IMPRIME [-] CERRAR [x]

Huellas N.7, Julio/Agosto 2004

CL

Un boceto de la vida

Paola Ronconi

Las vacaciones de GS del año pasado. El mismo entusiasmo, la misma sencillez de hace cincuenta años

Verano de 2003. San Martino de Castrozza. 400 bachilleres de Milán pasan una semana juntos. El hilo conductor, el título del Meeting 2003: “¿Hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad?”. Un año después, nos hablan sobre estas vacaciones seis chicos, una profesora suya y un cura. Un torrente arrollador.
Giulia y Marta recuerdan el juego que se hizo en un prado nada más llegar y la misa que introdujo las vacaciones. Y también hablan del rezo de Laudes, de los cantos y de las excursiones en días alternos. «El año pasado representamos todas las noches pasajes tomados del Miguel Mañara de Milosz». Y también hubo testimonios: «Franco Nembrini –dice Giovanni– nos habló de su familia y de las clases que imparte sobre Dante».

Cristina, profesora de educación física: «Antes de partir, preparamos juntos cualquier iniciativa con el fin de vivir la misma experiencia que describe la Escuela de comunidad». Y después, puertas abiertas a la fantasía: «Una tarde organizamos una gran fiesta en el pueblo. Divididos en cuatro equipos que representan a distintos personajes españoles (ver Miguel Mañara), preparamos los disfraces y un piscolabis para todos junto con la gente del pueblo». Cristina: «¿Por qué una fiesta? Se hace una fiesta cuando se está agradecido por la presencia de Dios, y cada cual contribuye con lo suyo». «Una noche –cuenta Alberto– se proyectaron frases de Giussani sobre la belleza de las montañas y de la creación junto a fotos antiguas de él con sus chicos de excursión. Título: «Ese anticipo de paraíso en la tierra». Prosigue Cristina: «Si se recomienda un libro para el verano, lo presentamos para que sea más útil leerlo. El año pasado un profesor habló de El puñal alado, de Chesterton». «Yo me ocupo de los frizzi –ahora habla Mateo–. Es verdad que los preparamos en Milán, pero es necesario prestar atención a lo que sucede en las vacaciones para que salgan bien. El año pasado me hice amigo de los que los preparaban conmigo. Fue algo que no me esperaba». Giulia: «Es verdad que se organiza todo, y se organiza antes porque hacemos una propuesta. Pero, que esto no se convierta en un esquema que aplicamos depende de la atención y la apertura a lo que sucede. Cuando me implico en primera persona el resultado es que estoy contenta».

Todo lo que sucede se convierte en punto de partida para comprender un poco más, para entrar más en las cosas. Con una condición: tener los ojos abiertos. Como cuenta Giovanni: «Excursión. Llegamos a un prado en donde deberíamos gozar de un panorama espléndido sobre el Cimón della Pala. Pero había niebla. ¡Un camino tan largo par ver la niebla! Don Giorgino: “Detengámonos un momento en silencio y contemplemos”. Repentinamente se abrió la niebla. Por la noche, don Giorgio Pontiggia nos dijo: “Así es la vida, a menudo las cosas aparecen veladas, pero debemos tener la seguridad de que detrás de la niebla está el Cimón della Pala, aunque no lo veamos”. Recuerdo que volví al hotel contento».

Incluso la corrección encuentra su justo espacio. Giorgio: «Unos amigos y yo habíamos propuesto una canción para una velada. Para introducirla, la habíamos descrito como una canción que habla de cotidianidad, pero el texto no era pertinente. Y don Giorgio al final nos corrigió». Don Giorgino: «Para estar juntos podría valer cualquier cosa, pero nuestra preocupación es que todo sea una ocasión para educar. El signo de que uno quiere crecer está en que se deja corregir».

Pero las vacaciones terminan. «Las vacaciones –dice Cristina– son como un boceto de la vida. Nos ayudamos para que esta intensidad prosiga: buscamos mantener las relaciones durante el verano, y aprovechamos cualquier avance tecnológico –sms, correos electrónicos, llamadas–. Los que se quedan en Milán se ven dos días a la semana, quedan en un chiringuito para tomar sandía, hacen juegos de pistas y retoman la Escuela de comunidad. En los lugares de veraneo se busca si hay alguien de la comunidad para quedar con él». Alberto: «Un verano mi hermana y yo estábamos en Senigallia. A la salida de la iglesia a donde íbamos a rezar Laudes pusimos un cartel. Se unieron a nosotros dos de Turín. Pasados los años, mi hermana empezó la universidad en Turín y conoció enseguida a los amigos del CLU». «La camiseta de GS es fundamental –dice Giovanna–. Se nos reconoce fenomenal». Cristina: «Por último, quedamos en vernos en el Meeting».
Cincuenta años después de las primeras vacaciones con don Giussani, los chavales ya no se escriben postales, sino veloces sms. La propuesta, el entusiasmo y la sencillez de corazón, sin embargo, siguen siendo los mismos.