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Huellas N.1, Enero 2009

EDUCACIÓN - Madrid

De los insectos al sentido del mundo

Fernando de Haro

Con tres años de andadura el Colegio Newman cuenta ya con una historia importante. El Colegio Kolbe nació uno años antes con el mismo impulso ideal.
Comparten el mismo camino educativo, tanto que las familias han empezado a llamarles el “Kolman”…


Magdalena Regalón y Nuria Gonzalo están sentadas juntas en el comedor de profesores. El comedor de alumnos está ya casi vacío, los 973 chicos y chicas del J. H. Newman descansan antes de comenzar el trabajo de la tarde. De fondo, esa inconfundible sintonía de un colegio grande en el que la vida hierve en juegos, carreras y conversaciones, la infancia y la primera juventud en plena ebullición, estrenando el mundo. Estamos en uno de los barrios nuevos de Madrid, en las Rosas. No lejos de corazón de la capital, quince minutos en coche. La mayoría de los vecinos son familias jóvenes. Magdalena y Nuria eran peluqueras y las dos han acabado dedicándose a la educación infantil. Nuria es la más joven, está de prácticas: «Me gusta este colegio, el primer día que llegué me trataron como si me conocieran de toda la vida». Magdalena es madre de dos hijos que tardaron mucho en llegar. Después de siete años de matrimonio, por fin, se quedó embarazada y dejó la peluquería en la que trabajaba. Cuando los niños llegaron a la edad escolar pidió plaza en el Newman y la consiguió. «Desde el principio la atención que dedicaron a mis hijos me llamó la atención. Acababan de poner el colegio en marcha y me sorprendió el esfuerzo, la dedicación, el modo de trabajar que tenían los profesores». «Me sentía atraída, me fui involucrando en lo que me pedían, en algunas actividades para padres –explica Magdalena–. Era una relación en la que se notaba que tú les importabas. Cuando me propusieron que me incorporase como educadora infantil no lo dudé».

Pertenencia y responsabilidad. Nuria ha acabado trabajando en el colegio, otros padres no, pero se sienten igualmente implicados. «Hace unos días –cuenta Juan Ramón de la Serna, director del Newman– un padre que se había cambiado de casa para poder tener una plaza me daba las gracias, me decía que por el precio de dos alumnos estaba educando a cuatro personas: a sus dos hijos, a su mujer y a él mismo. Nos conoció buscando un buen colegio para sus hijos y ahora participa en la vida y las iniciativas de Comunión y Liberación».
Isabel García Serrano, es profesora de Lengua y Literatura, se ha incorporado este año. Tiene doce de experiencia. «En el Newman hay un modo interesante de trabajar: los profesores del mismo departamento confrontamos los contenidos que impartimos. Seleccionamos aquéllos que más pueden formar. Es necesario que los chicos entiendan que la Literatura puede proporcionarles una experiencia de la belleza, hay que ayudarles a que los textos que leen se conviertan en una provocación para ellos».
«En el área de Ciencias –explica Lola Calvo, profesora con casi veinte años de docencia– fomentamos una experimentación práctica que suscite una pregunta en los alumnos. Si tienes que explicar la clasificación del mundo animal, preferimos partir de un grupo concreto, por ejemplo, los insectos. Es lo que tienen más cerca. Los observan con la lupa, los miran, experimentas con ellos y así consigues abrir una brecha, una pregunta sobre el sentido de las cosas. A través de un aspecto particular suscitas la curiosidad por la realidad». De los insectos al sentido del mundo.
En otras de las mesas come Enrique Arroyo, director de la ESO y de Bachillerato, profesor de Filosofía. Es, junto a de la Serna, una de las personas que trabajó en la puesta en marcha del colegio. «Empezamos en el curso 2005/2006 y lo más importante desde entonces ha sido el desarrollo del proyecto educativo y el trabajo con los profesores». Arroyo recuerda lo que hace unas semanas le ha dicho una profesora de su equipo: «No comparto vuestras “ideas”, pero siento que pertenezco a lo que estáis haciendo». Y añade: «En muchos colegios los profesores están quemados, están mirando el reloj para marcharse, pero aquí hacen más horas de las que tendrían que hacer sin quejarse. Asumen una responsabilidad nueva, que está hecha de una corrección común y de la implicación en la vida de los alumnos. Junto con los profesores de los colegios Kolbe, Newman y algunos de otros centros, estamos haciendo una labor de revisión cultural de las asignaturas y de la didáctica en unas reuniones mensuales, en lo que llamamos “el Kolman”».

Lo primordial. El nombre es una “fusión” de dos iniciativas que surgieron casi al mismo tiempo. Poco antes de que el Newman abriera sus puertas, echaba a andar en septiembre de 2003 el Colegio Internacional Kolbe que cuenta con 650 alumnos y que ha comenzado su sexto curso escolar. Un grupo de padres de Villanueva de la Cañada, un pueblo residencial a cuarenta minutos del centro de Madrid, donde se instaló un grupo de familias de CL no estaba satisfecho con la educación que se les ofrecía a sus hijos. Buscaron dinero y un lugar para crear una alternativa. Consiguieron muchas pequeñas aportaciones de familias que se convirtieron en accionistas de una sociedad mercantil, el apoyo del Ayuntamiento para contar con un terreno y el del Gobierno regional de la Comunidad de Madrid que les concedió el régimen de concierto. El concierto es el sistema creado en España para los colegios de iniciativa social que se integran en la red pública. La Comunidad Autónoma, que es la que tiene las competencias educativas, paga a los profesores. Ángel Mel fue hasta 2002 directivo en una gran multinacional. Ahora es el director. «El verdadero patrimonio –explica– con el que el colegio nació fueron las innumerables relaciones que hicimos desde marzo de 1998 hasta septiembre de 2003, el tiempo entre la puesta en la marcha del proyecto y la apertura del colegio. La idea de hacer un colegio surgió con los amigos que fuimos conociendo en el pueblo. Nacimos con la credibilidad que nos daban las relaciones y las amistades de años». Mel afirma que la prioridad de la dirección del colegio es el profesorado: «El trabajo con los profesores es la cuestión primordial: su selección y acompañamiento».

