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PARAGUAY

«Tus hijos merecen tu alegría»

Sergio Noe
11/07/2017
Julián de la Morena.
Julián de la Morena.

Con esta frase el sacerdote español Julián de la Morena, responsable del movimiento Comunión y Liberación (CL) para América Latina, abrió y cerró sus reflexiones sobre la exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia.

«Cuida tu alegría… ese niño merece tu alegría… ruega al Señor que cuide tu alegría para que puedas transmitirla a tu niño» (AL, 5, 171), son las palabras del Papa Francisco que De la Morena resaltó durante un encuentro con jóvenes, padres y docentes en el colegio Santa Catalina da Siena, en la ciudad de Lambaré (Paraguay).

«No hay proceso educativo si no hay alguien adulto que les muestre la vivencia de la alegría», puntualizó el sacerdote. Retomando las palabras del Papa, el religioso recordó que «la Iglesia debe acompañar con atención y cuidado a sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido y extraviado, dándoles de nuevo confianza y esperanza, como la luz del faro de un puerto o de una antorcha llevada en medio de la gente para iluminar a quienes han perdido el rumbo o se encuentran en medio de la tempestad. No olvidemos que, a menudo, la tarea de la Iglesia se asemeja a la de un hospital de campaña» (AL, 8, 291).

«Estamos ante una gran crisis, ante un hospital de campaña (por los heridos en el amor), por lo que la encíclica papal busca abrazar a todos», añadió De la Morena. Explicó que las ideologías de la sociedad actual muchas veces influyen a que las familias tengan miedo de que sus hijos se encuentren con realidades malas, y se llega a tal punto que las nuevas generaciones tienen temor al futuro, a enfrentar la realidad, a formar familias, entre otros aspectos.

En ese sentido retomó las palabras del Papa donde sostiene que «necesitamos encontrar las palabras, las motivaciones y los testimonios que nos ayuden a tocar las fibras más íntimas de los jóvenes, allí donde son más capaces de generosidad, de compromiso, de amor e incluso de heroísmo, para invitarles a aceptar con entusiasmo y valentía el desafío del matrimonio», ya que por diversas razones, «como la influencia de las ideologías que desvalorizan el matrimonio y la familia, la experiencia del fracaso de otras parejas a la cual ellos no quieren exponerse, el miedo hacia algo que consideran demasiado grande y sagrado, las oportunidades sociales y las ventajas económicas derivadas de la convivencia, una concepción puramente emocional y romántica del amor, el miedo de perder su libertad e independencia, el rechazo de todo lo que es concebido como institucional y burocrático» lleven al riesgo de “simplificar” el matrimonio, en una «cultura que empuja a muchos jóvenes a no poder formar una familia porque están privados de oportunidades de futuro» (AL, 2, 40).

De la Morena señaló que el miedo tiene origen en la fragilidad de las relaciones humanas, debilitadas enormemente por la falta de encuentros, por la falta de mirarnos a los ojos. «Jesús y el cristianismo no imponen nada. Proponen una conversión educativa que supone cuatro pasos: acoger, acompañar, discernir e integrar», citó el sacerdote español siguiendo la pedagogía propuesta por Francisco en la encíclica.

«Prestar atención a la realidad representa el gran desafío de las familias», ya que los educadores están para «educar las conciencias y no para sustituirlas o reemplazarlas». De la Morena considera que para educar no sirven los buenos colegios, propósitos piadosos o actividades interesantes, sino que educar implica poner al hombre frente a su conciencia, para educarlo y convertirlo en un hombre adulto.
Recordó que el Papa Francisco retoma la metodología ignaciana por la que el hombre es responsable de su propia conciencia a través del seguimiento de un método que permite juzgar, comparar, discernir, verificar y escoger (o elegir), y así, educar a los hombres «libres y responsables».

El presbítero de CL apuntó también que, empleando el método del sacerdote Luigi Giussani, «para decidir es importante juzgar y comparar tomando en cuenta todos los factores de la realidad», ya que no sirve aplicar una receta o un mismo procedimiento a todas las experiencias y por lo que resulta necesario «aprender a discernir».

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