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Huellas N.2, Febrero 2009

BREVES

Cartas

a cargo de María Rosa de Cárdenas

La misma mirada
El 16 de noviembre, unas quinientas personas concurrieron al Colegio Antonio Raymondi en la ciudad de Lima, para participar en el Happening de CL que llevaba como lema: “Fiebre de vida”. Recibí la invitación de Paolo, un amigo y compañero de trabajo. Fue un día muy intenso, valioso y significativo. Desde que ingresé al lugar sentí la cálida acogida de personas que estimo y que me estiman, el encuentro con amigos. Ver las fotos de Andrés Aziani me produjo mucha melancolía. Recordé a mi querido maestro que despertaba en mí el interés por buscar la verdad y al gran ser humano que fue. Toda su vida fue testimonio de entrega y servicio al “otro”, un ejemplo a seguir e imitar. ¡Cómo olvidar al niño que vivía en él y al hombre apasionado por Cristo! El testimonio del padre Aldo Trento, tocó realmente mi corazón: es como si Dios lo hubiera planificado especialmente para mí. Muchas cosas que dijo el Padre me marcaron profundamente, por ejemplo que «la virginidad es la cumbre del amor». Me identifiqué con él en muchas de las circunstancias que ha vivido y en la descripción del trato que recibió de don Giussani, impactante: «Su mirada, su ternura, su acogida y su abrazo… Me miró como aquella vez Jesús miró al joven rico, a Zaqueo y a la Magdalena, con ternura…». Le doy gracias a Dios por la vida, la salud, la alegría de contar con amigos que me acompañan y que han mostrado interés por mi persona. Participar en la Escuela de comunidad me satisface mucho, porque cada jueves aprendo algo nuevo o lo descubro. Me ayuda leer las obras de Giussani y conocer a estas personas que Cristo ha puesto en mi camino y con quienes estoy haciendo amistad. Me he dado cuenta que las cosas que acontecen forman parte de un propósito divino, nada sucede por casualidad. Gracias Señor por sorprenderme nuevamente de modo inesperado.
Jacqueline, Lima (Perú)

El bien que ha traído Viviana
Querido Julián: En la celebración del Bautismo del Señor tuvimos la gracia de bautizar a Viviana, una niña peruana de siete años que adoptamos en agosto. Esta adopción nos está enseñando –a mi mujer, a mis hijos y a mí– a ser libres de las circunstancias apegados al sentido que encierran. Sólo así todo está salvado: la vocación, el temperamento, el pecado. Desde el inicio sabía que adoptar a un niño o tiene un sentido para el mundo entero –esto es, para la gloria de Dios–, o pierde valor. Adoptar a un niño renueva nuestra vocación a la paternidad. Lo cual implica aceptar a Viviana sin ninguna condición previa, sin ningún cálculo, con su historia de malos tratos y sus problemas de salud. Tal actitud de libertad tuvo como primer resultado, del todo inesperado, su completa confianza en nosotros. La realidad se posee cuando respondemos a su llamada. Por ejemplo, nuestra permanencia en Lima podía haber sido un trámite a la espera de volver a Italia. En cambio, en los 45 días que pasamos en Perú fue fácil confiarnos al Misterio mediante la oración. Así cada día cobró su significado, aunque tuviéramos muy poco que hacer. Finalmente, he asistido al cambio sorprendente de mis hijos, en especial el mayor, de 15 años. Él, que no quería ni siquiera ir a Lima porque creía que le robábamos sus vacaciones, recibió a esta niña con un afecto indescriptible. La comunidad de Lima nos acompañó en todo momento, desde lo más concreto de quien nos consiguió un médico para Viviana, hasta quien simplemente respondió a nuestra petición de compañía y amistad. Tengo un recuerdo especial para Andrés Aziani (cf. Huellas, septiembre de 2008), porque creo que nuestra estancia estuvo marcada por su presencia (murió unos días antes de que llegáramos). Quizá porque, por lo poco que le conocí personalmente hace nueve años y después a través de los amigos de la Fraternidad de Lima, reconocí en él la encarnación de aquella libertad perfecta de la que don Giussani nos habla en la Escuela de comunidad.
Enrico, Giarre, Catania (Italia)

