Las mujeres del Acholi Quarter se pusieron a picar piedra en Uganda para las víctimas del huracán Katrina. Enfermos terminales de SIDA ofrecen su dinero y sus oraciones. Todo ello testimonia que, más allá de cualquier tragedia, la realidad es buena
Piedras africanas
Vanessa Akello
Un luminoso jueves por la mañana nos dirigimos hacia el Acholi Quarter en el suburbio de Kireka, en Kampala, la capital de Uganda. Tomando una calle lateral, encontramos a mujeres jóvenes y ancianas partiendo piedras, algunas con los niños atados a la espalda. Con el rostro triste y empapado en sudor, las mujeres trituran rítmicamente las piedras más grandes para obtener piedras más pequeñas que venden a empresarios de la construcción. Cuando nos acercamos y les saludamos, se detiene el martilleo y sus rostros se iluminan con una sonrisa. Más tarde percibimos que también hay hombres al fondo de la cantera, intentando extraer bloques de roca. Nuestra visita a esta colina tiene por objeto asistir al acto de lanzamiento de la campaña “Una iniciativa de dos semanas”, tiempo en que se picará piedra para recaudar dinero para las víctimas del Katrina. El dinero se enviará a las víctimas del huracán, en particular a las familias evacuadas de Louisiana, (Baton Rouge y Laplace) y de Tejas (Houston) para ayudarles en sus necesidades primarias: casa, trabajo, asistencia médica y escolar. Asistieron a la ceremonia el responsable de AVSI en Uganda, doctor Filippo Ciantía, la delegada para VIH/SIDA de USAID (Agencia estadounidense para el desarrollo internacional), Amy Cunningham en representación del embajador de EEUU, las autoridades locales del distrito de Nakawa y algunos amigos del Meeting Point International y de AVSI. «Estoy conmovida por vuestro donativo, por vuestra sencillez y por vuestro corazón», dijo Amy Cunningham dirigiéndose a la gente de Kireka. «Es conmovedor comprobar que hay personas que fuera de EEUU tienen a América en el corazón».
Dirigiéndose a la gente, el doctor Ciantía dio las gracias diciendo: «Igual que los que tuvieron que abandonar sus casas por el Katrina, vosotros también tuvisteis que huir por la guerra en el Norte Uganda. Sin embargo, esto no os ha impedido ayudar a otras personas con dificultades». En respuesta a la petición del Papa Benedicto XVI, AVSI está recogiendo fondos a favor de los afectados por el huracán Katrina en Nueva Orleáns y en Mississippi. Una manera humana de reaccionar frente a desgracias como el Katrina o el terremoto de Pakistán, que se resume en las palabras de una mujer llamada Betty: «No tengo nada y lo que doy no es más que una gota. Pero unida a las otras llenará un vaso».
Colecta dominical
Pippo Ciantía, responsable AVSI en Uganda
El domingo 15 de octubre, en las misas de las iglesias católicas de la archidiócesis de Gulu, la colecta de los fieles se destinó a las víctimas del huracán. Hace dos semanas Charles Kilama, Luisa Carugati y el hermano Croce visitaron al arzobispo Odama para presentarle la iniciativa. Monseñor Odama mostró gran interés por el proyecto y decidió que durante las dos semanas siguientes, la colecta dominical de las misas de toda la archidiócesis se entregara a las víctimas de la catástrofe. La archidiócesis de Gulu comprende el territorio Acholi, es decir, los distritos de Gulu, Kitgum y Pader. El área se vio afectada durante veinte años por un conflicto que ha desplazado al 90% de la población, que se ha agrupado en poblados de chabolas. Más de un millón de personas viven en 105 de estos poblados, en condiciones míseras. ¡Estas mismas personas son las que han ofrecido su pequeña contribución para las víctimas del Katrina! ¡Y lo harán de nuevo el próximo domingo! Fuera de Kitgum, un grupo de voluntarios y personal de AVSI recogieron más de 350.000 chelines ugandeses. La semana pasada tuvo lugar en Kampala un acontecimiento extraordinario. En el suburbio de Kireka, en el llamado “Acholi Quarter”, una funcionaria de USAID en Uganda, en representación del embajador estadounidense, asistió a la entrega de 1.600.000 chelines. Las mujeres de la organización Meeting Point International, compuesta por miembros de la comunidad local, dirigidos por Rose Busingye, son las que han recaudado estos fondos. La gente de la zona es muy pobre, con un alto porcentaje de enfermos de SIDA y viven en condiciones extremadamente precarias. Se ganan la vida partiendo piedras en una cantera. Estas mujeres han ofrecido el producto de su trabajo a las víctimas del Katrina.
