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Huellas N.3, Marzo 2002

MADRID

Un itinerario humano

Fernando de Haro

Eugenio Nasarre y Monseñor Fernando Sebastián acaban de presentar en Madrid Los orígenes de la pretensión cristiana, segundo volumen del “Curso Básico de Cristianismo” de Luigi Giussani. Un itinerario de fe como el de los primeros hombres que conocieron a Cristo es necesario «para la evangelización en España, donde los bautizados ya no creen en el significado del bautismo». Y también para todos los que conciben su adhesión a Él como una continua aventura del conocimiento


Tiene dos cualidades que escasean. Se pregunta sinceramente por los motivos de lo que sucede a su alrededor. Y, lo que es aún más raro, intenta responderse utilizando con honestidad el bagaje del que dispone. Una mezcla explosiva que desde hace más de dos décadas ha convertido a Mons. Fernando Sebastián en una de las personas más lúcidas de la Iglesia española. Ya hace quince años, cuando muchos andaban enredados en discusiones sobre la teología de la liberación, explicaba a quien quisiera oírle que el verdadero problema era que la catequesis no funcionaba. Esa confianza en la razón, tan escasa y tan propia de un cristiano, le ha permitido escribir unas páginas entre las más claras sobre el terrorismo de ETA que hasta el momento hayan visto la luz. Unas páginas que han llegado cuando, incluso los mejor intencionados, habían renunciado a tener ideas nítidas o equilibradas sobre esta dolorosa cuestión.

Con sinceridad
Eugenio Nasarre le agradece a Fernando Sebastián su epílogo a La Iglesia frente al terrorismo de ETA (BAC, 2001). No es un acto formal. Eugenio ha enterrado en los últimos años a muchos concejales de su partido, ha dedicado muchas horas a comprender lo que sucede en el País Vasco y a construir una alternativa pacífica. Los dos, Sebastián y Nasarre están sentados en la mesa del auditorio Ramón y Cajal de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Es martes 26 de febrero. Van a presentar la nueva edición del libro Los orígenes de la pretensión cristiana (Ed. Encuentro, 2002). Los dos acaban de ser promovidos a puestos de gran responsabilidad. A Eugenio Nasarre el XIV Congreso del Partido Popular lo ha convertido en Coordinador de Estudios y Programas. Y Monseñor Sebastián ha sido elegido hace unas horas vicepresidente de la Conferencia Episcopal. Los dos expresan su agradecimiento: Nasarre asegura que Ed. Encuentro ha realizado una importante contribución a la cultura española y Sebastián comprime su agenda «para disfrutar con un rato de reflexión». Ambos han acudido a esta cita para exponer con sinceridad lo que han vivido, pensado y sentido al leer el libro. Sin concesiones. Los dos admiten haber tenido problemas con el estilo tan novedoso del autor.

¿Por qué es razonable creer?
Nasarre confiesa «que la lectura le ha provocado un diálogo con el autor». «Este es un libro - continúa - que presenta el cristianismo a seres históricos que están involucrados en coordenadas concretas. Parecería que Giussani prescinde de esas coordenadas porque no dedica ni una sola página a analizar el contexto histórico de un modo explícito, pero el contexto es el supuesto y el presupuesto de todo el libro. Un contexto de una Europa que ha ido más allá de todo secularismo».

También a Mons. Sebastián la lectura de Los orígenes le ha hecho pensar sobre el momento que vive la Iglesia. «Esta es una obra de gran actualidad - afirma el vicepresidente de la Conferencia Episcopal -. Responde al principal problema que tiene la Iglesia española. Nuestro problema no es que la gente esté sin bautizar, sino que no cree en el significado del bautismo. Por eso es importante el libro de Giussani para la evangelización en España, porque marca un itinerario de fe». Aparece desde el primer momento de su intervención el pastor sin pelos en la lengua. «Llevamos mucho tiempo sin que nuestra pastoral desarrolle itinerarios de fe, sin que se explique por qué es razonable creer. Y es que nuestra pastoral tiene una debilidad fundamental: da por supuesto que Dios es Alguien para la gente, que Dios es importante. Y no es así. Nuestros cristianos y nuestros sacerdotes no saben hablar de Dios porque en España llevamos siglos sin hablar de Dios. Nunca ha sido necesario hasta hoy. Nunca en la historia, como ahora, se ha hecho tan imprescindible reconstruir el latido religioso del hombre».

