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Huellas N.6, Junio 2004

CL El 50 aniversario de CL

Roma. Dar razón de nuestra esperanza

Riccardo Piol

El pasado 5 de mayo unas mil personas abarrotaron la Sala de la Maternidad para escuchar las reflexiones del cardenal Castrillón Hoyos y de Giancarlo Cesana sobre el libro de don Giussani

«Me alegro mucho de poder participar en este encuentro, porque me ofrece la ocasión privilegiada de celebrar con vosotros el inminente cincuenta aniversario del nacimiento de Comunión y Liberación, de mantener más viva en nuestra vida la identidad cristiana y de vivir cada vez con mayor lealtad la fe en Cristo, “siempre prontos para dar razón de nuestra esperanza a todo el que nos la pidiere”». Con este saludo apasionado y con la cita de la carta de san Pedro, el cardenal renovaba su invitación a proseguir por el camino que don Giussani comenzó «aquel otoño de 1954». Así el cardenal Castrillón Hoyos, prefecto de la Congregación para el clero, abría el acto de presentación de Por qué la Iglesia que tuvo lugar en Roma el pasado 5 de mayo. Un gran número de asistentes había acudido para escuchar su intervención y la de Giancarlo Cesana. Algunos dicen que había más de mil personas, y quizá tengan razón. Porque los veinte chavales del CLU encargados del servicio de orden, después de haber comprobado la ocupación de los 850 asientos disponibles, empezaron a sentar a la gente en los pasillos laterales y al fondo de la sala. Hubo también quien se quedó sin sitio, resignándose a seguir el acto por los altavoces situados fuera de la sala. Desde el mediodía había caído sobre Roma una fuerte lluvia bastante molesta. Esto no fue obstáculo para que a las 20.05 se cerraran las puertas y comenzara la presentación del libro. En las primeras filas se hallaban el cardenal Sepe, prefecto de la Congregación para la evangelización de los pueblos, los obispos De Paolis y Danzi, secretario el primero de la Signatura Apostólica y el segundo de la Gobernación de la ciudad del Vaticano, y los subsecretarios del gobierno Sestini y Uggè. Además había otros eclesiásticos, embajadores, consejeros de la provincia de Roma, de la región y del ayuntamiento, así como algunos parlamentarios. Y luego una marea de gente: la comunidad de CL, amigos viejos y nuevos, compañeros de trabajo, vecinos, profesores y compañeros de universidad, tanto de la universidad laica La Sapienza como de la pontificia Lateranense. Todos invitados para escuchar, por vez primera o nuevamente, el recorrido de pensamiento y de experiencia del que nace Comunión y Liberación. Y para festejar los 50 años de vida del movimiento.

Un canto nuevo
Al comienzo, un canto: Povera voce, «el primero de nuestra historia –dijo en la introducción Roberto Gerosa–, que don Giussani definió como “el himno del movimiento”». Después tomó la palabra el cardenal Castrillón. Y en su intervención el libro se convirtió también en un canto, o, mejor dicho, en «un canto nuevo», porque «no estábamos acostumbrados a una eclesiología expuesta con un estilo discursivo y articulado, fundada sobre las fuentes del saber teológico, cercana a las cuestiones específicas de la cultura contemporánea y expresada con un lenguaje que podría proceder de cualquier ámbito culto o académico contemporáneo».
La Iglesia es vida, es comunión de Dios con el hombre, es respuesta a la exigencia de sentido del hombre de hoy: deteniéndose en estos tres aspectos que emergen del libro, el Cardenal presentó Por qué la Iglesia como se hace con una obra de arte, definiéndola como una especie de autorretrato del autor y como manifiesto de un cristianismo apasionado capaz de «comprender y de hacerse comprender por la cultura del Tercer milenio». «No es una cuestión intelectual o un principio guía para un sistema teológico preconfeccionado –continuó Castrillón–. El autor presenta a Jesús como capaz de responder a “la pregunta imperiosa sobre lo humano”». Las dudas que atenazan al hombre de hoy se disuelven al verse sanada «la divergencia entre razón y fe». El libro supone un desafío para los que defienden una Iglesia marginal, lejana, como mucho, cortesana de la historia.

Certeza y desafío
«En la concepción cristiana no hay nada de profano, es decir, que esté delante o fuera del templo, porque todo está en función de Cristo». Con una cita textual del libro empezaba Giancarlo Cesana, unas palabras que marcaban el tono de su alocución: el testimonio de una experiencia, su reacción ante la lectura del libro y los 50 años de historia de CL, que el tercer volumen del Curso Básico recoge. «La fascinación que siento por el cristianismo no viene sólo de su capacidad de comprender todas las cosas. Viene del descubrimiento de aquello para lo que estamos hechos. Nuestro destino no es inalcanzable, no está más allá de la vida y de la historia; es algo que nos alcanza día tras día. Es más: aquello para lo que estamos hechos nos aferra». La vida nos desafía a caminar ciertos de la compañía de Dios al hombre hoy. Ya el título del libro refleja la certeza y el desafío que el hecho de la Iglesia supone en la historia. «Por qué la Iglesia –afirmó Cesana– es una pregunta pero implica también una afirmación. Afirma un dato cierto: “Dios no nos ha dejado solos. Nos ha dejado la autoridad, la tradición, el sacramento, el testimonio, para hacernos ver para qué estamos hechos”. Y el desafío es reconocer la pretensión de Cristo en lo cotidiano como única respuesta al deseo del hombre: “La Iglesia existe para mí, para mí, Giancarlo Cesana”».