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Huellas N.8, Septiembre 2006

IGLESIA San Benito

Entrevista a Vittadini. Constructores de civilización

a cargo de Paola Bergamini

¿Qué ha permitido a la experiencia benedictina permanecer en el tiempo y llegar a ser un factor determinante para nuestra civilización? Sobre todo una relación auténtica con la realidad

Pocos días después de que el Meeting cerrara sus puertas nos encontramos en Milán con Giorgio Vittadini, presidente de la Fundación para la Subsidiariedad, uno de los responsables de la exposición sobre las obras del movimiento benedictino.

¿Cuál es la clave de la exposición?
La obra como aproximación nueva a la realidad. El monasterio es un microcosmos en el que florece una vida nueva; ésta obedece a una forma que hace memoria de la presencia de Cristo, descubre así en la realidad aspectos hasta entonces desconocidos generando una riqueza de vida que inevitablemente “contagia” al mundo. Es más, yo diría que el tema fundamental es el del Misterio y el conocimiento.

¿Qué quiere decir?
Reconocer el Misterio no es algo que te abstrae de la realidad, sino lo que te hace advertir una dimensión de las cosas y de las relaciones con las personas que hasta ese momento no percibías. Por eso es inevitable que un hombre que vive con esta tensión tenga curiosidad por conocer todos los aspectos de la vida y a todos los hombres con los que se encuentra, sencillamente porque son el modo en el que Cristo se hace presente. Esta es la originalidad sencilla y contundente del método benedictino. En este sentido me viene a la cabeza, por analogía, lo que nos sucedió en Riccione en 1976. En aquella ocasión (De la utopía a la presencia, cf.), Giussani nos provocó profundamente. Nosotros, preocupados por lo que había que hacer para construir la Iglesia, estábamos de alguna manera ya agotados, incluso desilusionados, pero él nos reclamó al origen de nuestra experiencia: reconocer la presencia de Cristo como el origen del hacer. De aquel momento nació una vida nueva y una riqueza de obras inesperada.

Eso es lo que sucedió con los monasterios benedictinos, que a través de sus obras “cambiaron” la realidad en la que estaban inmersos.
Exactamente. Siguiendo el recorrido de la exposición se percibe el método de Dios. El Señor toma un particular para poner en marcha todo. Hace tres años pudimos ver la grandeza de la experiencia de fe benedictina a través de la descripción de la vida de los monjes en la exposición: “Un mismo cuerpo. San Benito, una tradición viva”, también preparada por los monjes de La Cascinazza; este año hemos podido ver que la fe es de por sí el hecho que con el tiempo cambia la civilización. Una experiencia particular, tan inmersa en la realidad que determina un cambio de civilización.

¿Pero qué validez tiene hoy una exposición sobre la experiencia benedictina? Para entendernos: ¿Qué tiene que ver con la vida del hombre moderno?
¡Es algo fundamental! Hoy en día nadie cree –ni siquiera los mismos católicos– que vivir hasta el fondo una experiencia cualitativamente diferente puede constituir un factor de cambio en la historia. Es la cuestión de las “minorías creativas” sobre la que insistía el entonces cardenal Ratzinger en su discurso ante el senado italiano en 2004. Una minoría que consigue relacionarse con la realidad de manera tan profunda y con una percepción tan aguda de lo que es el hombre, que cambia la historia, que crea una civilización nueva. Antes o después, inevitablemente este hecho se afirma, por encima del poder, por encima del dinero, porque plantea la relación entre el individuo y la realidad. ¿Qué es lo que san Benito comprendió? Que se había perdido precisamente una relación verdadera entre el hombre y la realidad. ¿No es esto lo que sucede hoy? Cuántas veces se oye decir: «¡Qué experiencia de fe tan hermosa!, pero la vida social y civil de una nación es otra cosa». ¡Pero, no es verdad! La exposición, al documentar todo lo que sucedió, es una provocación para la vida de cada uno de nosotros. También lo digo por la vida del movimiento, que de otra manera se reduciría a un grupo sociológicamente relevante en algunas zonas de Italia, pero que no tiene una relación concreta con la realidad. En esto consiste la pretensión cristiana, podremos ser cien o dos, construir grandes obras o quedarnos atendiendo a nuestra madre enferma y, precisamente en ese remoto lugar, se está construyendo una civilización nueva. Todo se juega en la relación con el presente, como sucedió para los monjes que no salían en toda su vida del monasterio.

¿Es un desafío?
Evidentemente. Esta exposición ha constituido para mí un desafío. La de veces que he pensado: bien, esto es lo que voy a hacer, una experiencia preciosa, pero ¿Señor cuando vas a construir tu reino? Pensando, por lo tanto, que lo que determina mi vida está lejos de aquí. ¡No!, el Reino está aquí, en la relación que tenemos con la realidad de cada día. Es un método nuevo en el que la fe hace florecer una riqueza de experiencias, de relaciones antes impensables, en las que todo tiene que ver contigo. Se sana la angustia por vivir, el miedo de no hacerlo bien, y todo se vuelve más sencillo y pacificador.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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