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Huellas N.3, Marzo 2004

11 – M

Ante los atentados terroristas, una esperanza cierta

El domingo anterior ya hacía referencia a los polvorines de guerra y a los ataques terroristas que ensangrientan varias partes del mundo. El jueves pasado tuvo lugar el dramático atentado en Madrid, que ha provocado doscientas víctimas y ha provocado más de mil heridos. El horrendo crimen ha conmocionado a la opinión pública mundial. Ante tanta barbaridad, uno se queda profundamente trastornado, y se pregunta cómo es posible que el espíritu humano pueda llegar a concebir felonías tan execrables.
Al confirmar la absoluta condena de semejantes actos injustificables, expreso una vez más mi participación en el dolor de los familiares de las víctimas y mi cercanía en la oración a los heridos y a sus seres queridos.

Ha tenido un eco conmovido en todo el mundo el testimonio conjunto de solidaridad que se levantó de todas las partes de España el viernes pasado, con la participación de las autoridades políticas de toda Europa.
Apoyándose en la contribución armónica de todas las fuerzas sanas del continente, es posible mirar hacia delante con confianza y esperar en un futuro mejor. En particular aquellos que creen en Dios, Creador y Padre, deben sentirse comprometidos a trabajar por la edificación de un mundo más fraterno y solidario, a pesar de las dificultades y obstáculos que pueden encontrarse en este camino obligado e inaplazable.
En las manos maternales de María, Virgen de la misericordia, ponemos de manera particular a las víctimas del terrible atentado terrorista de Madrid. Le pedimos que proteja y vele por la querida nación española, por Europa y por el mundo entero.
Juan Pablo II
Angelus del 14 de marzo de 2004


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Su Eminencia Reverendísima
Cardenal Antonio María Rouco Varela
Arzobispado de Madrid

Al conocer la noticia de los terribles atentados en Madrid, junto con toda Comunión y Liberación, quiero expresar mi cercanía al corazón de padre de Vuestra Eminencia que llora por tantas víctimas inocentes entre el pueblo español. La misteriosa participación en la cruz de Cristo nos pone de rodillas ante la Virgen María para implorar, para España y para el mundo entero, la misericordia de Aquél que es nuestra paz.
Luigi Giussani

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No hay palabras para expresar el dolor por la masacre provocada por los atentados terroristas perpetrados hoy en Madrid, que con su crueldad han sumido en la aflicción a tantas familias y a toda la sociedad española.
Nos unimos a la “firme y absoluta reprobación de tales injustificables actos que ofenden a Dios, violan el fundamental derecho a la vida y socavan la pacífica convivencia anhelada vivamente” por nuestro pueblo, como ha escrito Juan Pablo II.
El terrorismo se alimenta de ideologías que convierten en ídolos a la raza, la nación o a un sistema político, sin dudar en sacrificar por ello vidas humanas.
La espiral de violencia y odio sólo puede romperse con la ayuda de un Don más grande que nuestras fuerzas, Don que suplicamos para no sucumbir ante el mal y su lógica inexorable. Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios.
Comunión y Liberación