el mes de mayo se realizan paros y plantones en la ciudad por parte de los maestros. Lo cual se ha vuelto una especie de método tradicional de diálogo con el gobierno del Estado. Cabe mencionar que en México el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), alberga a casi el 100% de los maestros de las escuelas públicas de los niveles básicos y medio.
Monopolio de la educación
En el caso concreto de Oaxaca existe además la Coordinación Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que alberga a todos los maestros oaxaqueños y forma parte del sindicato. Los lineamientos y las acciones de este organismo se basan en una corriente ideológica marxista. En la práctica, funciona como monopolio laboral de la educación, pues es la que dicta los criterios de control de sus agremiados, asignación de puestos de trabajo, etc. Todo esto con el consentimiento y aval del gobierno en turno, que sigue siendo priísta.
El pasado 22 de mayo los maestros tomaron el centro de la ciudad en demanda de una exigencia salarial respaldada también por la petición de reubicación. Sabiendo de antemano que esta demanda no era competencia del gobierno estatal. A falta de un acuerdo satisfactorio y ante la negativa de volver a clases, el gobernador Ulises Ruiz realizó un intento fallido de desalojo, situación que se le revirtió. Esta acción motivó que se unieran a la corriente otros grupos del mismo corte ideológico y se autonombraron como la APPO (Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca).
La APPO ha asumido el mando de las manifestaciones y ha sitiado a la ciudad con la toma de edificios públicos, quema de autobuses de trasporte, barricadas, el secuestro de estaciones de radio y pintas grotescas en toda la ciudad que no expresan más que odio y desprecio al gobernador. Ellos piden su destitución al sentirse lastimados por sus acciones que van acompañadas de una solicitud al Gobierno federal del uso de la fuerza como salida al conflicto.
Radicalización de las posturas
Ante el desconocimiento de las autoridades estatales, la APPO y los maestros mantienen desde algunas semanas junto con el gobierno federal un diálogo. Sin embargo, por más intentos que se han hecho, el diálogo ha quedado suspendido por la radicalización de las posturas de los contestatarios. Ellos asocian cualquier intento de llegar a acuerdos con el fracaso de su lucha y han hecho su única demanda la destitución de Ulises Ruiz.
La medida de presión más reciente de la APPO y los maestros ha sido una marcha hacia la ciudad de México para llevar al Senado de la República su demanda, ya que es la única autoridad con capacidad para cesar a un gobernador de sus funciones. Por contraste, Ulises Ruiz ha dado un ultimátum exigiendo a los maestros el regreso a clases el 25 de septiembre. Ha hecho declaraciones en la dirección de amenazar a los maestros con ser sustituidos en sus puestos si no retornan a sus labores.
Urge una solución
Este es el panorama actual que vive la ciudad de Oaxaca. Es innegable que existe un gran descontento hacia el gobierno que ha reinado en las últimas siete décadas, pero es verdad también que este movimiento es consecuencia de las mismas prácticas establecidas de antemano por el mismo sistema de gobierno. Aunque la revuelta es multitudinaria, no se trata de un movimiento popular.
El pueblo que conforma la sociedad civil es quien padece en sus carnes los efectos de este conflicto. Un pueblo que mira como espectador una lucha que se prolonga indefinidamente. Y así, como un intento desesperado, se ha programado un paro general por parte de los comerciantes. Este paro se hace con el fin de llamar la atención a las partes involucradas y suscitar un diálogo entre hombres razonables. Y precisamente por lealtad a la razón, procuran mirar la realidad dolorosa que vive Oaxaca sin prejuicios, más allá de intereses partidistas o ideológicos. Urge una solución al conflicto por el alto costo que está pagando la población: niños y jóvenes privados de la instrucción elemental, cierre de fuentes de trabajo, despidos, pérdidas económicas millonarias pero, sobre todo, el que la población civil sea un rehén de su propio hogar.
