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«Los cristianos tenemos que regresar a nuestros pueblos y comenzar a vivir»

14/02/2017 - #StandTogether

Bashar Warda, el arzobispo caldeo de Erbil, vuelve a viajar por el mundo para hacer que la voz de los cristianos perseguidos en Iraq se escuche. Después de más de dos años de ocupación del Daesh, las ciudades de la llanura de Nínive han sido liberadas poco a poco. Sin embargo, los terroristas han destruido casi por completo muchas de ellas, sus casas y sus iglesias, con las que se ensañaron especialmente.

En la localidad de Bashiqa, el Daesh además profanó las tumbas de varios patriarcas.
Y en lugares tan emblemáticos como Qaraqosh convirtieron el claustro de la parroquia de la Inmaculada en un campo de tiro. Esta otra iglesia fue quemada por completo. Tras más de dos años, las campanas volvieron a repicar hace tan solo un mes.

Monseñor Warda ha visto esto con sus propios ojos. Por eso, no puede ocultar su profundo sufrimiento aunque a la vez es capaz de transmitir un mensaje de esperanza. «Cuando entras en esas iglesias y ves que todo está destruido… Sí, siento rabia en mi interior pero tenemos que superarlo. Tenemos que regresar y comenzar de nuevo a vivir».

El obispo, invitado a Roma por Ayuda a la Iglesia Necesitada, pide a Europa que organice una suerte de Plan Marshall para Iraq. Es decir, que los países dejen de invertir en la guerra en su territorio para invertir en la reconstrucción y en la paz. «Los obispos hemos decidido que reconstruir las casas es prioritario. Tenemos que construir las casas para las personas antes de rehacer cualquier iglesia».

A medida que se liberan territorios, aumenta el número de personas que huyen como consecuencia de los combates entre el Daesh y los ejércitos iraquí y kurdo. Por eso, Erbil ha vivido una nueva avalancha de refugiados que han recibido también la ayuda de los cristianos. «Les ayudamos con ocho camiones llenos de comida y ropa porque sabíamos que estaban sufriendo, incluso cuando sabíamos que algunos de ellos habían saqueado nuestras casas en la llanura de Nínive».

La gran mayoría de los más de 150.000 refugiados que huyeron de Nínive desean volver a sus pueblos pero necesitan la garantía de que esta pesadilla no va a volver a repetirse.