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Huellas N.6, Junio 2001

BREVES

Cartas

a cargo de María Pérez

ITALIA
Ocurre gratuitamente

Queridos amigos: He ido a los Ejercicios Espirituales de la Fraternidad, un año más a trabajar. Tenía que ocuparme del montaje audiovisual. Durante el día acompañaba a un cámara mientras hacía las tomas. Luego, por la noche, montaba las imágenes con un técnico que por ironías del azar se llama casi igual que yo (él Alessandro Risso, yo Alessandro Rizzo). Cuando llegué, no tenía muchas ganas de hacer ese trabajo, porque quería participar en los Ejercicios con mis amigos. Pensaba: «¿Cómo me va a pasar algo nuevo si no escucho?». En cambio, pasó algo muy grande, más grande que todo lo que podía imaginar (¡como suele suceder!). Mientras estábamos montando la película, Alessandro no dejaba de preguntarme sobre los Ejercicios, el movimiento y lo que eran esos días. Entonces le hablé de nosotros, de Giussani, de la CdO, del Meeting, del Club Santa Clara, de san Ricardo. Acabados los ejercicios; el lunes tenía que volver con mi mujer a casa, a Cerro Maggiore, en tren. Pero era como si él no quisiera separarse de nosotros. Insistió en acompañarnos con su furgoneta hasta casa, aunque para él suponía desviarse bastante, puesto que vive y trabaja en Turín. La historia continúa con este correo electrónico que acaba de enviarme hace unos minutos: «Asombro, admiración y rabia son los sentimientos que me han acompañado en esta primera e involuntaria experiencia de la Fraternità. Los mismos que ahora me empujan a escribir estas líneas. Asombro porque me he sentido fascinado al observar cómo se movía esa multitud de personas… Ni un murmullo, ni un ruido de pisadas: sólo miles y miles de personas que como un río caudaloso que discurre tranquilo, avanzan por su cauce. Me pareció que estaban siguiendo una dirección, iban por un camino preciso. Aunque sólo sea por ese comportamiento tan educado y respetuoso con el otro, habría que tomaros como ejemplo. Aludía antes a la admiración sin límites que me cautivó ante el espectáculo que me regalasteis o que, quizás, robé. Me refiero a los cantos y en particular, a dos que entonaron dos voces que no dudo en definir como ‘penetrantes’. Esos cantos me traspasaron y, a la vez, me introdujeron en una dimensión que no llego a comprender. La primera me inundó de dulzura, la segunda de desolada tristeza. Ambas quebraron la losa que encubría desde hace tiempo mi corazón, liberándolo de los escombros que le tenían prisionero y dejándole salir a la luz. He de admitir que me costó retener las lágrimas. Por eso estoy enfadado con ellas o con “Él”, porque me hicieron esta jugada. Me da rabia porque habéis jugado sucio: utilizar “lo Bello” para conquistar el alma, para abrir una brecha en el corazón y derrumbar las pocas certezas que creía tener, ¡no es leal! Me da rabia que “Él” me haya traído aquí sin pedirme permiso, sin explicarme nada ni darme indicaciones para seguir adelante, dejándome otra vez con mis pensamientos. Estoy enfadado conmigo mismo porque no supe oponer ninguna resistencia ante lo que se me presentaba. A lo mejor, lo que he escrito os resulta infantil o confuso, pero es lo que me ha pasado y lo que siento ahora mientras os escribo. Me ha parecido de ley comunicarlo».
Alessandro