Teresa y su hermano
Elizabeth tiene dos hijas adolescentes y desde hace unos meses su familia ha acogido a un niño de tres años, con una parálisis que lo dejó casi ciego. Su hija Teresa en el patio habla de los planes del Gobierno con sus compañeras. Se discute sobre si se debe abortar cuando el niño corre el peligro de nacer con una minusvalía. Teresa responde: «Sería un niño como mi hermano». Las amigas vuelven a la carga. «Otro motivo que justifica el aborto es que el hijo nazca como fruto de una violación, porque el niño podría tener la cara del violador y siempre le recordaría a su madre ese mal momento», argumentan. Teresa responde: «Como mi hermano. Si la madre tiene miedo de que la cara del niño le recuerde el violador entrégalo a una familia que lo cuide, como la mía, y así será tan feliz como lo es mi hermano». Se hace el silencio. Las compañeras conocen a su hermano y se les caen los argumentos a favor del aborto.
Alcalá, Madrid (España)

El “motor”
Querido Julián: Trabajo como obrero en una industria de cerámica y estoy sufriendo en mi piel la dramática situación de la crisis económica. Desde hace dos meses, nos han reducido el horario laboral y, a fin de mes, pesa mucho la reducción de salario. Tras un inicial sentimiento de rabia y desánimo, opté por vivir en primera persona este momento: me puse a trabajar mejor, con mayor precisión y creatividad. La Escuela de comunidad y los amigos me ayudan en este sentido a tomar iniciativa. No se trata de aplicar las palabras que leemos, sino de asimilarlas para que sean como un “motor” que mueve mis pasos porque da sentido a mi realidad cotidiana. Esto significa para mí obedecer, para no verme desbordado por la situación. Siendo fiel a la Escuela de comunidad ha aflorado en mí un espesor humano hasta ahora desconocido.
Massimo, Rimini (Italia)

Ganas de arrodillarse
Hace 25 años que mi esposo sufre una terrible enfermedad que ha afectado a la salud y tranquilidad de toda la familia. El agobio de la situación económica y emocional que viví durante todos estos años me llevaron a una situación de neurosis y depresión. A sentirme cansada, frustrada, temerosa, atrapada, pero sobre todo con mucho resentimiento por la vida. En busca de un alivio conocí al padre Roberto Zocco y, con él, al movimiento de CL. Acepté su invitación para participar y disfrutar de las vacaciones en San Luís Potosí. Cada día de estas vacaciones, en cada actividad me sentía profundamente emocionada, con un deseo profundo de conocer y leer más sobre este “método de conocimiento” que es la fe. Me emocionaba escuchar hablar sobre el movimiento en Brasil, pero sobre todo cantar y rezar con el Libro de las Horas. Alabar a Dios me hacía sentir su presencia junto a mí. Cada palabra de la oración me nutría, me fortalecía. Tuve conciencia de mi existencia, y cada día antes de dormir daba gracias a Cristo por permitirme vivir ese día. No sabía qué ocurría. Tenía ganas de llorar, pero no de tristeza, sino de arrodillarme ante algo extraordinario. ¿Por qué me sentía tan conmovida? No podía explicarlo, sólo sentía la enorme necesidad de dar gracias al Señor por todo. En el salón de las vacaciones, en la pared estaba colgada la imagen de una barca con los discípulos navegando, Pedro hundido y Cristo dándole la mano para sacarlo del agua. El lema que acompañaba al cartel era el siguiente: “Sin certeza no se puede construir nada”. Empecé a analizar mi vida, qué certezas tenía, yo sólo hablaba de mi sufrir, de mi estrés, de mi soledad, de mi indecisión ante la vida. ¿Quiero seguir sobreviviendo como hasta ahora? No. Ahora tengo la certeza de que Dios me da la vida y de que no estoy sola, ya que a lo largo de toda mi vida reconozco que Dios estuvo, está y estará en mi compañía a través de cada criatura que Él pone para guiarme y sostenerme. Doy gracias a Dios por invitarme a subir a su barca, la Iglesia viva que fundó Cristo.
Jovita, Ciudad de México

