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Huellas N.1, Enero 2003

BREVES

Cartas

a cargo de María Pérez

ITALIA
El extraño cristiano

Debo agradecer a Ezio Mauro su artículo «A la derecha avanza un extraño cristiano», publicado en La Repubblica el 16 de noviembre. Criticando la transmisión en la RAI del programa de Socci Excalibur, describe magistralmente qué es el acontecimiento del cristianismo y el cambio que trae al mundo el encuentro con Cristo. Es algo que escapa a toda clasificación o esquema, como él mismo demuestra cuando, tras una detallada descripción de los católicos como un mosaico de componentes políticos “mañosos”, afirma: «Sin embargo, siguen siendo algo en sí mismos, una presencia diferente en la nueva derecha». Es fastidioso no lograr una explicación racionalmente aceptable del fenómeno que es el cristianismo, sobre todo si sucede hoy. Se tolera mientras permanezca encerrado en los libros de historia o en una Iglesia anticuada y enmohecida. Pero cuando el encuentro con Cristo se hace evidente en los rostros, los gestos, la mirada de la gente, en la televisión y, como afirma el mismo Mauro, se propone como portador «de la Verdad, una verdad (...) naturalmente hegemónica, como si coincidiese con la democracia, con el bien común», entonces se vuelve incontrolable,indestructible, imprevisible. Y para algunos insoportable, porque obliga a admitir que la salvación viene de Otro. Y si viene de Otro significa que tú no decides cómo, ni cuándo, ni por qué. No comprendes y te rebelas ante la agonía de tu vecino que se está muriendo y, cuando casi no le queda vida, te desanimas y te rindes en tu lucha imposible contra el mal. Para el hombre imposible, pero posible para Dios. Porque Cristo no quita el dolor. Él sufrió, también vio morir a su mejor amigo y después él mismo murió. Pero ha resucitado. Este es el carácter excepcional del cristianismo y Mauro la entiende muy bien al escribir: «Como otros muchos católicos (...) sostiene que ha “encontrado” a Dios. Pero no a través de la adhesión a una doctrina o a una filosofía religiosa, sino a través de ese “acontecimiento” que es el nacimiento concreto, físico del cristianismo hace dos mil años». Así, cuando lloras la muerte de tu vecino y tratas de acallar las preguntas que te corroen, pero no te atreves a hacerlo porque en el fondo sabes muy bien que tu corazón exige una respuesta, llega un amigo y te dice: «Yo no pretendo anestesiar tu dolor y tus dudas, pero te aseguro que te quiero y quiero tu felicidad. Desde ahora mismo». Justo lo que quisiste oír desde siempre. ¿Cómo puedes no seguirlo? ¿Cómo no abandonarte a ese abrazo concreto e inmenso? ¡Uno desea sentirse unido a Él siempre, en cualquier lugar! Aunque le hubiera sucedido a una única persona sobre la faz de la tierra esto bastaría para cambiar el mundo. Además les ha ocurrido a millones de personas. Y es tan impetuoso y concreto que cambia hasta el modo de comer y beber. Y la gente se da cuenta. Puede rebelarse, puede criticarla, o bien, como Ezio Mauro, tratar de encauzarla de un modo más sutil: convenciéndonos de que, en el fondo, «la cultura católico-tradicionalista no sabe que es “parte” de la Italia de hoy. Habla como si fuera la verdadera identidad compartida y aceptada por el país, una especie de “naturaleza” nacional finalmente recobrada». El único modo de oponerse a ella es venderla como una más entre las muchas alternativas que el mundo propone, una alineación más, una doctrina más. Mauro lo hace contradiciéndose él sólo, dado que unas líneas más arriba afirma que el cristianismo no es una doctrina o una filosofía religiosa. No, no lo es. Simplemente, es la más extraordinaria experiencia humana. Y Jesús de Nazaret, el hombre más fascinante de todos los tiempos.
Viola, 3 de liceo jurídico-económico, Carate Brianza

