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Huellas N.11, Diciembre 1999

BRASIL

Bari-Río: billete sólo de ida

Eugenio De Araujo Sales

La homilía del cardenal de la metrópoli brasileña con motivo de los quince años de misión de don Filippo Santoro, ahora obispo auxiliar, en la parroquia de Copacabana. «No se trata de una obediencia vaga y genérica a la Iglesia, sino precisamente de amor a la persona de Cristo»


El 15 y 16 de octubre la comunidad carioca de CL celebró los 15 años de presencia de Comunión y Liberación en Río de Janeiro. El primer día de fiesta, que se desarrolló en el colegio Sagrado Corazón de María, hubo una exhibición del coro de la comunidad, un testimonio y la presentación del carisma del movimiento, a cargo de don Filippo Santoro, obispo auxiliar de Río de Janeiro, y de otros amigos de la comunidad y un show con los amigos de Belo Horizonte, Chico Lobo y Tatá. Al día siguiente se celebró una misa de acción de gracias, oficiada por el cardenal don Eugenio Sales, y se inauguró una exposición fotográfica que presentaba al movimiento y contaba su historia en Río de Janeiro. Por la tarde, gran cena en el restaurante Ho un amico, con cantos y juegos
Nos hemos reunido esta tarde en torno al altar del Señor para dar gracias a Dios por los favores y las bendiciones recibidas por esta nuestra Diócesis a través del movimiento de Comunión y Liberación.
Recuerdo que, buscando con monseñor Romer un profesor de teología, nos dirigimos a don Giussani y a don Ricci (...): aquellos diálogos tuvieron como resultado la presencia del movimiento aquí, en Río de Janeiro, principalmente a través de la persona de don Filippo. Y hoy, 15 años después, nos encontramos en esta iglesia que tan generosamente acogió, en nombre de la Diócesis, a cuantos iban llegando desde Italia. Contemplando estos quince años, podemos ver muchos frutos en la universidad, en las facultades, en los institutos, en diversos grupos de personas, sacerdotes, seminaristas, curas ya ordenados, que ilustran cómo los favores y las bendiciones del Señor se han multiplicado en este tiempo relativamente breve.
Al mismo tiempo, pienso - y lo recuerdo bien - que la característica de todo este florecimiento es una verdadera fidelidad a la Iglesia, una fidelidad al Papa. Evidentemente, existe todo un trabajo a favor de los jóvenes, de la educación, pero todo ello sucede dentro de este marco de fidelidad. (...)
No se trata de una obediencia vaga y genérica a la Iglesia de Cristo, sino que es precisamente amor a la persona de Cristo, y amor profundo a la obra de Cristo. No se trata de una Iglesia organizada por los hombres, sino de la misma Iglesia que Jesús ha fundado. Con todas sus exigencias, con todas sus determinaciones, en obediencia a la Cabeza de la Iglesia, a la Cabeza visible, el Papa. Esta es una característica de este movimiento que ha recalado en nuestra Archidiócesis. Nosotros nos reunimos aquí, 15 años después, para elevar a Dios nuestro profundo agradecimiento a cuantos vinieron a trabajar, sobre todo a la persona de monseñor Giussani que nos envió a los primeros, entre los que se encontraba el actual Obispo Auxiliar de esta diócesis. (...)

Bendición extraordinaria
Nosotros damos gracias (...) a Dios por haber elegido al movimiento como instrumento de su Gracia, de sus favores en esta Archidiócesis, a través del trabajo que ha realizado aquí. Este agradecimiento se pronuncia en esta iglesia, pero es pronunciado por el Pastor de la diócesis y, por tanto, es toda la comunidad diocesana la que agradece. Se ha elegido este lugar porque fue el lugar, la iglesia, la parroquia, que acogió y a partir de la cual se irradió todo este trabajo apostólico, grande, noble, fecundo, bendecido por Dios, y que nos reúne hoy para dar gracias al Señor.
Las lecturas que hemos escuchado nos dicen mucho respecto al trabajo realizado por el movimiento de Comunión y Liberación. Pero, antes de referirme a las lecturas, quiero recordar la constancia, la frecuencia, con la que el Papa Juan Pablo II, teniendo en cuenta el trabajo desarrollado en todo el mundo por los movimientos, que florecieron sobre todo tras el Concilio Vaticano II, se refiere a ellos como una bendición extraordinaria de Dios para nuestro tiempo. Ayer estaba leyendo uno de sus últimos discursos, dirigido a los obispos canadienses, en el que hace referencia a la fe como profunda unidad, y a la bendición que representan los movimientos para la Iglesia. Recordemos también aquella extraordinaria forma de celebración, hace poco tiempo, en la plaza de San Pedro en Roma, con la inmensa multitud de todos los movimientos, y con la palabra oficial del Papa. Ahora me referiré a las lecturas que acabamos de escuchar, sobre todo a la primera, del profeta Isaías, en la que el autor nos habla de la esperanza del pueblo que retorna del exilio. He ahí un hombre, elogiado por el profeta, Ciro, un pagano que se convierte en instrumento de Dios para reconducir a su pueblo, tras tantos sufrimientos, a la tierra prometida. Es bello pensar que somos instrumento de Dios, nosotros, a veces tan pecadores, y que Dios se sirve de nosotros para difundir sus beneficios a sus hijos, nuestros hermanos. ¡Tratemos de ser buenos instrumentos, para no obstaculizar la Gracia de Dios! Comunión y Liberación ha sido un instrumento de la bendición de Dios y de sus favores en esta Archidiócesis. La lectura del Evangelio es bien conocida; nos habla de la moneda, de «dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios», nos presenta el proyecto de Dios sobre nosotros. El proyecto de Dios confiado a su Iglesia no es un proyecto político, no es un proyecto para producir beneficios en este mundo, no es un proyecto que quiere promover el aspecto material, físico. El proyecto de Dios confiado a su Iglesia, proyecto al que debemos ser fieles, es llevar a Cristo al corazón del hombre. Y llevar a Cristo al corazón del hombre convirtiendo al hombre, alejándole del pecado, produce como consecuencia beneficios de orden material, la alegría del hombre sobre la tierra, inicio de la alegría de los cielos.

Dios y Cesar
El proyecto que Dios confia a su Iglesia no es un proyecto político, no es un proyecto de orden material para transformar este mundo: la transformación de este mundo vendrá de la aceptación del verdadero proyecto de Dios, que es de orden espiritual, y que tiene como consecuencia un profundo efecto también de orden material. «Dar a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar»: aquella moneda llevaba ciertamente la efigie del emperador romano, que era el opresor; el pueblo estaba sometido al imperio romano que imponía con la fuerza de las armas su poder. «Dar a Dios lo que es de Dios y a los hombres lo que es de los hombres»: pero Dios, cuando le damos todo, responde admirablemente en su bondad infinita y nos devuelve todo lo que le estamos dando, nos retribuye; y, como consecuencia de la victoria sobre el pecado, que es la causa de los males, incluidos los materiales, tendremos un mundo diferente, de paz, sin violencia, de tranquilidad ya aquí sobre la tierra.
Hermanos míos, en la segunda lectura, san Pablo, en su carta más antigua, nos recuerda que no basta proclamar la Palabra de Dios, sino que debemos mostrar su efecto en nuestra vida. No es católico el que dice serlo sino que es católico sobre todo quien dice serlo y vive esta fe suya. San Pablo, dirigiendo esta carta a sus hijos, los elogia porque ellos tienen las manos llenas de buenas obras, porque siguen las enseñanzas del Señor.
Nos dirigimos ahora al altar, nos dirigimos al Señor con el corazón agradecido. No sólo agradeciendo al Señor los favores recibidos por nuestra Archidiócesis a través del movimiento de Comunión y Liberación, sino pidiendo a Dios, al mismo tiempo, que bendiga al movimiento, para que continúe ofreciendo cada vez más su contribución de Gracia para nuestra Archidiócesis, para esta comunidad. Así sea.