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Huellas N.1, Enero 2005

PRIMER PLANO Moscú

Promotores de una conciencia nueva

Bernard Ardura*

Ofrecemos a continuación algunos pasajes del artículo publicado en L’Osservatore Romano (5 de diciembre de 2004, p. 8) sobre la inauguración de la Biblioteca del Espíritu.

Hace cincuenta años este Centro cultural, dirigido por Jean-François Thiry, empezó a publicar en lengua rusa más de ochenta obras de cultura general, de espiritualidad y de teología, tanto de autores católicos como de ortodoxos. En la actualidad el Centro consta de una importante red de distribución por todo el territorio de la Federación, con un catálogo de más de 700 títulos, vendidos desde San Petersburgo a Vladivostok, desde Ucrania a Bielorrusia, desde Kazajstán hasta Moldova. (...) Ante una muchedumbre tan numerosa que desbordaba la nueva sala de conferencias, la ceremonia de inauguración estuvo marcada por las intervenciones de los fundadores del Centro: monseñor Kondrusievic, que es también presidente de Cáritas para Rusia Occidental; el metropolita Filarete, presidente del Centro cultural Santos Cirilo; el padre Romano Scalfi, director de “Russia Cristiana” (quien al no poder acudir envió su intervención); y Metodio de Minsk, representado por el padre Vladimir Smalij, vicerrector de la Academia de Teología ortodoxa de Sergej Posad. Su santidad Alexis II, patriarca de Moscú y de toda Rusia, envió un mensaje de felicitación por la iniciativa, con «la esperanza de que vuestra colaboración con la Comisión Teológica Sinodal de la Iglesia ortodoxa rusa se desarrolle ulteriormente». Después de la vibrante intervención de S.E. monseñor Antonio Pennini, nuncio apostólico, representante de la Santa Sede en la Federación Rusa, el cardenal Poupard transmitió la felicitación expresada por Su Santidad el papa Juan Pablo II en un telegrama enviado por el Cardenal Secretario de Estado. (...) En su intervención, el cardenal Poupard subrayó sobre todo que «si los centros culturales saben conservar la sal y la luz del Evangelio, su acción será fecunda como la levadura, y toda la masa del mundo crecerá y asumirá la forma de una nueva civilización, la civilización del amor. Estos centros desarrollan, por lo tanto, un papel profético, promueven una conciencia crítica en la sociedad civil y dan testimonio de confianza hacia los hombres y mujeres a los que se dirigen».

*Secretario del Consejo Pontificio de la Cultura