Porque somos queridos
Son las 11:30h de la mañana; nos encontramos justo en el centro de la ciudad de Mérida, en la Plaza Grande. Hoy como todos los domingos cierran las calles para que familias y turistas puedan pasear con tranquilidad y disfrutar de un día soleado. Un grupo de amigos se dispone a colgar una manta de un árbol que dice: “El desarrollo tiene rostro: Colecta de Navidad 2008”. Aunque la Navidad y el 2008 ya pasaron, estos amigos de la comunidad de CL se disponen a iniciar una colecta. Antes de comenzar se lee un artículo sobre las obras que AVSI lleva a cabo en el mundo entero. También un fragmento de la Asamblea con Julián Carrón sobre el Banco de Solidaridad, ya que así ellos al entregar paquetes de comida se relacionan con personas y los acompañan. Recaudamos fondos para asociaciones como el Centro Educativo Edimar en Campeche y la DIJO, A.C. (Desarrollo Integral de la Juventud Oaxaqueña, Asociación Civil) en Oaxaca. Después de compartir estos artículos cada quien con su bote comienza a solicitar ayuda. Le pedí dinero a una señora que iba con su hija mayor con síndrome de Down, quien introdujo unas monedas en mi bote. Me preguntó si la quería y yo le contesté que sí. Este hecho me hizo caer en la cuenta de por qué hacemos esta colecta: porque somos queridos. Donamos nuestro tiempo gratuitamente, como agradecimiento por todo lo que hemos recibido.
Gloria, Mérida, Yucatán (México)

Patrona del Estado
Nuestro querido arzobispo, monseñor José Luis Chávez Botello quiso celebrar el Centenario de la Coronación de Nuestra Señora de la Soledad como patrona de Oaxaca.
Sus esfuerzos obtuvieron visibles frutos porque fue ocasión para que todo un pueblo manifestara su pertenencia a la Virgen de la Soledad, ligada a nuestra historia por Su iniciativa, desde el siglo XVII y también para que este mismo pueblo tan dividido desde los conflictos de 2006, volviera a ser un solo cuerpo participando de los festejos. En el programa no estaba escrito que la Virgen de la Soledad saldría a las 14.00h hacia el auditorio Guelaguetza en donde se celebraría el Centenario de su Coronación Pontificia declarándola patrona del Estado de Oaxaca, pero la gente acudió igualmente a la Iglesia y, cuando Ella salió a la calle de Independencia, se escuchó la ovación cerrada de todas las personas que la esperaban llenando el trecho de Su casa al auditorio. No había equipo de sonido, ni organización para el contingente que espontáneamente la siguió, pero no hizo falta porque guio el Rosario el hombre de voz más fuerte. Los cantos salieron solitos: las viejitas se sabían mejor las estrofas así que las seguimos. A las cuatro de la tarde llegamos al auditorio sobre el Cerro del Fortín para la Misa solemne celebrada en medio de un silencio impresionante. En cada gesto, cada instante en medio de trece mil personas atentas, nada estuvo fuera de lugar. Terminó la Misa con cantos, con “olas”, con porras que no se hicieron esperar: «Te robaron Tu corona, pero sigues siendo Patrona», «A Cristo, camino, verdad y vida bajo el Manto de María». Luego, empezó la Guelaguetza: bailaron siete regiones en Tu honor, Madre querida, te hicieron versos, cantaron. La misma fiesta de siempre pero con celestial invitada.
Cecilia, Oaxaca (México)