No basta con oponerse. Acaba de celebrar una asamblea con los padres sobre la asignatura de Educación para la Ciudadanía, la materia con la que el Gobierno de Zapatero quiere adoctrinar en la ideología de género y en el relativismo. Mel ha participado en la plataforma que durante la primera legislatura de Zapatero sacó un millón de personas a la calle para protestar por su reforma educativa. Mientras se producían las grandes movilizaciones fue la cara visible de la plataforma Tiempo de Educar, promotora en el curso 2005-2006 de un manifiesto apoyado por decenas de personalidades públicas y de encuentros en toda España en los que se reproponía la hipótesis educativa de don Giussani. Mel, que estuvo reunido con Zapatero, siempre sostuvo en esos meses que la mejor forma de defender la libertad era ejercerla. En eso sigue: «Asistieron 80 padres al acto que organizamos sobre Educación para la Ciudadanía (EpC). Muchos están muy agradecidos. Es habitual recibir cartas de agradecimiento de los padres por el trato y la educación que reciben sus hijos, el colegio se ha convertido en una compañía para ellos mismos. En la zona de influencia del colegio, nos identifican con una propuesta cristiana clara. Hemos hablado no sólo de cómo oponernos a EpC, sino de cómo educar, por eso es por lo que están agradecidos».
Empiezan las clases de la tarde en el Newman. Junto al comedor, ya vacío, suena un piano y las voces de unos niños que cantan. De la Serna recuerda como empezó todo. «Ya en las vacaciones de Ávila, hace más de veinte años, soñábamos con hacer un colegio». Hace diez años habló con varios amigos, quería concretar la idea que habían acariciado. Solicitaron al Ayuntamiento de Madrid el terreno sobre el que se levanta el colegio. Pero se encontraron con el rechazo. Buscaron apoyo y dinero entre empresarios, políticos y responsables de la Iglesia. El respaldo decidido del cardenal arzobispo de Madrid, monseñor Rouco Varela, y el de unos cuantos, pocos, amigos del mundo de la política permitió desbloquear el proyecto. Antes de que se iniciara su construcción, cierta prensa anticatólica, convirtió al “nonacido” Newman en un símbolo contra el que luchar. Al final el pleno del Ayuntamiento aprobó la cesión del terreno un 21 de febrero, aniversario del nacimiento del cardenal converso. El proyecto sufriría todavía algunos frenazos y en algún momento se llegó a barajar la posibilidad de congelarlo. Hasta septiembre de 2005 las dificultades financieras no cesan. Pero en ese mes se abren las puertas.
De la Serna también ha tenido un papel relevante en la movilización social que ha generado la asignatura de EpC. Mel y De la Serna, junto a los muchos amigos que hacen posible el Newman y el Kolbe, han sido una voz original en una cuestión que marca la actualidad española. En comunión con los obispos, que han hecho un llamamiento para que se combata una materia que pretende que el Estado adoctrine, han aprovechado la ocasión para profundizar la intuición educativa que les ha animado estos años. Se han multiplicado las asambleas, las tomas de postura conjuntas. Frente a la pretensión del Estado, han subrayado la potencia de maestros que ayudan a juzgar la realidad, la confianza en la capacidad de la objetividad las evidencia del corazón para hacer frente al poder.

Laicidad positiva. En una Comunidad Autónoma como la de Madrid, en el que el porcentaje de colegios de iniciativa social llega hasta el 30 por ciento, el Kolbe y el Newman representan numéricamente poco. Pero junto a los padres, también los políticos, las autoridades educativas y los compañeros del sector les han hecho caer en la cuenta que suponen una novedad. Otros directores, con más experiencia, les escuchan con atención; las autoridades les buscan para que asuman colegios que se han quedado sin fuelle; las organizaciones educativas están muy pendientes de lo que dicen. Una experiencia construida de abajo arriba, capaz de suscitar entusiasmo donde hay mucho tedio e inercia; capaz de generar curiosidad cuando muchos sólo buscan calidad de enseñanza y muchos sólo ofrecen instrucción en un país en el que el fracaso escolar supera el 30 por ciento. En una España en la que las filas se cierran cada vez más entre los que defienden y atacan valores desde posiciones ideológicas, el Newman y el Kolbe adquieren relevancia social por la respuesta que suponen: dos obras en una zona tan fronteriza como la de la educación, en la que sólo el testimonio dirigido a la libertad es capaz de abrir espacios. Así construyen sociedad. Es la laicidad positiva de la que hablaban Sarkozy y Benedicto XVI, en acto. De la Serna me cuenta un nuevo proyecto para formar profesores. En alguna clase Lola Calvo debe estar explicando los insectos, enseñando la pasión por el destino del mundo. Nuestra conversación se ha acabado, pero el piano sigue sonando.