Para no renunciar
Provocativas palabras para empezar, pero el tono no se rebaja en los siguientes minutos. El prelado navarro ha dejado que la lectura sacara a flote sus preocupaciones y las confiesa sin empacho: «Este libro, de un modo indirecto, es una dura denuncia de la domesticación que hemos hecho de la fe en nuestra Iglesia contemporánea». ¿En qué consiste ese itinerario de fe? Antes lo ha expuesto Nasarre. «Giussani desarrolla la racionalidad de la fe porque nunca el cristianismo ha omitido su carácter razonable». El del autor es - concreta Mons. Sebastián - «un método de correlación existencial entre el proceso de la fe y las estructuras de la existencia humana».

Los orígenes de la pretensión cristiana comienza abordando la dimensión religiosa del hombre. A Nasarre le llama la atención que en una cultura en la que se identifica lo religioso con lo irracional, se afirme que «la dimensión religiosa coincide con la dimensión racional. La racionalidad no exige la victoria del nihilismo», más bien lo contrario. «La inteligencia humana - añade Mons. Sebastián - está vinculada a la percepción del Ser. El hombre, en su relación con la realidad se encuentra frente a un Misterio anónimo. Estamos sometidos a la ineludible presencia de un Gran Ausente». A don Fernando, estos primeros capítulos le sugieren un comentario penetrante: «La tentación fundamental respecto a nuestra dimensión religiosa es la renuncia a la pregunta, pero la renuncia es la resignación al Ser, es la renuncia a la humanidad y a la libertad».

Una apelación a la inteligencia
Los dos invitados se zambullen en la parte central del libro. «En esta parte - explica Nasarre - Giussani presenta la originalidad de la revelación cristiana que es una revelación encarnada. La proposición central del cristianismo es una proposición escandalosa, pero razonable. Porque el problema, como se recoge en una cita del libro, es si un hombre culto puede creer en la divinidad de Jesucristo. Jesús muestra, por eso, su divinidad de forma pedagógica». Mons. Sebastián explica en qué consiste esta pedagogía: «Jesús siempre apela a la inteligencia, a la inteligencia amorosa, dice Giussani. En realidad la inteligencia es siempre amorosa, porque sólo el amor despierta la inteligencia. De la convivencia nace el asombro, el descubrimiento del Mesías. Surge entonces la pregunta ¿pero quién eres Tú que aclaras nuestro Ser? Aunque la admiración no es todavía fe. No hay fe hasta que no se produce la adhesión. Jesús se convierte en un desafío inevitable. No se puede pasar de largo, estamos ante un hombre que reclama para sí la adoración de Dios. Y es que el cristianismo no es una doctrina, es un hecho, y encontrarse con Jesús implica siempre una decisión personal».

La centralidad de Jesús
Han dado hace rato las diez de la noche pero no se mueve nadie en el Auditorio Ramón y Cajal, que esta noche alberga a mil asistentes, entre los que está el consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Carlos Mayor Oreja. El arzobispo de Pamplona disfruta ensimismándose con los pasajes del evangelio que don Giussani lee con conmovedora humanidad, en los que Jesús se convierte en un reto para la libertad. Ahora aborda la cuestión moral. «La moral de los cristianos es la moral de Jesús y la moral de Jesús consiste en la relación con el Padre. Jesús no nos trae un código moral, nos trae el conocimiento del Padre. Nos enseña una relación filial». Su intervención adquiere una contundencia poco habitual: «La pretensión cristiana es que Jesús se presenta como el único legitimado para desentrañar el Misterio, la verdad de Dios y, por tanto, la verdad del hombre. Si para el hombre religioso la tentación es distraerse de la pregunta, en el cristianismo la tentación consiste en no aceptar la centralidad de Jesús, afirmar que es importante pero no central».

La plenitud encarnada
Sus últimas palabras las utiliza para dirigirse a Nasarre. Ha planteado con una sencillez admirable la dificultad que le plantea que Giussani afirme que «la religiosidad cristiana es la condición de lo humano». «Jesús es el único hombre absolutamente normativo - explica Mons. Sebastián -, Jesús es la última palabra. Eso no quiere decir que fuera de Jesús no haya verdadera humanidad. Todos los retazos de humanidad provienen de Él. Pero Jesús es el consumador de todo lo humano allí donde se manifiesta. Esta es la pretensión cristiana». Los aplausos son calurosos. «Gracias Monseñor, Gracias Eugenio por vuestra pasión, libertad e inteligencia». Con estas palabras José Miguel Oriol, uno de los responsables de CL en España, cierra la noche. Una noche en la que se ha rendido tributo a la razón.