Curso de formación
Querido Julián: El pasado noviembre, Alberto Villa vino a nuestro colegio, para dar un curso a los maestros de primaria y de la escuela infantil. Su llegada fue precedida por un periodo de fuerte tensión entre compañeros, a causa de la reforma Gelmini (ndt., reforma del sistema educativo en Italia). Nos atacaban porque no nos habíamos declarado en contra de la reforma y a favor de la escuela estatal en cuyo ámbito trabajamos. La relación con algunas colegas, que siempre nos han estimado, se había complicado mucho. Estábamos muy preocupadas por el curso de formación, sobre todo por el número de participantes: de las cincuenta y dos que asistieron el pasado mes de junio, ¿cuántas volverían a apuntarse? Además queríamos que todo estuviera perfecto: el lugar, la música, el proyector. En realidad, cuando llegó el momento, no nos dieron nada del material que habíamos solicitado y, sin embargo, sí estaban las maestras. A medida que el maestro Villa presentaba el curso, es decir, cantaba, gesticulaba y bailaba, el rostro de nuestras compañeras pasó del escepticismo y la reserva, a la distensión y a la disponibilidad a escuchar y participar activamente. Al finalizar el curso, conmovidas, mostraron su agradecimiento al maestro. Una de ellas dijo textualmente esta frase: «¡Es otro mundo!». En la escuela, al día siguiente, todo era distinto, se las veía a todas más serenas y dispuestas a colaborar. Lo cual nos hizo experimentar de nuevo lo que es “una presencia que cambia”.
Mónica y Ana María, Fossombrone (Italia)

Agradecidos por la caritativa
A pesar del escaso número de miembros de nuestra comunidad, todos tenemos claro la importancia que tiene para nuestras vidas el juntarnos y seguir la Escuela de comunidad. La propuesta, un tanto dubitativa para nosotros, de una caritativa fue apoyada recientemente por nuestros visitors, Eduardo y Javier, planteándose cómo una muestra de madurez de nuestra vida en la fe. Ahora visitamos, una vez al mes, una residencia de ancianos. La finalidad es acompañar simplemente a gente que por razones diversas, pasan los últimos años de su existencia, alojados en esta institución de índole cristiana, las hermanas de Santa Teresa Jornet, también conocidas como las Hermanitas de los Pobres. Es una gracia para nosotros encontrarnos mensualmente con Sor Carmen, una monja menuda en tamaño que no en espíritu y que rebosa actividad, amor a los semejantes y una tremenda paz interior. Todo ello lo vemos claramente en su especial trato a los ancianos y en su constante actitud por mejorar y facilitar la vida de las personas que la rodean. Lo que en principio era una visita formal, se ha convertido en el transcurso del tiempo en una relación de amistad con algunos ancianos que realmente agradecen la escasa hora y media de visita mensual que les prodigamos. Somos conscientes que cualquiera de las actividades que allí desarrollamos, desde conversaciones de índole político, económico, religioso o sencillas actividades sanitarias, van más allá de la aparente simpleza de las mismas y tienen como último objetivo la gloria de Cristo Jesús. El comienzo es duro, difícil, perezoso, pero, de manera paradójica nos damos cuenta que siempre salimos más contentos. «Gracias», nos dicen tanto Sor Carmen como los ancianos. Aunque somos nosotros quienes realmente estamos agradecidos. Hemos constatado en esta experiencia simple, cómo la amistad es una obediencia. Hemos entendido de manera clara, cómo interesarnos por los demás es una exigencia de nuestra naturaleza. Por eso salimos con alegría, con esperanza y fe por el hecho de que ¡se puede vivir así!, y que cada domingo mensual, acudamos al asilo para aprender a cumplir con ese deber y en definitiva, aprender a vivir como Cristo.
Germán, Alberto y Juan, La Coruña (España)

