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Huellas N.5, Mayo 2004

SOCIEDAD Medicina y Persona - Congreso en Milán

Curar y cuidar a la persona

Andrea Costanzi

Medicina y Persona reúne a más de cuatrocientos enfermeros: «Nuestra tarea es buscar el bien que aflora incluso en una circunstancia difícil como es la enfermedad y ayudar a verlo a quien sufre»

El código deontológico del enfermero dice que su responsabilidad consiste en «curar y cuidar a la persona». Se trata de dos aspectos profundamente distintos: el primero es una prestación; el segundo, una preocupación. Florence Nightingale, fundadora de la enfermería moderna, señalaba la necesidad de una preparación científica, pero estaba convencida de que la ciencia por sí sola no basta para llegar a ser una buena enfermera. Cuatrocientos enfermeros reunidos en el congreso de la Asociación Medicina y Persona del pasado mes de abril en Milán se planteaban la cuestión fundamental sobre su misión bajo el título: «¿Es todavía posible “cuidar”? La enfermería y el contexto sanitario». Lo de “todavía posible” se refería a la dificultad de la situación actual, pero los trabajos revelaban que el problema es sin lugar a dudas el del sujeto, la persona y su motivación para desempeñar una profesión que le pone en contacto con la miseria y la fragilidad del cuerpo, y que provoca cada vez más el fenómeno burn out, el agotamiento de las razones: se empieza con una gran disponibilidad y dedicación, y se termina agotado psicológicamente.
Mientras persigue potenciar el aspecto de la cura, el mundo científico parece no darse cuenta de que «el enfermero no es un pequeño médico», como afirma provocativamente Giancarlo Cesana, catedrático de Medicina del Trabajo en la Universidad Milano Bicocca. «El límite físico, la enfermedad, cuestionan el sentido positivo de la vida. El sentido de la vida que el enfermero tiene le permite no desanimarse ante el enfermo, al que cuida con una cercanía que el médico ni siquiera puede imaginar. Pero se debe educar en este significado puesto que no nos lo proporciona la ciencia sino la tradición que nos transmiten hombres que dieron su vida para asistir a los enfermos». ¿Es esto lo que todavía hoy se le pide a un enfermero? «El paciente, aparte de una capacidad técnica –continúa Cesana– busca las cualidades humanas del enfermero, alguien en quien confiar, una persona preparada para acompañarle a través del camino plagado de dificultades en el que se encuentra. La tarea del enfermero es buscar el bien que aflora incluso en una circunstancia difícil como es la enfermedad y ayudar a verlo a quien sufre. Es el profesional de la esperanza».

Instrumentos de gran utilidad
En Italia hay cinco enfermeros y seis médicos por cada mil habitantes. La capacitación profesional del enfermero (todavía mayoritariamente mujeres) pasa hoy por la universidad (una diplomatura de tres años y, en algunas universidades, una especialización de dos años más) y por la puesta al día obligatoria ECM (Educación Continua en Medicina), mientras el trabajo está cada vez más marcado por protocolos.
Las diferentes sesiones del congreso se centraron en dos instrumentos de gran actualidad en el campo médico y de la enfermería: la Evidence Based Nursing (EBN), es decir, la ciencia de la enfermería basada en la evidencia aportada por las estadísticas; y, en segundo lugar, la organización de estructuras sanitarias concebidas como ayuda y no como obstáculo para los profesionales.
« El EBN es un instrumento muy útil –afirmó Felice Achilli, cardiólogo y presidente de Medicina y Persona–, pero la fuente de todo es la persona que trabaja con pasión. La relación con personas que tienen una razón para desempeñar su labor y testimonian la pasión por lo que hacen suscita en el enfermero el amor por su profesión. De lo contrario, ¿de qué manera se podría cuidar de un paciente psicótico que rechaza el tratamiento pero pretende curarse?».

Palermo y Bolonia: dos ejemplos
El ISMETT, Instituto Mediterráneo de Trasplantes y Tratamientos de alta especialización de Palermo, nace como un proyecto de experimentación organizativa entre la Universidad de Pittsburgh y la Región de Sicilia con la intención de limitar los “viajes de la esperanza” a los hospitales del Norte de Italia y crear un centro de excelencia. Está dirigido por un administrador clínico, una directora sanitaria que es enfermera, de la que depende directamente Carla Tozzi, que intervino en el congreso para explicar cómo se puede gestionar un hospital poniendo al paciente en el centro de toda acción y garantizar altos niveles cualitativos de curación y asistencia.
En el departamento de Quimioterapia del Hospital Rizzoli de Bolonia se tratan los sarcomas óseos. A pesar de no ser un departamento pediátrico, hay muchos niños entre los enfermos. Cristian Forni, enfermera profesional, relata la jornada de un enfermero “creativo”: «Empezamos visitando todas las habitaciones. Después hacemos la visita médica, administramos la quimioterapia, cambiamos los goteos, enseñamos a las madres a manejar los catéteres venosos y damos de comer a los peces del acuario que tanto gusta a los pequeños. También nos ponemos en contacto con famosos para que vengan a animar a los niños (deportistas o artistas, por ejemplo). Hacemos más acogedora la planta pintando las paredes. IKEA ha regalado la cocina para las madres: preparan pizza juntas y cocinan la pasta a su gusto. El 61% de nuestros pacientes engorda durante su ingreso y sólo el 7% pierde peso. En los demás países europeos no dan crédito ante este dato. El paso siguiente es redactar un informe (he aquí la utilidad del EBN: partir de la experiencia y analizarla, ndr), como hicimos, por ejemplo, con la experiencia de los catéteres intravenosos (las infecciones disminuyeron del 11 al 6%, porque raramente una madre se olvida de lavarse las manos antes de tocar el catéter de su hijo). Aunque lo más útil ha sido facilitar que los jóvenes puedan continuar sus estudios incluso cuando el tratamiento dura más de un año. No sólo en primaria y secundaria, sino también en bachillerato, con el sistema de créditos formativos».
El Rizzoli constituye un buen ejemplo de que se puede mejorar el propio puesto de trabajo sin esperar que sean otros quienes lo hagan. Lo confirmaron los administradores que en su intervención explicaron cómo al tener un objetivo común, la organización funciona al servicio del profesional (y lo educa) y del paciente. Los profesionales de la esperanza ya son una realidad.