«Si se diera una educación del pueblo todos estarían mejor»
Italia se enfrenta a una gran emergencia. No es ante todo la emergencia política ni tampoco la económica –a la que todos, de la derecha a la izquierda, confían la posibilidad de “reanudar la marcha” del país–, sino algo de lo que también dependen la política y la economía. Se llama “educación”. Concierne a cada uno de nosotros, a todas las edades, porque mediante la educación se construye la persona y, por lo tanto, la sociedad. No es simplemente un problema de instrucción o inserción en el mundo del trabajo. Algo está ocurriendo que no ocurrió nunca antes: está en crisis la capacidad de una generación de adultos de educar a sus propios hijos.
Durante años, desde los nuevos púlpitos –escuelas y universidad, periódicos y televisiones– se ha predicado que la libertad es ausencia de vínculos y de historia, que se puede crecer sin pertenecer a nada ni a nadie, simplemente siguiendo el propio gusto.
Hasta el punto de que hoy es normal pensar que todo da igual, que en el fondo nada tiene valor, excepto el dinero, el poder y la posición social. Se vive como si la verdad no existiera, como si el deseo de felicidad que constituye el corazón del hombre estuviera destinado a quedar sin respuesta. Se ha negado la realidad y la esperanza de un sentido positivo de la vida. Por ello, corremos el riesgo de ver crecer una generación de chicos que se sienten huérfanos, sin padres ni maestros, obligados a caminar como sobre arenas movedizas, bloqueados frente a la vida, aburridos y a veces violentos, en todo caso en manos de las modas y del poder. Pero su aburrimiento es hijo del nuestro, su incertidumbre es hija de una cultura que ha demolido sistemáticamente las condiciones y los lugares mismos de la educación: la familia, la escuela, la Iglesia.
Educar, es decir introducir en la realidad y en su sentido, aprovechando el patrimonio que viene de nuestra tradición cultural, es posible y necesario, y es una responsabilidad de todos.
Hacen falta maestros –y existen–, que entreguen esta tradición a la libertad de los chicos, que los acompañen en una verificación llena de razones, que les enseñen a estimar y quererse a sí mismos y las cosas. Porque la educación comporta un riesgo y es siempre una relación entre dos libertades. Es un camino sintetizado en un libro crucial, fruto de la inteligencia y de la experiencia educativa de don Luigi Giussani: Educar es un riesgo. Todos hablan de capital humano y de educación; nos parece fundamental hacerlo a partir de una respuesta concreta, experimentada, posible y viva.
No es sólo una cuestión de profesionales de la enseñanza o de entendidos: proponemos a todos, a todo el que ame el bien de nuestro pueblo, adherirse a esta campaña.
Lo que está en juego es nuestro futuro.
PARA SUMARSE A LA CAMPAÑA
Italia: info@appelloeducazione.it
España: info@tiempodeeducar.org
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón