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Huellas N.3, Marzo 2001

11 FEBRERO

El mérito de un camino

Luigi Giussani y Angelo Camastri

Don Giussani ha enviado el siguiente mensaje con ocasión del 19 aniversario del reconocimiento pontificio de la Fraternidad de Comunión y Liberación el 11 de febrero de 2001, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes

La vida consiste en la relación con Dios, es decir, con el Padre de Jesús, el misericordioso.
«Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado» (Dt 6,4-7)
Si Dios es misericordioso con nosotros, también nosotros debemos serlo entre nosotros, como dice san Pablo: «Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos mutuamente como Dios os perdonó en Cristo» (Ef 4,31-32).
Esto es lo que quería deciros a todos vosotros, amigos de la Fraternidad, pensando en el aniversario del reconocimiento de nuestra Fraternidad por parte de la Iglesia que ha aprobado y bendecido el camino a la santidad que Dios ha abierto para nosotros. Que esta sea la intención de los gestos de oración que cada grupo de Fraternidad realizará durante estos días.
don Giussani

A continuación, proponemos algunas palabras dirigidas por su excelencia monseñor Angelo Comastri, arzobispo de Loreto, a los grupos de Fraternidad de Loreto, Recanati, Castelfidardo y Recanati durante la misa por el 19 aniversario del reconocimiento de la Fraternitá. Santuario de Nuestra Señora de Loreto,11 de febrero de 2001

Cuando la Iglesia reconoce un carisma se reconoce a sí misma, reconoce su propio misterio y su vida en un carisma.
Don Giussani ha escrito: «El Acontecimiento de Cristo se hace presente mediante un terminal último que es un carisma». Un carisma para ser verdadero no puede ser algo alternativo a la Iglesia. El carisma es Iglesia y la Iglesia se vive a través de un carisma. Porque en la Iglesia hay ramas muertas y ramas vivas, ramas apagadas y ramas frondosas: un carisma es una rama que recobra vida, porque esa vida nace del misterio mismo de la Iglesia.
Bendigamos hoy al Señor por este aniversario. Demos gracias a Dios porque todo es un don suyo, don de su misericordia; y nosotros somos siempre indignos de los dones del Señor y debemos dejarnos sorprender siempre por Él.
Varias veces, viajando por Italia debido a mi ministerio episcopal, he usado la expresión «Acontecimiento de Cristo» y, después de la conferencia, casi siempre se me acerca alguien que me pregunta: «¿Es usted de CL?». Yo respondo: «No, soy cristiano».
Porque CL es cristianismo. Y cuando don Giussani usó por primera vez de manera genial e inteligente la palabra ‘acontecimiento’ para hablar del cristianismo, no hizo otra cosa que decir lo que la Iglesia ha dicho siempre. El cristianismo es un don, una sorpresa, una gracia. El Papa lo ha vuelto a proclamar en su última carta apostólica Novo millennio ineunte: «El cristianismo es gracia, es la sorpresa de Dios que, satisfecho no sólo con la creación del mundo y del hombre, se ha puesto al lado de su criatura. El cristianismo es la religión que ha entrado en la Historia» (NMI 4 y 5).
Damos gracias a don Giussani porque ha acogido la gracia de Dios, la ha repetido y la ha convertido en una experiencia eclesial; la ha plasmado en un carisma, en una manera de vivir la Iglesia hoy, en una forma de vivir el Acontecimiento cristiano en nuestro tiempo. Pero don Giussani tiene otro mérito: haber destacado que el cristianismo es una gracia que nos sorprende siempre y, a la vez, responde al deseo profundo y a las esperanzas del corazón humano.
El cristianismo, es decir, Jesucristo, responde a lo que el hombre busca desde siempre. Me acuerdo de una afirmación muy impresionante de Andrè Gide que después encontré citada en algunos escritos juveniles de Giussani. Andrè Gide, que no se ha distinguido precisamente por una coherente vida cristiana, dijo una vez: «Yo no creo en las palabras de Jesucristo porque son palabras divinas, inexplicables; creo en ellas porque son palabras que ninguna otra boca humana ha pronunciado a lo largo de la historia de la humanidad». El cristianismo sorprende y, sin embargo, responde a lo que esperamos. El cristianismo es gracia, es un don que responde hasta tal punto que dejaríamos de ser racionales si no fuéramos cristianos.
La razón sin la fe se vuelve irracional, porque la fe es luz para la razón. ¡Qué bonito es lo que don Giussani reclama constantemente precisamente sobre este punto!
Don Giussani usa otra palabra muy bella: ‘compañía’. ¿Dónde se puede encontrar hoy el Acontecimiento? ¿Dónde adquieren hoy vida y visibilidad estas palabras? En un grupo de personas que las han hecho vida propia y dan testimonio de ellas. ¡Es muy importante que cada uno comprenda que su persona es el lugar donde se puede tener experiencia del Evangelio! ¡El lugar donde se encarna el Evangelio y se hace contemporáneo a los hombres de hoy!
¡Qué bueno es tener conciencia de ello! Hoy, Señor, a través de nosotros, te haces contemporáneo a este mundo y a su humanidad. ¡Qué responsabilidad, qué vocación y qué misión tan nobles!