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Huellas N.1, Enero 2004

SOCIEDAD España

25 años de Constitución. Manifiesto de CL

Publicamos la nota de prensa que Comunión y Liberación ha difundido al respecto

Hace 25 años, la sociedad española alcanzó con responsabilidad y sacrificio un acuerdo, plasmado en el texto constitucional, que amparaba la convivencia en paz y libertad de todos los españoles, superando viejos enfrentamientos históricos. Como han señalado los obispos españoles, nuestra Carta Magna es el fruto de una voluntad sincera de entendimiento, y un instrumento de convivencia entre todos.
Por eso, al celebrar estos 25 años, reconocemos con gratitud el servicio de todos los que la hicieron posible: la Monarquía, los redactores, los líderes políticos de la transición, los sindicatos y empresarios, y los diversos movimientos que articulaban nuestra sociedad. En ese proceso tuvo también un papel protagonista la Iglesia Católica, que fomentó la reconciliación entre los españoles y preparó el camino de la transición democrática defendiendo y promoviendo el ejercicio de los derechos de reunión, expresión y asociación durante el anterior régimen.
En el ámbito político toda institución es limitada. Estamos muy lejos de sacralizar la Constitución, que establece sus propios mecanismos de reforma. Sin embargo ha tenido la virtud de establecer un marco que ampara la pluralidad social dentro de nuestra unidad, un factor sustancial del bien común que nos ha legado la historia. Ha permitido asimismo un periodo de convivencia, tanto en lo que se refiere a los territorios como a las identidades culturales, dentro de un proyecto común.

Los nuevos desafíos ante los que nos encontramos 25 años después muestran que no basta disponer del texto constitucional para garantizar la convivencia en paz y en libertad. Es necesario el protagonismo de personas y comunidades vivas movidas por el deseo de responder a la exigencia más profunda del corazón humano, es decir, movidas por la esperanza de una prosperidad personal y social según todas sus dimensiones materiales, culturales y espirituales. Para favorecer ese protagonismo, en tiempos de horizontes cada vez más reducidos, ninguna tarea es más urgente que la de educar un pueblo en la estima efectiva de tal exigencia. Por ello, le conviene por encima de todo la presencia de una comunidad cristiana a la altura de los desafíos.

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El pasado 6 de diciembre cumplía veinticinco años la Constitución que ha permitido a España vivir el periodo más dilatado de estabilidad, desarrollo y democracia de toda su historia. El mérito de esta norma legal, limitada e imperfecta como toda institución jurídica, había sido glosado por los obispos españoles que la calificaron como fruto maduro de una voluntad sincera de entendimiento, y como marco jurídico ineludible para la convivencia. Sin embargo esta celebración se ha visto ensombrecida por diferentes planteamientos de ruptura. Durante el solemne acto celebrado en el Congreso de los Diputados, el Rey Juan Carlos evocó la generosidad y los sacrificios de todos que permitieron alcanzar este gran pacto y señaló como uno de sus mayores logros haber entendido la unidad nacional en la diversidad solidaria de las comunidades que la integran. En un ambiente marcado por la solemnidad, y por la tensión de los últimos debates sobre la unidad y cohesión de España, el Rey afirmó que la Constitución es el marco sólido, estable y flexible para afrontar el futuro común de los españoles y advirtió el riesgo de dilapidar ese caudal de entendimiento con planteamientos que puedan poner en peligro la estabilidad y seguridad de todos.