Kizito Omala se presentó en mi despacho junto a otros dos estudiantes como delegados de las tres clases del último año. Me entregaron 19.200 chelines, junto a varias cartas en las que expresaban su solidaridad para con las víctimas del Katrina, especialmente con los jóvenes. ¡Fue muy interesante discutir con ellos los puntos principales del manifiesto “El infinito presente en la tragedia americana”!
¡Ya hemos recogido unos 2.500 dólares! Sin embargo, el resultado más extraordinario es la reacción de la gente sencilla, personas que tuvieron que abandonar sus casas, gente que convive con el SIDA y jóvenes estudiantes. También me impresionó el testimonio de Tibo, Kizito, Samuele y de otros, que han tomado en primera persona la iniciativa convirtiéndola en una extraordinaria oportunidad de encuentro y educación en la solidaridad y en la atención hacia los demás.
BOX
Las cartas extraordinarias de cuatro mujeres que ofrecen sus ahorros y sus oraciones movidas por una gratuidad total
Agradezco la oportunidad de escribiros. Soy una voluntaria del Meeting Point International. Me causó honda tristeza la noticia del huracán Katrina y el sufrimiento que ha provocado en vuestra ciudad. Mi decisión de contribuir a ayudaros, a vosotros que habéis perdido todo, es un modo de compartir lo que os está pasando. Ruego por vosotros para que Dios pueda fortalecer vuestros corazones en este difícil momento y os acompañe. Pido también para que Dios pueda tocar muchos otros corazones e inducirlos a colaborar, aunque no os conozcan. Como persona que sabe lo que es el sufrimiento, quiero haceros saber que estoy con vosotros, sobre todo a través de la oración. Gracias.
Aber Margaret
Un saludo para todos mis amigos de América. Me llegó la noticia del huracán Katrina y siento mucho la devastación que ha provocado en vuestras vidas. Os mando mi pequeña contribución como señal de “mis lágrimas”, el llanto por lo que ha ocurrido. Me identifico con vosotros porque sé lo que significa sufrir. Estoy enferma de SIDA y sé que puedo morir en cualquier momento; sin embargo, no tengo miedo porque sé que alguien cuidará de mis hijos. También ahora, mientras os escribo, personas que no me conocen hacen posible (a través de la adopción a distancia de AVSI) que mis hijos continúen yendo a la escuela. De esta manera os hago también partícipes del amor que he recibido. Mi donativo es un signo de ese amor que otros, a los que no conozco, me ofrecieron a mí primero. Porque lo más grande de este mundo, más grande incluso que cualquier sufrimiento o enfermedad, es el amor de unos hacia otros. Gracias.
Akullu Margaret
Queridos amigos americanos: Lo que me ha llevado a colaborar en un problema que es de EEUU es el hecho de no conocer a los que me han ayudado (es beneficiaria de un proyecto para la lucha contra el SIDA sufragado por el gobierno americano, ndr.). Soy seropositiva y tengo SIDA. Me han dicho que los que me ayudan no me conocen y no puedo esperar a tener mucho dinero para empezar a colaborar. Si ahora tengo 200 chelines, os los debo dar ahora. Alguien que no conozco me ha mostrado amor y he decidido empezar hoy a compartir este amor a través de este donativo, que no es más que una gota que se unirá a otras gotas. Vosotros sois mis hermanos y hermanas y por eso compartimos los problemas, pero lo más importante que podemos compartir es el amor. Gracias.
Betty Mukatijeli
Quiero rogar por vosotros, amigos, y compartir los problemas que os afligen. Pero lo que es más importante, quisiera compartir con vosotros el amor que he recibido. Tengo muchos problemas: estoy enferma de SIDA y moriré pronto, pero sé que hay personas que conozco que cuidarán de mis hijos como están cuidando ahora de mí (los amigos del Meeting Point; ndr.). Vivo gracias a este gran amor. Quiero compartir ahora este amor con vosotros. Aquí hay personas que pertenecen a tribus diferentes pero cuidan los unos de los otros, cosa que nuestras tribus no hicieron. Este amor lo hemos aprendido y mi donativo sirve para demostrároslo. Querría estar en Nueva Orleáns para poder ofreceros mi pequeña choza y compartir con vosotros nuestra comida. Pero aunque estemos lejos, seguiremos rogando por vosotros y acordándonos de vuestros problemas. Gracias.
Flavia Kizito
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