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Huellas N.5, Mayo 2004

SOCIEDAD Elecciones Europeas. La esperanza de Europa

Bélgica, Francia, Irlanda, Lituania, Holanda, Polonia, España

Bélgica
Tradicionalmente, las elecciones europeas revisten una importancia significativa, no sólo para los políticos. De hecho, el voto es todavía obligatorio –si alguno no acude a votar debe presentar un certificado médico o una “justificación” laboral–. Las discusiones del último periodo se han centrado sobre todo en dos cuestiones: aunar en la misma fecha votaciones europeas y regionales (decisión que está en vías de aprobación) y el voto administrativo para los extranjeros no europeos. Considerando las áreas lingüísticas, los partidos políticos se multiplican por dos. La reacción de los políticos y de los medios de comunicación ha sido hasta ahora el aislamiento de las extremas derechas, pero esto está llevando por desgracia a estos partidos a posiciones todavía más radicales, y está haciendo crecer la simpatía de la gente hacia ellos. Argumento típico de un debate político equívoco es la concesión del voto en las elecciones municipales y regionales a los extranjeros no comunitarios (propuesto por el partido socialista): la consecuencia es el aumento del miedo hacia los extracomunitarios y la impaciencia y nerviosismo de los partidos políticos populares.
Laurent Berghmans

Francia
En este 2004 marcado por cuatro procesos electorales (provinciales y regionales en marzo, europeas en junio y al senado en otoño) el debate sobre las europeas queda sofocado en una lógica política totalmente interna de contraposición entre una derecha que hace tan sólo dos años había conquistado la mayoría absoluta en el parlamento y una izquierda que, electrizada por el éxito en las recientes regionales (20 regiones de un total de 22), trata de rediseñar las relaciones de fuerza en el país. La extrema volubilidad del electorado, la fortísima tasa de abstención prevista (los primeros sondeos revelan que el 46% del electorado no irá a votar), la presencia casi segura de candidatos soberanistas, contrarios a cualquier mínima cesión de soberanía a la Unión Europea, son algunos de los factores que hacen incierto el resultado. Dos factores parecen sin embargo distinguir la visión de Europa que Francia defiende, independientemente de la ideología a la que pertenezcan sus candidatos. Por un lado, el reclamo a un modelo centralista que reproduzca a escala continental el modelo francés, cerrado a cualquier aplicación concreta del principio de subsidiariedad. Por otro lado, en el debate sobre el reconocimiento de las raíces cristianas comunes de Europa, la posición de rechazo llevada adelante por el presidente de la convención Giscard d’Estaing (centrista), y que coincide en los hechos con la sostenida por el ex primer ministro Jospin (socialista) con ocasión del tratado de Niza y la que recientemente ha apoyado el Presidente de la República, el gaulista Chirac.
Mirco Iadarola

Irlanda
Las elecciones europeas supondrán una dura batalla en Irlanda, porque el número de los representantes irlandeses en el Parlamento se ha reducido de 15 a 13. Esto significa que algunos candidatos de particular relevancia perderán su puesto. Incluso el Fianna Fail (el Partido Republicano), actualmente en el gobierno, podría ver reducidos sus representantes de 6 a 5. Pero la verdadera historia de las elecciones consiste en la batalla entre los partidos de la oposición. Las elecciones dirán hasta qué grado ha llegado la caída del Fine Gael (el Partido Demócrata Cristiano). Los Laboristas, los Verdes y el Sinn Fein (el ala política del IRA) están combatiendo en tres frentes para obtener los votos de la izquierda, tradicionalmente fuertes en las elecciones europeas. El Sinn Fein es particularmente popular entre los jóvenes electores desilusionados, que no recuerdan los atroces actos terroristas de los años precedentes al alto el fuego proclamado por el IRA en 1994. Ha trabajado a fondo en las zonas socialmente pobres de Dublín, y en estas elecciones podría encontrar su recompensa. Habrá que seguir de cerca la suerte de dos representantes parlamentarios independientes. Uno es Pat Cox, actual presidente del Parlamento europeo. Su alto perfil político debería garantizar su reelección. Otro es Dana Rosemary Scallon, la exponente pro vida del Parlamento europeo cuya sonora derrota en las últimas elecciones nacionales llamó mucho la atención. Desde entonces el movimiento pro vida en Irlanda se ha dividido, y algunas organizaciones en defensa de la vida podrían apoyar al candidato del gobierno, abandonando a Scallon a su destino.
Denis Murphy

