Asumir la inevitabilidad de un “choque de civilizaciones” refleja en Europa el mismo integrismo que el ala radical del islam utiliza para movilizar a las masas y liderar la protesta del mundo musulmán
Con la publicación del video con las imágenes recogidas en Bassora, a principios de 2004, que registran los malos tratos infligidos por soldados ingleses a cuatro jóvenes iraquíes se repite, a pequeña escala, lo que ha sucedido con las caricaturas del profeta Mahoma, publicadas por un periódico danés y posteriormente reproducidas por la prensa europea.
“Idiotas útiles”
Revindicadas con orgullo por la cultura “liberal” como expresión de libertad de prensa y de superioridad del modelo occidental sobre el islámico, estas caricaturas han ofrecido un óptimo pretexto al ala radical del islam para movilizar a las masas y liderar la protesta del mundo musulmán.
Han conseguido arrinconar las aunténticas voces “liberales” que, dentro del mundo islámico, desean un diálogo con Occidente y buscan, en medio de muchas incomprensiones, mostrar la mejor cara del islam. Hasta ese punto la apología de los que se creen los líderes de la libertad en Europa contribuye hasta ese punto con una provocación tan inútil como injustificada, a cerrar los espacios de libertad en el mundo árabe y musulmán.
Usando un lenguaje de la vieja política, se les podría definir como “idiotas útiles” que sirven indirectamente a la causa del fundamentalismo de hoy con un celo digno de mejor fin.
Espejo del integrismo
Estos líderes parecen fomentar con gusto el “choque de civilizaciones”, objeto del conocido libro de Samuel Huntington, hasta el punto de materializar lo que era una simple previsión y una tendencia. Son el espejo, la cara europea del integrismo y del fanatismo de matriz islámica. Comparten principios. Las lanzas alzadas por ambos propician víctimas inocentes como el padre Andrea Santoro, alientan la desconfianza y la hostilidad hacia las comunidades cristianas en el mundo islámico. [...] Lo quiera o no, Occidente tendrá que confrontarse con el renacimiento “político-religioso” del islam. Tras la decadencia del marxismo y el fin del bipolarismo Este-Oeste, con un crecimiento económico en otras zonas del planeta, el mundo asiste al descubrimiento y la valorización de culturas y tradiciones diferentes de las occidentales. Este proceso presta un especial interés por el mundo árabe-islámico y por el mundo asiático-oriental.
Un doble error
Con este cuadro, tendencialmente multipolar, Occidente puede favorecer el diálogo y el respeto o puede, por contra, radicalizar las tendencias antioccidentales bien presentes en el retorno a las “raíces” de las culturas extra-europeas. El caso de las caricaturas es emblemático. Llevado al ejemplo de la libertad de prensa, esto no es más que la señal de una vulgar arrogancia, la expresión de una desacralización que no se para ante nada. Se puede satirizar a los representantes religiosos, a los sacerdotes o a los ulemas, pero no a Dios o a las religiones en cuanto tales. Cada una de las personas y pueblos tiene el derecho de sentirse ofendido si su sentimiento religioso es ultrajado. El periódico danés, como ha observado Sergio Romano (Corriere della Sera, 08/02/06), ha errado doblemente: en el plano moral, burlándose de las convicciones religiosas, y en el plano político, contingente, por no darse cuenta del cuadro actual, que se enciende con el mínimo pretexto.
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