Un trabajo serio
Soy arquitecto, con estudio en Murcia, ocho empleados en la actualidad. Nunca me había faltado los encargos, incluso con épocas de ingente trabajo. Desde hace un año, muchos clientes han rescindido los contratos por falta de recursos, lo que nos ha obligado a redimensionar la empresa, reducir gastos y buscar otros sectores de negocio más prometedores. En todo caso, se nos obliga a un cambio de mentalidad, en ocasiones con derivadas insospechadas. He tenido que suprimir el contrato de la empresa que limpiaba el estudio y ahora lo limpio yo. El otro día me sorprendí, mientras limpiaba el baño, ofreciéndole ese trabajo al Señor, pidiendo hacer la tarea con la conciencia de construir mi persona, pidiendo ser sencillo y estar disponible, pidiendo por mis empleados. He descubierto que mi autentico patrimonio es el Señor. Por ello, no quiero perder en este camino nada de lo que más amo: mi familia, el seguimiento al movimiento, en definitiva, mi corazón. Me gustaría encontrarme al final de este tramo de camino más hombre, más unido, más realista, más confiado en la providencia del Señor y más audaz. Desde hace un par de años un grupo de amigos ligados a la empresa nos vemos de vez en cuando, pero últimamente, nuestros encuentros tienen la urgencia de compartir tentativas y caminos que cado uno descubre y recorre que puedan beneficiar profesional o empresarialmente a los demás; no nos vemos como competencia sino como compañeros de camino que comparten un ideal, el deseo de aprender a trabajar como Jesús.
Carlos, Murcia (España)

Aceptar el reto
Soy un empresario cordobés. Para sacar adelante mi negocio, he llegado hasta China, pero las cosas van mal en el sector de la platería. Estoy despidiendo gente y cuando tengo que hacerlo les explico que el negocio se ha acabado. Tenga una buena relación con ellos, pero algunos me dicen: «Somos amigos, pero una cosa es la amistad y otra cosa el dinero que te tengo que sacar». Para mí esta está siendo una ocasión para aprender la gratuidad. Sabes perfectamente que van a por ti, que están divididos entre la relación que tienen conmigo y lo que significa en el terreno laboral. Pero, a pesar de todo, yo puedo seguir mirándoles bien. No quiero renunciar a la unidad de mi vida, no quiero renunciar a separar el afecto que tengo a mis empleados de la relación profesional. Toda esta situación me lleva por pura necesidad a aceptar el reto que Carrón lleva haciéndonos dos años, el reto de ir al fondo de lo que vivimos. Así, me descubro libre, no obsesionado por el miedo a perder mi casa o lo que he construido. Hay una cuestión operativa importante, la ayuda que me ofrece la comunidad cristiana se concreta en cuestiones prácticas: esta semana, por ejemplo, he estado utilizando la oficina de un amigo en Madrid como si fuera mi casa.
Rafael, Córdoba (España)

El factor X
Soy arquitecto y padre de familia numerosa. Hace tiempo invertimos en modernizar nuestra empresa y desde entonces han ido disminuyendo los trabajos. Además, los que hacemos no los cobramos. En un momento determinado el dinero que iba del trabajo a casa se paró y los bancos también se pararon. Hemos llegado a tocar fondo. Los problemas económicos familiares son serios. Sin embargo, ésta es una circunstancia en la que se nos está haciendo presente el Señor que nos mira y nos dice: «Sólo Yo os basto. ¿Por qué te empeñas en buscar otras cosas?». Un juicio así no lo da la propia dificultad, lo da estar acompañado. Y nosotros estamos acompañados en todo, la gente te acompaña en lo más concreto. Incluso recibimos ayuda de personas que están peor que nosotros. Paradójicamente, esta circunstancia se ha tornado un bien. ¿Por qué? Porque estamos viviendo de la Providencia realmente. Nos hemos dado cuenta de que, en realidad, hay un factor con el que no contábamos. No basta una red de amigos, es necesario que veamos con nuestros ojos que hay un factor en la realidad que tiene una fuerza en la que podemos apoyarnos, esto es, que el Misterio está presente.
José Joaquín, Pamplona (España)

Cumaral (Colombia)
Después de diez años…

Conocí el movimiento a través de don Carlo, en un momento de mi vida muy doloroso. Mi hijo de 11 años hizo amistad con una familia que lo convenció para que terminara su bachillerato en distintos colegios, lejos de su familia; luego al terminar sus estudios, lo invitaron para que se fuera a vivir con ellos a otro país dejando todo, sin ir a la universidad. Los primeros años fueron de mucha tristeza, pero gracias a mi permanencia en la Escuela de comunidad comprendí que los hijos no son “nuestra propiedad”, y que cada uno debe hacer su camino y lo único que yo podía hacer era permanecer con fidelidad y pedir al Señor por mi conversión y la de él. Después de diez años mi hijo regresó ya casado y con tres bellos niños, pero sólo venían de visita. Por un verdadero milagro, a la vuelta de una peregrinación a la Virgen de Chiquinquirá, decidieron quedarse con nosotros durante un año, mientras le ayudábamos a construir su casa. Ellos vieron y recibieron el abrazo de nuestras amigas de los Memores Domini, Patrizia, Dorís, Ana, y el del padre Marco que nos acompañan. Ahora mi hijo trabaja con nosotros en nuestra pequeña empresa y han empezado a asistir a la Escuela y a los gestos que propone el Movimiento junto con su esposa. Además, ellos mismos han invitado a sus compañeros de trabajo, de los cuales ya siete asisten a nuestros encuentros.
Cecilia

Seguir
Querido Julián: Cuando don Giussani dice que «obedecer es seguir el descubrimiento de sí mismo llevado a cabo por Otro» pienso enseguida en mi historia. Vivo en esta isla desde hace ya quince años. A lo largo de este tiempo he permanecido en contacto con el movimiento. El sacerdote de mi parroquia solía decirme: «Tú eres el movimiento allí donde resides». Acepté trasladarme aquí porque existe la Iglesia católica, siendo esencial para mí tener la posibilidad de participar en la Eucaristía. La apertura de Leckram, mi marido, respecto a mi experiencia de fe y su aceptación de que Davide, Valeria y Luca recibieran una educación en la fe cristiana, son otros signos de que el Espíritu actúa siempre, cuando lo invocamos. Hasta el día de hoy no existe todavía un verdadero grupo de Escuela de comunidad, pero sigue viva en mí la tensión a reconocer el acontecimiento de Cristo que sigue manifestándose en lo cotidiano. Agradezco al Señor todos los encuentros que se me ha concedido. Con algunas de estas personas existe una verdadera relación de amistad, nacida al hilo de la catequesis que doy en el colegio. Desde hace un tiempo, algunas madres me han propuesto ayudar a algunas madres solteras de la localidad. Es un gesto de caridad que quizá me permita hacer visible el carisma que don Gius ha recibido y al que tú obedeces, haciéndolo fructificar con la ayuda de Dios. Rezo con mi hija Valeria y el pequeño Luca de dos años y medio, mientras que Davide de 18 años se encuentra en París estudiando. Desde hace poco, ha conocido a la comunidad de CL en París.
Laura, Islas Mauricio

Una reunión diferente
Es tan bello lo que estoy viviendo que quiero convidar a todos los que están cerca de mí a que conozcan el Movimiento. ¡Página Uno de diciembre es un texto esplendoroso!, y por eso no dejé pasar la oportunidad de mostrárselo a mis amigas con las que me reúno semanalmente. Leímos juntas y comentamos. La reunión fue diferente a la de todos los miércoles, gracias a Su presencia. Con nada pago tanta Gracia.
Itzel, Oaxaca (México)

Indicios
Querido Julián: Hace unos días fui a visitar a una antigua cliente. Durante la conversación me contó este hecho. Con su marido, se encontraba en Sicilia por trabajo y, visitando una empresa agrícola, notó que el cuidado, el orden y la organización de la empresa se parecían mucho a los que nosotros tenemos cuando preparamos los actos del Centro Cultural. Durante la cena le dio la enhorabuena a los dueños y les confió que su forma de trabajar ya la había visto en sus amigos de CL. Sus interlocutores, al oír esto, se miraron sorprendidos diciéndole que ellos también pertenecen al movimiento. Así que se pasaron la noche hablando de su experiencia. Lo que me llama la atención es que cierta mirada sobre la realidad concreta sorprende y captura.
Pasquale, Recanati (Macerata)