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MANOS A LA OBRA
En medio de las manifestaciones y las protestas en Oaxaca algunas personas, desde su pertenencia a CL, responden en primera persona tratando de ofrecer a la ciudad su ayuda y su trabajo cotidiano
Soy maestra de educación media superior en Oaxaca desde hace más de 30 años y siempre vi el dar clases como un trabajo más entre otros, hasta que llegué a CL, donde descubrí el valor tan grande de mi tarea que me permite ser sembradora del Misterio en el corazón de los jóvenes que el Señor ha puesto en mi camino. Lo que he aprendido en CL me permitió, además de valorar y amar más mi trabajo, comprender mejor a esos adolescentes inquietos que a fin de cuentas buscan a ciegas lo mismo que yo. Ante lo que vivo en Oaxaca el sentimiento predominante es dolor y enojo por ver a mi ciudad destrozada, sucia e intransitable, por la gente desempleada o sin ingresos, por los negocios que tienen que cerrar, porque los ciudadanos tienen que hacerse justicia por propia mano culpando a unos y a otros y esperando que “alguien” resuelva el problema, aunque ya no esperan mucho de nadie; en pocas palabras, viviendo en la desesperanza. Me duele sobre todo el daño a la niñez y a la juventud de Oaxaca por la falta de clases, sin que los que se dicen “redentores del pueblo” tomen conciencia de ello, porque ni los niños ni México se merecen una omisión como ésta. Paradójicamente, sin embargo, yo vivo en paz, porque sé que aunque no lo pueda entender en este momento, todo tiene un por qué. Si tú me lo das, Cristo, yo lo abrazo. En este no dar clases estoy dando mi “sí” a Cristo. Si esto hubiera sucedido hace algunos años, antes de llegar a CL, yo sería parte de los desesperanzados; sin embargo, ahora pido ser un humilde instrumento para transmitir a otros la certeza que no nos abandona y que en medio de este caos tal vez lo que quiere es que volvamos el rostro y lo miremos a Él. Por ello vuelvo a repetir mi “sí” a Cristo cada mañana, y cuando pido por la paz en mi ciudad y en mi país, como la Virgen repito: “Hágase en mí y en Oaxaca según tu palabra”.
Carta firmada
Tengo una casa de huéspedes y una tienda de artesanías; en la esquina pusieron desde hace meses una barricada. No se puede caminar libremente, por supuesto que los carros no pasan. Por las noches me llega el olor a llanta quemada, voces, carreras, gritos es lo que escucho. Cuando fue el desalojo, me tocó respirar el gas lacrimógeno, viví horas de gran tensión. Por las mañanas cuando voy a misa de 8:00 a.m. para reunirme con mis amigas de mi Fraternidad San José, me sorprende verme contenta y segura y al regresar miro mi casa semivacía, tengo un solo huésped (cuando antes estaba siempre llena), en mi tienda vendo en un mes lo que vendía antes en un día y, me doy cuenta que esto no me determina; vienen a mí las palabras de don Giussani: «Se vive por amor de algo que esta sucediendo ahora». En estas circunstancias puedo sentirme abrazada por la presencia de Cristo que se manifiesta a través de mis amigos. Muchos a mí alrededor me preguntan cómo puedo vivir así y yo los invito a la Escuela de comunidad. El domingo, escuchando la misa en la catedral, nuestro arzobispo dijo: «Debemos volver a rezar el Angelus al medio día por la paz de Oaxaca». La alarma de mi celular suena a las doce del día para rezarlo, el día de ayer estaba en la sala de espera del Hospital del Seguro Social e invité a la enfermera y me asombró que no solamente ella contestó que sí, sino que invitó a otras compañeras, diciéndome que no se sabían esa oración. Se lo escribí y lo rezamos juntas. Lo mismo sucedió con Don Manuel artesano de tapete de lana que al comentarle la propuesta del señor arzobispo y diciéndole lo que don Gius me ha enseñado del sí de María me contestó que, por favor, se lo enseñara porque quería rezarlo con su familia y sus vecinos.
Beatriz Velásquez Ayala
Hoy oí por primera vez el repique de las campanas a las doce de la mañana. Sin embargo, me alarme: ¿por qué tocan hoy si solo lo hacen el domingo a las doce? En el messanger mi hermana me recuerda que es la hora del Angelus. Me siento rara, hace muchos años que no lo rezo a las doce, desde que estudiaba con las monjas. Me retiro de la computadora y comienzo a rezar, a un lado tengo una hojita con la letra del canto Reina de la Paz de Chieffo. Trato de entonar el canto que tanto me gusta, y me doy cuenta que no estoy sola, que a través de CL he podido vivir este tiempo tan inestable en Oaxaca. Los primeros días fueron de angustia indescriptible, de tristeza, con un sentimiento de perdida irreparable. Fue un encontrarme conmigo y decir: ¿a que estoy atada? ¿A la familia? ¿A la ciudad? ¿A los bienes? El dolor fue muy grande. Leer la letra del canto, me hace recordar que sola no puedo vivir, que si estoy frente a la computadora tratando de hacer mi vida, es solo porque hay gente como mis amigos, como los sacerdotes de la Fraternidad de San Carlos que acompañan. ¿Qué más puedo pedirte Señor? Sólo agradecerte que hasta el día de hoy me das todo lo que necesito a través de caras concretas, de nombres y apellidos, todos ligados a Ti, por medio de CL.