ARGENTINA
Tu “sí” más allá del océano

Querido don Giussani: Me llamo María Sol, tengo 15 años y soy argentina. Hace tiempo que quiero escribirle para darle las gracias por existir. Sin usted, yo no sería yo. Gracias a usted puedo decir que soy yo. Sin usted y sin el Movimiento, mi vida no sería mi vida. Por ello, mil gracias. Si no le hubiera conocido (porque yo le conozco, aunque no personalmente, y le quiero mucho), no habría tenido la experiencia de Cristo. Sé que, de uno u otro modo, habría conocido a Jesús, pero no sé si me habría adherido a Él de la misma forma. Creo que no. Es usted quien me ha cambiado la vida. No puedo pensar en usted sin una profunda gratitud, porque sin conocerme me ha dado y me da todo. O mejor: usted ha hecho que yo tenga una mirada diferente y vea que todo me lo da «alguien más grande», y así viva la vida diaria de forma diferente, con otros ojos. Por esto no puedo imaginar qué habría sido de mí sin usted. Aprovecho la ocasión también para contarle algo increíble que está pasando gracias a usted. Algunos chicos de GS de Italia han venido a interesarse por las dificultades que estamos viviendo aquí en Argentina y se están moviendo, están dando lo que pueden ¡para que aquellos de entre nosotros que tienen problemas económicos puedan ir a las vacaciones del Movimiento! De verdad, es impresionante, porque significa que «alguien más grande» les permite hacer una algo así. Y de nuevo me viene a la cabeza la palabra “gratitud”. Hemos empezado a escribirnos por correo electrónico. Tengo muy buenas relaciones y le aseguro que nos hemos hecho verdaderos amigos, en Cristo y por Cristo. Aun viviendo más allá del océano, son más amigos míos que los que viven a dos manzanas de mi casa, lo cual me asombra y me hace entender que todas mis relaciones me las da Dios. ¡Todas! Además, me ayuda a comprender que yo sería incapaz de mantenerlas, de mantener ni siquiera una de ellas. Es más, a veces parece que trato de destruirlas con mi pecado. A pesar de ello, ¡Él me las da y las conserva! Porque una amistad sin Cristo no es verdadera. Como tú dices: ¡«Yo soy cero, Él es todo»! Es de veras asombroso. Una vez más, mi querido y estimado amigo, gracias, gracias por todo, gracias por tu “sí” a Cristo siempre. Tus “sí” fueron y son necesarios para que yo pudiera y pueda pronunciar los míos. Sin el tuyo, yo no habría pronunciado jamás el mío.
María Sol, Buenos Aires

ITALIA
El cardenal en Escuela de comunidad

Queridos amigos: El martes pasado tuvimos en nuestra Escuela de comunidad una visita especial e inesperada: la de nuestro cardenal Dionigi Tettamanzi. El día anterior yo había pedido a monseñor Franco Bignami - que todas las semanas nos permite reunirnos durante la pausa del mediodía en una sala de la Casa del Clero, de la que es rector - si podía pasarse al día siguiente a darnos la bendición para Navidad. Me respondió que, dado que el cardenal iría a comer con ellos, pensaba pedirle que se pasara él mismo. Así, el martes vino primero don Franco trayéndonos la bendición y diciendo que el cardenal llegaría con un poco de retraso. Al rato llegó el cardenal. Don Franco nos presentó como un grupo de amigos que se reunían todas las semanas y que deseaban conocer a su arzobispo. El cardenal nos dijo que él también estaba encantado de conocer a sus fieles y que por la tarde se acordaría de nosotros encomendándonos al Señor, tal como suele hacer por las personas que conoce durante el día. Le explicamos que nos veíamos semanalmente en el rato de la comida para hacer la Escuela de comunidad. Le llevamos los saludos de don Gius y le regalamos Huellas. Dos amigos que estaban presentes me mandaron después este mensaje: «Gracias ante todo por habernos dado la oportunidad de conocer al cardenal. Volviendo a la oficina con Roberto, expresábamos nuestro asombro. Es lo que había en nuestros corazones (hombres de poca fe) que no creíamos que el cardenal viniera de verdad, y es lo que experimentó el cardenal, que no se esperaba encontrarse ante cincuenta trabajadores. Si mal no recuerdo, “Sólo el estupor conoce”». Estamos agradecidos a don Franco por ofrecernos este nuevo signo de estima y afecto; y agradecidos al cardenal por haber venido a visitarnos permitiéndonos también a nosotros «ver en su visita un eco y una prolongación de la visita que Dios mismo ha realizado a la historia de la humanidad con la Encarnación de su Hijo Jesús», como él mismo nos deseaba en las palabras de la bendición de las familias. Y estamos agradecidos a don Gius, sin el cual ni siquiera habríamos podido imaginar nuestra amistad y seríamos simplemente extraños los unos a los otros.
Tiziana con los amigos del centro de Milán

