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Huellas N.4, Abril 1999

CHAGALL

A propósito de un artículo de don Giussani

Franco Vignazia

« Dios, la perspectiva, el color,
la Biblia, la forma y las líneas,
las tradiciones y todo
lo que se dice “humano”,
esto es, el amor,
la protección, la familia,
la escuela, la educación,
la palabra de los profetas
y también la vida con Cristo, todo esto se ha perdido.
Quizás me he visto asaltado
a veces por las dudas
y en tales situaciones
he pintado un mundo al revés,
he cortado las cabezas
de mis figuras,
las hize pedazos
y las dejé volar
por mis cuadros».

Marc Chagall

Preparando las imágenes para dar una clase a mis alumnos de tercero de enseñanza media sobre el arte del diecinueve, entre los cuadros de Chagall, hice un hallazgo extraordinario que resultó ser un verdadero “encuentro”: Un óleo sobre tela de 1952/66 titulado Exodus.
En él Chagall representa al Pueblo de Israel viajando hacia la Tierra Prometida. Más allá de los hebreos del tiempo del Éxodo de Egipto, están representados todos los demás, que a lo largo del tiempo fueron perseguidos y “sacrificados” (podemos ver también en las imágenes las aldeas rusas del pogromo y los deportados de la segunda guerra mundial), en permanente camino hacia la tierra que mana leche y miel, en espera, en la espera.
A espaldas del pueblo, en medio de él, aparece Jesús crucificado, el único elemento que es luz, mientras que el resto está entre sombras, en tonos grises.
Me quedé impresionado por la coincidencia, en el tiempo y en el contenido, de esta obra de arte y el artículo de don Giussani escrito durante las fiestas de Navidad. («Nosotros somos judíos», La Repubblica, 2 de enero de1999, ndr).
La pintura es una obra tardía de Chagall. Su producción final parece recuperar, incluso en el modo de representar, un impacto con la realidad que completa el aparente mundo de sueño precedente.
¡Estoy agradecido al movimiento porque educa también mi mirada hacia lo bello!