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Huellas N.4, Abril 1999

FIDES ET RATIO

El gusto por la racionalidad

Manuel Oriol

«¿Qué es la fe?». Silencio. «Y ¿qué es la razón?». Silencio. La escena de la primera lección en el liceo Berchet, tan querida y tantas veces evocada, pone en evidencia la importancia crucial que estas dos palabras tienen para nuestro carisma. Por ello, cuando el Papa promulgó en septiembre del año pasado la encíclica «Fides et Ratio», dedicada a exponer las relaciones entre la fe y la razón - o más concretamente entre filosofía y Revelación cristiana -, algunos estudiantes de filosofía de la Universidad Complutense de Madrid comprendimos que no podíamos dejar de ocuparnos de ella


La ocasión era inmejorable para poner en juego el juicio que vamos aprendiendo respecto a lo que estudiamos, y para aprender cómo viven su pertenencia a la Iglesia quienes, por delante de nosotros (en todos los sentidos), se dedican a la filosofía. Después de descartar otras opciones, nos decidimos a proponer unas Jornadas Filosóficas en la Facultad, de modo que pudiéramos exponer nuestra experiencia y confrontarla con otros alumnos y profesores de la misma. Contra todo pronóstico, la iniciativa fue tomando cuerpo. Tanto el Decanato de la facultad como el Vicerrectorado de Extensión Universitaria recibieron el proyecto con entusiasmo, dispuestos a financiar gran parte de los gastos. A decir verdad, el “cartel” no era para menos: Armando Segura, catedrático de Filosofía Moderna y Contemporánea de la Universidad de Granada, Javier Prades, profesor de Teología Dogmática de la Facultad de Teología de Madrid, Juan Miguel Palacios, profesor de Filosofía moral de la Universidad Complutense y Massimo Borghesi, profesor de Filosofía de la Religión en la Universidad de Perugia.

El interés de la Facultad
A medida que se iba acercando el 5 de marzo, fecha prevista para la primera sesión de las Jornadas, iba creciendo la convicción de que teníamos entre las manos algo que nos sobrepasaba y que se demostraba en pequeñas cosas: varias conversaciones inesperadas y prometedoras con profesores de la Facultad y otras personas a las que proponíamos participar; el encuentro de preparación con Javier Prades que nos insistía en no dejar pasar la ocasión sin llegar hasta un juicio; la disponibilidad y agradecimiento de los ponentes desde el primer momento; o la misma amistad entre nosotros que, aun entre dificultades, era cada vez más nítida y esencial, como ayuda para mirar a un mismo punto. Por fin, llegó el momento de la verdad.
El salón de grados de la Facultad estaba lleno. El Decano, J.M. Navarro Cordón, tras valorar la iniciativa de las dos asociaciones convocantes (Atlántida Filosofía y Universitas - Asociación para la Investigación y la Docencia) y recordar que el cristianismo ha empapado la historia de la filosofía occidental, cedió la palabra a Armando Segura, antiguo compañero suyo.

Los contenidos
Éste expuso algunos de los puntos nodales que la Encíclica plantea sobre la filosofía, insistiendo en que el apoyo fundamental de la razón es la fe, entendida como virtud teologal, pero también como confianza en la capacidad de la razón y como fidelidad a la propia experiencia. A continuación tomó la palabra Javier Prades, quien expuso desde un punto de vista teológico las características propias de la Revelación cristiana como acontecimiento y la repuesta adecuada del hombre, que es la fe. Esta respuesta no anula la razón y la libertad humanas, sino que las dilata, las exalta.
El sábado, cuando la facultad está siempre vacía, se volvieron a reunir unas 80 personas en el paraninfo para escuchar a nuestros ponentes. Juan Miguel Palacios expuso detalladamente el problema de la compatibilidad entre filosofía y fe, reavivado en Francia en los años 30, y expuso la tesis de Maritain al respecto: la fe influye en el cristiano que ejerce la filosofía, pero no puede influir en la filosofía considerada en sí misma. El criterio de verdad filosófico es la evidencia, pero las certezas que otorga la fe son de otro orden. Según Massimo Borghesi, el verdadero desafío para la fe no es ya la separación entre fe y razón sino más bien la pretensión de la filosofía de constituir ella misma la vía de la salvación. El pensamiento moderno - según Borghesi - convierte progresivamente a la razón filosófica en el ámbito de la redención (de lo finito, del mal, etc.) y, por ello mismo, niega el carácter histórico de la salvación propio del cristianismo. La salvación consistiría en un proceso de elevación interior hacia la idea eterna y no en el encuentro con un acontecimiento histórico. Sin embargo, en la llamada postmodernidad se hallan algunas corrientes y autores, como el último Wittgenstein o determinado pensamiento judío, que devuelven la filosofía a su dimensión original de nostalgia de la redención (F. Rosenzweig). Esto hace posible un nuevo diálogo entre filosofía y cristianismo.

Frutos de apertura
El Vicerrector de Extensión Universitaria, Ramón Rodríguez, clausuró las Jornadas reclamando para la Universidad una ruptura de los particularismos que retome el verdadero sentido de la Universitas, de la cual, señaló, no puede estar ausente, como no lo está en el resto de Europa, la Teología. Pero quizá lo más novedoso fueron los vivos diálogos que se produjeron a continuación de ambas sesiones. El público se sintió realmente interpelado por las Jornadas, como lo demuestra el hecho de que muchos nos hayan pedido que publiquemos las actas.
En definitiva, ha valido la pena tomarnos en serio la determinación inicial. La gente que hemos conocido; las relaciones que se han favorecido entre nosotros; la amistad con personas no sólo de gran competencia filosófica, sino que viven una unidad entre su trabajo y la experiencia cristiana y manifiestan la utilidad del esfuerzo llevado a cabo. Una iniciativa sirve, en primer lugar, a quien la realiza. Estas jornadas nos han proporcionado un renovado gusto por nuestros estudios, una mayor capacidad de juicio y una apertura en las relaciones.