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Huellas N.3, Marzo 2003

IGLESIA

Esperando a Juan Pablo II. No tengáis miedo

José Luis Restán

La fe no se reduce a doctrina o leyes. Necesita una presencia viva que la suscite y la renueve constantemente. “España va bien”, pero está sedienta de verdad y nobleza en la experiencia humana. Juan Pablo II nos visita con su testimonio, su memoria y su apremio por dar lo que gratuitamente hemos recibido


El próximo tres de mayo, el Papa pisará de nuevo tierra española. Cuando escuchamos que su visita será un acontecimiento de gracia para la Iglesia en España, podemos pensar que es una frase de obligado compromiso, pero la experiencia desmiente al escepticismo. La presencia del Sucesor de Pedro provoca, casi indefectiblemente, que lo esencial de nuestra fe se coloque en el centro de atención de todos.

Un signo transparente
Verdaderamente es una gracia inmensa que en Juan Pablo II el carisma propio de su ministerio esté tan elocuentemente unido a su testimonio personal: «ésta es mi tarea, hacer todo lo posible para que el Hijo del Hombre, cuando vuelva, pueda encontrar fe sobre la tierra», confesó el día en que se cumplían veinte años de su pontificado. Su vida entera ha sido un signo transparente de que la fe genera una humanidad más plena, como reconocía indirectamente el escritor francés Bernard-Henry Levy, al afirmar que no encuentra ningún otro ejemplo en este mundo, de la nobleza humana que representa el Papa. El gran tesoro
¿Qué nos traerá Juan Pablo II en esta quinta visita a España? En primer lugar, el testimonio de que Jesucristo responde a la búsqueda tantas veces oscura y extraviada de los hombres de nuestro tiempo. En segundo lugar, la memoria de nuestros santos, que nos ofrecen una pauta segura para la renovación y la creatividad. Y por último, el apremio exigente y paternal a los católicos españoles, para que comuniquemos con sencillez y entusiasmo el gran tesoro de la fe que hemos recibido.
En este sentido podemos recordar unas palabras pronunciadas hace pocos meses por el Cardenal Ratzinger en la Universidad Católica de Murcia: según él, Juan Pablo II ha sabido recuperar el estilo misionero de la Iglesia antigua, basado en la propia fuerza de convicción de la fe a través del diálogo, la aceptación del sufrimiento y el testimonio de la caridad. Un método misionero que no da nada por supuesto y que se basa en el atractivo vencedor de la fe. Por eso estamos tan necesitados de asimilarlo en el actual contexto español.

Las etapas
Veamos ahora las etapas principales del viaje. La vigilia de oración en la tarde del Sábado 3 de mayo, servirá para continuar un diálogo que al Papa le gusta centrar siempre en el deseo de felicidad de los jóvenes. Un diálogo, en el que nunca teme poner la propuesta cristiana frente a las preguntas y deseos de los jóvenes.
La mañana del Domingo estará dedicada a la canonización de cinco miembros de nuestra Iglesia que destacaron por el testimonio de la caridad durante el siglo XX: Pedro Poveda, maestro de educadores, fundador de la Institución Teresiana, y mártir durante la Guerra Civil; José María Rubio, jesuita y apóstol de los barrios más pobres de Madrid; Genoveva Torres, mujer intrépida a pesar de su limitación física, que fundó las Religiosas Angélicas para acompañar a quienes viven abandonados; Sor Ángela de la Cruz, fundadora de las Hermanas del mismo nombre y conocida en Sevilla como la “madre de los pobres”; y Madre Maravillas de Jesús, fundadora de numerosos monasterios carmelitas. Cinco figuras que nos persuaden de que no hay situación, por difícil que sea, en la que no pueda abrirse camino el testimonio de la fe. Ante un mundo sediento
La quinta visita del Papa a España no actuará ciertamente como un talismán. No ahorrará a las comunidades eclesiales de nuestro país la tarea de una educación constante de sus miembros en la fe, ni la responsabilidad de proponer el anuncio cristiano a un mundo alejado pero sediento de respuestas. Pero todo esto se verá dirigido y animado por la palabra valiente y la libertad evangélica de Juan Pablo II: no tengáis miedo, sólo Cristo conoce el corazón del hombre