Lituania
La situación política en Lituania es muy confusa en este último periodo. Es escándalo protagonizado por su Presidente, acusado de tener relación con la mafia y de haber concedido privilegios a cambio de dinero, ha afectado mucho a todos. En este contexto nadie habla de las elecciones europeas, y lo más absurdo es que ni siquiera se sabe cuáles son los candidatos. En el mejor de los casos se sabe que en junio habrá unas elecciones, pero a veces ni siquiera esto. Ningún partido ha propuesto candidatos. Todos esperan que cambien las cosas con la entrada en Europa el 1 de mayo, aunque es una ilusión, porque de hecho nada cambiará, por lo menos durante los primeros años. La previsión de participación en la consulta electoral para Europa, hasta hace poco tiempo, era del 20% de la población, aunque la decisión de hacer coincidir las europeas con las elecciones presidenciales hará que la afluencia sea mayor.
Mindaugas Nasevicius

Holanda
Para los holandeses la Unión Europea ha sido siempre en primer lugar un proyecto económico. Esto se ha podido ver recientemente cuando sus políticos han dado la voz de alarma porque Francia y Alemania no mantenían las normas del pacto de estabilidad. Con frecuencia se escuchan voces que discrepan con respecto al aumento de la contribución a la Unión. Además hay un número considerable de holandeses que preferiría volver al sistema de la moneda nacional. No hay mucho entusiasmo por el ingreso de países católicos como Polonia, Eslovaquia o Hungría, porque, siendo Holanda el país más secularizado de Europa, se teme la influencia de la Iglesia en los nuevos Estados miembros. De hecho, fueron parlamentarios holandeses los que pidieron la suspensión de la representación del Vaticano en el Parlamento europeo.
Ben van de Venn

Polonia
El interés de los polacos por las elecciones europeas es escaso, puesto que copan la atención los problemas de política interna. Esta situación se debe también a la falta de informaciones sobre la importancia, el papel, la competencia y la responsabilidad del candidato electo en un organismo internacional tan complejo. Dado el dominio de la izquierda comunista en la política y en los medios de comunicación, es lícito pensar que el escaso nivel de información sea fruto de una acción premeditada. Lo cual explica por qué el debate no se está centrando en conocer las ventajas y dificultades de una posible incorporación a la Unión. La única voz que se oye es la de los que rechazan el ingreso de Polonia en la UE. La sociedad polaca ha sido ya tan probada por la historia que no querría caer nuevamente en los brazos políticos y económicos de Rusia. De aquí nace la pregunta sobre la forma en que se afrontará el desafío de la movilización social y del esfuerzo sistemático para la libre iniciativa de las personas y de las comunidades locales.
Cristof Prokop

España
Los españoles acudirán a las urnas para elegir a los parlamentarios europeos todavía determinados por los atentados del pasado 11 de marzo y por el vuelco político que ha provocado el terrorismo islamista. El PSOE ganó las elecciones generales porque más de dos millones de votantes hicieron responsable de los muertos de Atocha al Gobierno de José María Aznar, en una clásica operación de transferencia de culpa. Los comicios del próximo mes de junio se entienden, sobre todo, en clave interna. Si el PP consigue un buen resultado verá respaldada la interpretación que viene haciendo de los resultados de las elecciones generales: el triunfo socialista fue consecuencia de las extraordinarias circunstancias en las que se votó. Si no lo consigue tardará mucho tiempo en “reinventarse” para hacer oposición. España es un país en el que no hay casi euroescépticos, pero la cuestión sobre cómo se debe realizar la construcción europea ni preocupa ni interesa a la mayoría de la población. La Unión es percibida, sobre todo, como una fuente de ayudas que han contribuido a igualar durante los últimos años nuestra renta media con la de nuestros socios. Se considera una fatalidad que la ampliación vaya a reducir esas ayudas. Pero nada más. La redacción de la Constitución ha generado cierto debate pero muy alejado de la mayoría de los votantes. Los socialistas que ahora gobiernan se sienten muy cómodos con el borrador de Constitución que ha ido madurando porque se identifican con el reglamentismo, estatalismo y laicismo del texto preparado por Giscard D´Estaing. El Partido Popular, mientras estuvo en el Gobierno –sobre todo por un empeño de Aznar– batalló por una mención al cristianismo en el texto. Seguramente el carácter democratacristiano de su cabeza de lista, Jaime Mayor Oreja, hará que no se olvide todo el trabajo de Aznar. Pero al partido de centro-derecha le falta interés y vocación para oponerse a los socialistas que en Bruselas y Estrasburgo se sienten muy identificados con las corrientes laicistas y con esa “sensibilidad francesa” tan alejada del espíritu de Schuman y de Monet.
Fernando de Haro