Carta firmada
Dentro del trabajo cotidiano voy a hacer visitas domiciliarias y ahí en ellas el Señor me permite percibir cuánto dolor hay en esta ciudad, que parecía a simple vista bella y ordenada y hoy que es una ciudad en problemas se aprecia destruida y se puede mirar más el dolor que antes, yo misma no percibía. Frente a la destrucción paulatina y dramática en muchos momentos de la ciudad puedo darme cuenta de que es necesario que venga Otro más grande que todos los intentos, que todos los ‘puentes’ que se tratan de hacer para que se construya. «Si el Señor no construye la ciudad en vano se cansan los albañiles», es verdad. Así también es verdad que para la reconstrucción de mi misma es exactamente lo mismo. Pido que frente a lo que vivimos hoy en Oaxaca, acontezca para mí y para todos sus habitantes el milagro de amor de Su mirada, como ha acontecido y sigue aconteciendo día a día, mediante los rostros de cada uno de mis amigos, rostro de Aquel que ha dado su vida y ha resucitado por cada uno de nosotros.
Carta firmada
Hoy nos levantamos después que durante la noche, en varias ocasiones, el ruido lejano de las armas nos ha despertado y, con cierto asombro de mi parte, por un instante me doy cuenta de qué fácil es que esto se reduzca a una molestia que espero pase pronto sin que me afecte. Sólo al iniciar el día con el Angelus y los Laúdes volví a reconocer a Jesús, el sentido de las cosas que nos salen al encuentro como presencia amiga que permite afrontar la realidad con creatividad y responsabilidad, ciertos de la victoria ya presente sobre el mal que, antes que nada, es el mío. Hoy por segundo día consecutivo no abriremos la escuela para no exponer a los niños y a sus familias al peligro y al tráfico complicado por las barricadas que están puestas en las calles de la ciudad. El pensamiento de qué les diré a los niños cuando finalmente los tendré delante de mí, que le diré a las maestras y a las mamás es la provocación a retomar el sentido de nuestra pequeña obra, la primaria Alecrim, el deseo y la responsabilidad de educar en un abrazo cabal hacia la realidad sin miedos ni conveniencias mezquinas. ¡Gracias a Dios la realidad existe! Y nos provoca a mirar más allá de ella. Sin embargo, este camino es posible gracias al hecho que con algunas familias y maestras ha nacido una unidad visible a partir de la Escuela de comunidad.
Giampiero Aquila
Estamos viviendo una situación grave de incertidumbre, intriga, violencia y la imposibilidad real de muchísimas personas para ir a sus trabajos o simplemente hacer las compras o ir a la escuela, además de la pérdida de miles de empleos. Todo en conjunto inicia una cadena de pobreza de la que hoy mismo no estamos ni lejanamente conscientes, distraídos por la movilización que día tras día nos tiene en ascuas. Ayer un joven gritó por todos nosotros: «Entonces, ¿que? ¿Qué debo hacer? Estoy dispuesto!». Expresaba el sentimiento de todos nosotros. La pregunta que nos convocaba en asamblea era: «Dentro de las circunstancias dramáticas que afrontamos en nuestro país y en nuestra ciudad, ¿es posible verificar que Cristo responde dentro de la experiencia cotidiana?». Fue un milagro que después de tantos días, me quedara claro que vivir esta situación es como un pellizco para despertar, un dolor de ver nuestras calles destrozadas que me permite comprender la desesperación y la lucha de estas personas, y que mi cómoda vida que tiene que darles una respuesta. Gracias a Dios formo parte de la obra de la Primaria Alecrim, y desde ayer, decidimos regresar a clases aunque todas las escuelas privadas permanecen cerradas y no tuvimos ningún problema. De esta manera, construimos para todos.
Gaby
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