Testigos en la realidad
Queridos amigos: En nuestro país estamos viviendo un tiempo bastante difícil. Reina un ambiente de violencia y confrontación y cada día se complica más la situación. Desde hace 12 días estamos en una huelga general por la que la mayoría de las empresas del país están paradas, principalmente la industria petrolera, lo que ocasiona dificultades en el transporte de personas y alimentos. Gracias a Dios todas las personas de nuestras comunidades se encuentran bien. Frente a esta realidad, para nosotros la experiencia del Movimiento nos ayuda a recobrar la conciencia de nuestro papel frente a esta crisis. Cuando la mayoría siente y transmite odio, violencia y desesperanza, nosotros estamos llamados a ser testigos de algo más grande, de aquello que es la única posibilidad para reconstruir un pueblo: Cristo. Son de gran utilidad para nosotros, porque nos ayudan enormemente a entender también nuestra situación, las palabras de Giussani en sus últimos mensajes y los editoriales de Huellas de Octubre y Noviembre, los cuales hemos trabajado en algunos encuentros. Lamentablemente, hemos tenido que suspender la Escuela de comunidad en Caracas y algunos gestos que teníamos previstos para este tiempo de Navidad, porque no es seguro; pero hemos estado en contacto con nuestros amigos para ayudarnos a juzgar juntos lo que estamos viviendo. Agradecemos todos los mensajes que hemos recibido de amigos de fuera manifestándonos su apoyo y unidad en la oración.
La comunidad de CL de Venezuela

Esperanza que no muere
Querido don Giussani: La imagen de Jesús en el pesebre junto a la Virgen y a San José nos anuncia que la esperanza que nuestro corazón anhela no muere nunca; nace y resucita cada año con la fuerza que no nos puede dar nadie más que Él. Esta vez la Navidad en nuestra patria tiene un significado particular. Nos trae una renovación y abre para Cuba una nueva era. Este año, un hermano católico cubano ha sido galardonado por el Parlamento Europeo en Estrasburgo con el Premio Andrei Sajarov a la libertad de conciencia y la lucha pacífica por el respeto a los derechos del hombre. Para Cuba no puede haber hoy mejor regalo que este. Un galardonado con un premio así no puede quedar oculto por la prensa o por el escepticismo. La Navidad abre también en Cuba nuevos caminos para los hombres. Esos hombres que llevan impresa la imagen de Dios, del Dios de la justicia y la Misericordia; y que por lo tanto no pueden cruzar los brazos, ni bajar los ojos ante las injusticias y las violaciones de sus derechos y libertades fundamentales, entre ellas la de vivir y expresar su fe sin temores ni represalias. Navidad es celebrar que Dios, haciéndose hombre, nace para enseñarnos a luchar y denunciar las injusticias. No con armas, sino con amor, no con revanchas, sino con el entendimiento, el diálogo y la buena voluntad. Sólo así, y no de otra forma, podremos vivir cristianamente, como hijos de Dios, y construir una sociedad justa y digna para nuestros hijos. La Navidad anuncia un futuro cierto y cercano de respeto para todos, sin excluir a nadie. Construir una sociedad de derechos, abierta, plural y democrática, no es tarea solo de políticos; es la gran tarea de los hombres comprometidos con Dios, con su patria y con el ser humano. Si no fuera así, los hombres quedaríamos a merced de las políticas; pero de la otra forma serían las políticas las que estarían subordinadas al hombre. Llegue desde aquí mi voz en nombre de muchos amigos a todos ustedes, deseando de corazón que sigan llevando al mundo el mensaje de comunión y amor del Señor de la Historia palpable entre los hombres. Que el premio concedido a nuestro hermano Oswaldo Paya Sardinas, y en su nombre al pueblo cubano, sea el mensaje de esperanza, de amor y de justicia que con los brazos abiertos acogemos y entregamos a Jesús de Nazaret y a ustedes en esta Navidad.
Un amigo de La Habana