UGANDA
El mismo corazón

El viaje a Alemania ha ido muy bien. Me habían hablado siempre del alemán como de un pueblo duro y escéptico y me planteaba qué podía ir a decirle. Temía que me hicieran preguntas científicas y que no supiera contestar de forma adecuada para defender lo que más amo. Escribía unas notas y luego las tiraba a la papelera. Pregunté a Clara qué le podía decir a gente que sabía más que yo, y me contestó: «Sé tu misma». Así me fui y me he dado cuenta de que el corazón del hombre está hecho de la misma manera en todas partes, es igual en todos. He visto un pueblo destruido por las ideologías, un pueblo cansado, pero capaz de conmoverse ante la verdad. Lloraban realmente todos. Me entró la duda de estar diciendo algo que les escandalizaba, pero María Gross me explicó que era porque estaban muy afectados por lo que les contaba. También los médicos, incluso el jefe de planta de Andreas, y los psicólogos se conmovían porque comprendían que la técnica por sí sola no basta. Un psicólogo me dijo que ellos realizan muchos trabajos de grupo, pero que al final, cada uno sigue por su lado, luego surgen rivalidades y fallan los resultados. Les hablé de don Gius como de mi maestro, y todo el mundo me preguntaba quién era, dónde vivía, cómo se podía contactar con él, cuáles eran los títulos de sus libros… Al final de los actos les enseñaba la foto donde estoy con don Gius (cf. Huellas n 8 -2000) y se conmovían aun más. He tenido diez conferencias en ocho días, todas en lugares distintos, algo que nunca me había pasado. En un determinado momento, me planteé: «Pero, ¿qué hago yo aquí?». Contesté con lo que se me había dicho: «Vas allí para mirar a la gente como lo haría don Gius, para tener su mismo corazón». Traté de estar con ellos como lo habría hecho él. Al final del encuentro en Eichstatt, dirigiéndose a todos, el obispo utilizó literalmente las mismas expresiones que yo había empleado. Dijo que el “yo” es perteneciente desde su origen y que es “alguien” cuando está dentro de una relación. Habló de persona, pertenencia y obras. Al comenzar los encuentros, comentaba la imagen del Ícaro de Matisse para aludir al corazón del hombre, y luego explicaba que todo mi trabajo nace de la pertenencia a la Iglesia. El obispo se conmovió mucho y dijo que en Alemania ni siquiera en la Iglesia se oían cosas así, porque se ha extraviado el significado de todo. Me dio las gracias y me bendijo. De nuevo, se pone de manifiesto que lo que es verdadero vale para todos, no hay nada que hacer, la verdad vale para todo el mundo. No me inventé nada al hablar, sólo repetí lo que dice don Gius y vi a todo el mundo estremecerse. A veces dudaba de si me había explicado y le preguntaba a María y Marcus (el tutzi alemán). Puedo repetir: Quod redemisti, Tú conserva Christe. Es verdad, mis palabras no son nada y esta es la petición justa ante Dios: salva y conserva el origen del corazón del hombre.
Rose, Kampala

MEXICO
Mirándote

Querido don Gius: Después de haberte mirado en los Ejercicios, muchísimos de nosotros conmovidos logramos decir: «te pertenecemos y a través de ti pertenecemos a Cristo». Empezamos la nueva escuela de comunidad y hemos propuesto nuevamente el texto de la canción que nuestro amigo René escribió hace tres años viéndote subir los escalones que te llevaban a inclinarte ante el Papa en la Plaza de San Pedro ahí, en Roma. Nuestro corazón grita pertenencia y gratuidad.
Fraternidad de Oaxaca

La resistencia
Publicamos la carta que una periodista de Buenos Aires escribió a una amiga argentina que estudia en Madrid, a propósito de una posible entrevista con el escritor Ernesto Sabato.
Querida Alicia: La semana pasada se dio bastante publicidad a la participación en la Feria del Libro de Ernesto Sabato. Iría a firmar libros, como siempre. Allá marché yo con su libro Antes del fin bajo el brazo y toda la intención de encararlo tête a tête. Después de dos horas literales de cola llegué a los pies del divo. Le di el libro para que me lo firmase en la página donde está la frase de U.V. Balthasar (la “carátula” del Epílogo). Le dije que yo lo había entrevistado hace unos años para Il Giornale con un amigo y que desde hacía unos meses lo estaba buscando para conversar con él sobre el tema de la positividad de la realidad, para saber si él consentía haber dado un giro en su concepción sobre la condición del hombre y aceptar que en la realidad hay algo que puede ser bueno para el hombre: el Misterio y la necesidad del hombre de verlo y tocarlo. Mientras le decía todo esto él miraba la frase con la mano sobre la boca como prestando atención a lo que decía (me interrumpió cuando no podía escucharme por un anuncio que se dio en los micrófonos). Cuando terminé de hablar me preguntó con tono muy, muy irónico si yo era la hija, sobrina o nieta de este U.V. Balthasar. Enseguida le contesté: «Don Ernesto, yo soy de un movimiento católico que se llama Comunión y Liberación en el que seguimos seriamente las afirmaciones de Balthasar. Con algunos amigos que editan una revista en Italia y en España, queríamos conversar con usted sobre este tema». Él me miró y me dijo: «¡Pero si yo me voy a morir!». A lo que yo añadí: «Sí, pero no todavía». Él cerró el libro y me lo devolvió. Entonces le pregunté si le había molestado lo que le dije, y su asistente - Elvira, creo -, que se puso contenta cuando yo dije lo del movimiento católico, me respondió que no, que lo que pasaba era que estaba muy cansado. Ella agarró nuevamente el libro, lo abrió en la página de Balthasar y se lo dio a Sabato para que lo firmara. Este me preguntó dónde quería que firmase y lo firmó: «Para Silvina, Ernesto Sábato». Le pregunté entonces si podía llamarlo para conversar sobre esto y me dijo que si pudiese encantado, pero que tenía demasiadas cosas que hacer. Y no sé si él mismo se cree lo que escribió con respecto a tener esperanza. Voy a volver a llamar, pero no ya inquieta por entrevistarle sino porque de verdad me da mucha ternura que un viejito como él, tenga que llegar así a sus últimos días. Quizás la insistencia en tocar este tema le resulte beneficiosa para su dolorido espíritu.
Silvina, Buenos Aires

