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Huellas N.3, Marzo 2004

CL Por qué la Iglesia

Génova. Una historia que ha marcado la vida de muchos

Paolo Cavallo

En la ciudad costera, la contribución de Cesana y la amistad del arzobispo de Génova. Reflexiones y anécdotas. Un ejemplo: el primer premio en un concurso de canciones que GS organizó hace cincuenta años

Génova. Un gesto de afecto: el abrazo del cardenal Tarcisio Bertone, arzobispo de Génova, al movimiento. Y después, un agradecimiento y un reconocimiento: «Habéis sido y sois plenamente fieles a la Iglesia». Desde hace cincuenta años existe Comunión y Liberación; desde hace cuarenta está presente en Liguria. El 11 de febrero, aniversario del reconocimiento pontificio de la Fraternidad de CL, Génova festejó estos aniversarios invitando a monseñor Bertone y Giancarlo Cesana a presentar Por qué la Iglesia, de Luigi Giussani, tercera parte del “curso básico” que se trabaja en la Escuela de comunidad.
En la Feria del mar, ante más de mil personas, don Pino de Bernardis introdujo a los ponentes, que responderían a las preguntas del periodista Maximiliano Lussana, contando con sencillez lo que significa ser cristiano. Una velada que transcurrió veloz ante la evidencia de una certeza: toda la realidad es el gran templo de Dios, y la Iglesia es la continua encarnación de Cristo.

El ciento por uno
¿Para qué existe la Iglesia? «Para mí. Para hacerme compañía –respondió Cesana–. Para sostenerme en el camino hacia la meta: el ciento por uno aquí y el “cara a cara” allí. El ciento por uno, la felicidad, no es no tener ya contradicciones, sino poderlas vivir, es decir, llegar a ser santo: seguir buscando el oro, el significado de la vida, no detenerse en el fango. La santidad reclama mi conversión».
El cardenal Bertone habló de su fe: «Cristo es la fuerza que mueve la historia. Y la fe es el reconocimiento de algo bueno para la vida. Entonces la vida se convierte en una aventura impulsada por una presencia: el acontecimiento». Y el cardenal continuó, hablando con la llaneza del sacerdote salesiano que está en la base de su formación: «La acogida y la escucha señalan el camino ideal del sacerdote, igual que el de los padres. “Ser para” lleva a ver y a reconocer a la Iglesia, y da sentido también a nuestra compañía, a nuestra amistad incansable que busca testimoniar a Aquel que se hace presente».
En el gran auditorio, abarrotado como pocas veces, hay silencio, atención, deseo de comprender. Cesana subraya conceptos fundamentales como libertad y santidad. «La libertad se suscita ante una propuesta verdadera, que pone en juego mi humanidad. La santidad no es algo extraordinario; es la realidad humana que se realiza según el designio del que la ha creado».

El primer encuentro en 1955
El cardenal Bertone asiente y sonríe. Cuenta cómo conoció a don Giussani: «Era 1955, y yo, joven clérigo de la Casa Salesiana de Fossano, tenía por hobby la música. GS convocó un concurso musical. Con la ayuda de un preso que escribió la letra, participé con una canción a la que yo puse la melodía. Aquella canción ganó el primer premio y fui a Milán a retirarlo de manos de don Giussani: 14 fichas de teléfono en oro y un lote de productos de repostería Motta. Imaginaos qué felicidad. El ecónomo de los salesianos requisó enseguida las fichas y las cambió por dinero. Los dulces se repartieron entre los miembros de la comunidad». Aplausos y alegría rodearon inmediatamente al cardenal, al que todos llaman cariñosamente “don Tarci”. El mismo que en Roma, a comienzos de los años noventa, viajando en autobús, se encontró un día rodeado por un grupo de jóvenes que blasfemaban y se reían del Papa. «Empezó una especie de reto entre ellos y yo; trataba de hacerles comprender el sentido de las palabras del Papa, pero a medida que me esforzaba ellos se volvían más irreverentes y mal encarados. Solo un chico se puso a mi lado y juntos empezamos a rebatir, a dar razones de nuestro amor por el Papa. Cuando llegamos al final del trayecto por lo menos la mitad de aquellos jóvenes había cambiado de actitud: querían que quedáramos a tomar algo, nos habíamos hecho amigos. Aquel chico, no os lo vais a creer, era de CL». De nuevo aplausos, ganas de estar juntos, de continuar. Pero ya se hacía tarde para el pueblo de CL, y para muchos invitados que no habían querido perderse el acto: desde el presidente de la Región, Sandro Biasotti, a distintos exponentes políticos, desde el obispo de Chiavari, monseñor Alberto María Careggio, a don Nando Negri, fundador de la Ciudad de los Jóvenes. La última palabra le correspondió al cardenal: «Gracias por este encuentro, gracias a don Giussani por esta historia que ha marcado la vida de muchos».