IMPRIME [-] CERRAR [x]

Huellas N.4, Abril 2004

CL Ejercicios del CLU en España

El hombre que vive

Miriam Gracía de la Viuda

Los Ejercicios han supuesto una provocación a vivir en primera persona todo lo que la realidad concreta y cotidiana nos plantea. Caminando en compañía de algunos grandes y de esa presencia que «hablaba de otro modo que nosotros todos, de otras cosas, de aquí, mas nunca dichas antes que las dijera ella»

«¿Dónde está la vida que hemos perdido viviendo?», con esta pregunta empezó Javier Prades los Ejercicios de los universitarios españoles de CL celebrados en Madrid los días 5, 6 y 7 de marzo.
Si uno observaba atentamente a todos los que estábamos allí, era evidente que ni uno solo quería «perderse la vida viviendo». Todos, los de Barcelona, Canarias, Castellón, Madrid, Valencia y Valladolid, además de todos los Erasmus que estudian aquí este año, tenían el mismo deseo en el corazón. Un deseo que les hacía desplazarse hasta Madrid desde todos los rincones del país.

¿Un embrollo o un drama?
Los Ejercicios empezaron en compañía de Giussani y de grandes hombres de ayer y de hoy, como Pascal, Dostoievski, san Agustín, , san Gregorio Nacianceno, Juan Ramón Jiménez y Eduardo Chillida. ¿Es acaso la vida un embrollo, un galimatías o una pregunta abierta, un drama que tiene un destino bueno?
En cada frase y gesto, Prades nos desafiaba a no volver la cara ante la realidad. Así también, mediante el testimonio de Belén y Juan Ramón, se nos propuso un ejemplo vivo de que la vida puede cumplirse. Nos llenamos de ganas de implicarnos con la vida real, en ese mundo que es la universidad.

La objeción última
En el encuentro del domingo, Javier explicó que «la objeción última de la vida es siempre el mal. Pero el mal, siendo mal, nos hace mal, y obliga a preguntar, como san Pablo: “¿Quién me librará?”». Sólo Cristo hace que incluso el mal y el dolor sean un paso hacia la salvación y la evidencia de esto se vio clarísimamente en este matrimonio que testimonió un cumplimiento de la vida que deseaba cada uno de los nos reunimos en estos Ejercicios.
La invitación continua a “vivir” suscitó en los estudiantes toda una serie de preguntas, de dudas que se abordaron en la asamblea el sábado por la tarde, para empezar lo que nos toca ahora continuar.

Sin nostalgia
Al escuchar una poesía de Juan Ramón Jiménez que reza así: «Hablaba de otro modo que nosotros todos, de otras cosas, de aquí, mas nunca dichas antes que las dijera ella», percibimos sensiblemente cómo sólo una presencia puede corresponder a nuestro deseo infinito. Jesús dijo: «Yo he venido para que tengáis vida y la tengáis abundante» y este fue el tema central de estos días: la vida. De ahí que la sala estuviera presidida por Gloria Dei vivens homo, pues la gloria de Dios es el hombre que vive.
«Un tiempo, un lugar, unas personas. Un encuentro siempre imprevisto, y que no se impone. Así entra Cristo en el mundo, y en la conmoción del descubrimiento de lo que es más tú que tú mismo, empiezas a ser feliz»: escuchando la descripción del encuentro con Cristo cada uno empezó a delinear en su cabeza cómo había sido el suyo. Sólo cuando Prades avisó del peligro de «evocarlo con nostalgia» fue cuando todos nos dimos cuenta de que lo que nos sucedió hace un tiempo no es y no puede ser algo separado de la vida de ahora.

Si crece la curiosidad...
La Iglesia es el cuerpo y la presencia de Cristo resucitado. De ahí que sólo en una compañía humana sea posible verificar y darse cuenta de que es posible vivir como hombres cuya vida es gloria Dei.
Javier nos invitó a todos a caminar siguiendo ese presentimiento de la verdad que tiene siempre la capacidad de movernos y conmovernos: «Estando juntos crece la curiosidad por la vida y el interés por la realidad; éste es el camino del Señor, un camino sencillo que coincide con la verdad humana de cada uno de nosotros».