Querida Silvina: Pienso en lo que dice don Gius sobre los poetas, que son profetas sin saberlo. Fíjate a cuánta gente puede hacerle bien leer lo que escribió Sábato en La resistencia, casi sin enterarse. Y me parece genial que, según decía él, ésa es la resistencia, no dejarse vencer por lo que aparentemente creemos querer. Vos podéis preguntarle por lo que verdaderamente quiere.
Alicia, Madrid

Pedro
Pedro, mi hijo mayor, acaba de recibir la Primera Comunión en la capilla del colegio donde él y sus hermanos estudian. La ceremonia estuvo cuidada con esmero por las religiosas que llevan el centro. Las lecturas, la participación de toda la comunidad, la atención de los niños, las palabras sencillas del sacerdote que les ha acompañado durante todo el curso de catecumenado de Comunión y especialmente el coro, formado por voces infantiles, provocaba en todos aquellos que participamos una atención especial a todo lo que acontecía. Llegó el momento de la comunión; José Miguel García concelebraba y se la dio personalmente. En aquel momento insignificante en el que nuestro hijo entraba a formar parte del cuerpo de Cristo plenamente a través del sacramento de la Eucaristía se me pusieron delante los rostros de tantos amigos que forman ese cuerpo de Cristo, a través de los cuales, por pura gracia, yo camino hacia mi destino, y sin los cuales no sé dónde estaría. A la semana siguiente salíamos de viaje con Pedro a Roma a peregrinar a la tumba de san Pedro. El domingo decidimos ir a rezar el Ángelus con el Papa. Eran casi las 12; Pedro, con unos prismáticos que le acababan de regalar, miraba la ventana. Por fin sale; aplausos, es el aniversario del atentado, la gente sigue aplaudiendo. Comienza a hablar en italiano y después de varios minutos entona el Regina Coeli; Pedro se sobresalta, no duda un instante y canta con todas sus fuerzas. Es la misma canción que cantamos en el coche, la familia, cuando vamos al colegio todas las mañanas, y ¡el Papa se la sabe! Pedro ha entendido un poco más lo que significa estar en este pueblo, en la Iglesia, y ha sido el mismísimo sucesor de Pedro quien se lo ha explicado a través de este canto.
Marta, Madrid

La esperanza popular de un cambio
«El resultado de esta consulta electoral estaba ampliamente previsto. Frente a un intento de deslegitimación personal, perseguido con increíble dureza, ha ganado la esperanza popular de un cambio». Este es el comentario a los resultados electorales del Presidente de la Compañía de las Obras. «De momento, para que esta esperanza no quede reducida a un sueño imposible, hay que seguir dos pasos. Primero, es preciso que el resultado electoral se traduzca en una ampliación real de la libertad en la sociedad italiana; segundo, que la oposición no opte por el obstruccionismo ni las manifestaciones en la calle». En fin, la Compañía de las Obras recuerda que ha propuesto al nuevo Parlamento dos proyectos de ley de iniciativa popular sobre el sostenimiento de las organizaciones sin ánimo de lucro y para eliminar todo obstáculo a un pleno empleo poniendo fin al monopolio del estado en el mercado laboral.
Giorgio Vittadini, Milán

Aprender
Queridos amigos: Os he tenido muy presentes este tiempo en Dublín, porque hasta ahora han sido meses durillos y llenos de Gracia. Tantas cosas que pensaba que ya me las sabía, o que ya había entendido hace mucho tiempo, finalmente las estoy entendiendo ahora, se han hecho experiencia y una necesidad. No sé cómo resumiros brevemente estos casi cuatro meses, en los que no han parado de sucederme cosas. Momentos importantes han sido las vacaciones del movimiento (fueron a mediados de marzo), la visita de mi madre y de mi tío Justo, conocer a Giglia, de los Memores Domini y a Mauro Bazzi (capuchino que vive en Bangkok) y sobre todo la relación cotidiana con Agostino y algunos amigos de por aquí: Carmen, Verónica, Owen, Mauro, Ed, Caterina y Guillermo. En las vacaciones de este año me di cuenta de que cada vez me “importa menos” el movimiento, quiero decir, en el sentido de que ya no me hago más problemas y preguntas tipo: «por qué nunca me apetece en principio ir a las vacaciones si luego resulta que siempre son una gracia…» y esas cosas… me da igual, sé perfectamente por qué nunca tengo ganas de ir a las vacaciones, pero eso es lo de menos, lo único que me importa ahora es lo que realmente importa, que se llama Cristo. Las vacaciones fueron un momento para pedirle a Cristo que me diera un corazón sencillo para reconocer lo que hace por mí todos los días, y pedirle también no ya que fuera mejor, sino que me hiciera verdadera, fiel a mi corazón, fiel a Él. En la visita de mi madre en un momento de agobio absoluto y crisis en el trabajo, ella fue como los brazos de Cristo, que me ayudaron muchísimo a vivir ese tiempo; ella, junto con mi tío, me llevaron a aprender que el valor de mi vida no está en lo que hago, no depende de mis éxitos o fracasos en el trabajo, no está en lo que soy o no capaz de hacer, sino en mi propia persona. Mi esfuerzo y desánimo en el trabajo solo tienen sentido en la entrega a Cristo de mi persona cada día. No me queda más que entregarle mi vida cada día, y esperar que Él custodie mi disponibilidad a ofrecerle constantemente todo lo que tengo, lo que soy. Creo que mi conciencia de pecado está cambiando, porque está cambiando la conciencia que tengo de mí misma. Esta Pascua está llena de alegría y sorpresa ante el Misterio que, como dice el Giuss, está más allá de la tranquilidad y la desesperación (no sé si es la traducción correcta de la versión inglesa). Cada vez necesito más reconocer su Presencia y seguir mendigando su misericordia. Desde que llegué a Irlanda, la pregunta de «¿a dónde voy?» no me ha dejado nunca en paz. (Qué narices hago en este país que no me gusta nada en un trabajo que no me gusta nada, después de que, ahora que, cada día que…). Me la he preguntado 100 veces al día. Se la he preguntado 2 veces al día. De momento, solo sé que estoy ante un camino nuevo, desconocido, misterioso, y que estoy alegre. Cristo es nuestro mejor amigo, nunca estamos solos. ¡¡¡Qué suerte tenemos de tenerle como nuestro mejor Amigo!!! Quería compartir mi alegría con vosotros, desearos una feliz Pascua, y daros las gracias de nuevo por todo.
Paloma, Irlanda

Llenos de preguntas
Desde enero me reúno con cuatro chavales una vez a la semana para hacer escuela de comunidad. La propuesta surgió de ellos (me conocen porque participan conmigo en la caritativa: acompañar a los ancianos del asilo del pueblo), que me pidieron ayuda para aclarar dudas que tenían sobre la fe. La propuesta que les hago les rompe los esquemas: la fe no es algo que pueda vivir uno solo, lo importante es ser fiel a una relación concreta y así se experimenta que la vida cambia. Ninguno acaba de creer mis palabras ¿cambiar? es imposible, la vida es una rutina, ¿qué tiene que ver la fe con la vida? Aún así, todos los martes aparecen con las hojas que les voy entregando y llenos de preguntas. Otra propuesta les vuelve a abrir el horizonte; en el mes de febrero se celebra la semana cultural del Instituto, se paralizan todas las clases y los profesores proponen diversas actividades relacionadas con su asignatura. Mi propuesta fue realizar una campaña con el fin de recaudar fondos para El Salvador. Pasamos una semana entera trabajando de sol a sol vendiendo gofres para el CESAL y al final de la semana invité a Javier Gavilanes para que nos contase su experiencia. Dentro de una aparente normalidad sucedió el milagro. Después de despedirnos de Javier, me llamaron estos chavales para decirme que su vida había cambiado, que les había sucedido algo que no podían imaginar. Transcribo parte de una carta que me ha escrito uno de estos chicos: «Cuando terminamos aquella charla, me di cuenta de que todo este tiempo en el que hemos estado ntercambiando ideas empieza a dar sus frutos. Ante mis ojos, me encuentro con un mundo repleto de posibilidades y un camino, un camino muy largo que puede dar mucho de sí... Antes, no era tan feliz como lo estoy ahora, tenía una necesidad, y entonces comprendí que yo solo no podía resolverla, necesitaba tener amigos de verdad, con quienes poder peregrinar por ese largo camino, buscando nuevas experiencias, compartiendo los problemas como si todo formara parte de una sola persona. Ahora las cosas empiezan a cuadrar. Gracias por ofrecerte a guiarnos.» (Salva). Empiezo a comprender que la tarea de la vida es repetir una y otra vez lo que me ha sucedido y me hace vivir cada día siendo partícipe del modo en que Cristo actúa en mi vida y en la de los que me rodean.
Raquel, Vall d’Uixó