Epifanía
Querido don Gius: Usted me ha ido formando con el tiempo y siempre hace que me cuestione por los acontecimientos que vivo. La Epifanía del Señor no puede quedarse en una visión romántica como si fuese un relato para niños por la llegada de Los Reyes Magos. La Epifanía es la presentación al mundo de Dios Todopoderoso, es reconocer el poder sobre los poderes, el Rey de Reyes y resulta paradójico que desde entonces y ahora mismo ese poder no sea reconocido por su propio pueblo - hoy, además de los judíos, estamos los cristianos - y Su poder lo ven, críticamente tal vez, gobernantes extranjeros, con otros cultos, lenguas, etnias, tradiciones y costumbres. Hoy conmemoramos que los poderes del mundo rindan tributo al Rey de todos los hombres, al Niño Dios que acaba de nacer; este poder del Cielo y de la tierra nació hace dos mil años y aún no lo reconocemos. Es trágico que la estrella de Belén trate de iluminar la Tierra Santa y quede oculta tras el humo y la oscuridad provocadas por el conflicto de Oriente Medio. La Luz del mundo se presentó y nosotros hoy lo olvidamos fácilmente, hundidos en el afán por alcanzar posiciones sobre un pináculo poderoso en vez de inclinarnos ante el Único, ante lo más real que existe y que es Dios encarnado y hecho hombre entre nosotros y por nosotros. Con estos juicios salí de la misa dominical de mi parroquia, deseando en el corazón que la “hipótesis positiva” a que nos llama don Giussani nos llene de esa esperanza viva aunque el horror del terrorismo y la lucha de los poderes del mundo estén bullendo alrededor. Puedo decir que la “fuente viva de Esperanza” que es la Virgen - como nos recuerda el Manifiesto de Navidad 2002 - me abre el corazón y la mirada hacia esa luminosidad de estrella que siempre se me da en los encuentros de Escuela de comunidad, retiros y asambleas, en la vida de la comunidad.
Otilia, Ciudad de México

Inexorable positividad
Cuando don Giussani nos reclamaba a reconocer «la bondad inexorable de lo real», me resultaba un poco abstracta la frase. A través de una circunstancia laboral concreta experimento y compruebo su veracidad. La complicada situación económica, social y cultural de Argentina hizo que desde marzo del año pasado por un reacomodamiento de horas de cátedra, me encuentre trabajando en una escuela de alto riesgo en la periferia de Bahía Blanca, en el Barrio Maldonado, una zona donde la vida transcurre en condiciones de extrema pobreza. La situación se agravó en los últimos años: desempleo, hambre, violencia, alcoholismo y droga son las coordenadas de mi nueva situación. Esto hizo que mi modo de dar las clases, mi vocabulario, toda mi experiencia como docente resultaran inadecuadas. Ante esta dificultad concreta conversé con trabajadores sociales, asistentes educacionales y maestros experimentados, que solo contribuyeron a dar más o menos detalles descriptivos de una realidad por demás conocida por mí. Fue la obediencia a la historia de gracia que es el Movimiento lo que me indicó la modalidad: la adopción a distancia. Sin abandonar las reticencias de mi fatiga inicial, empecé a proponerlo en la escuela, pues me parecía una experiencia única: una “maternidad” o “paternidad” verdadera como nos enseña don Gius, con absoluta discreción, respetando la realidad del niño, su idiosincrasia, su familia; una gratuidad que busca la fecundidad del otro sin pedir nada a cambio, la demostración de la verdadera caridad; una nueva generación de la persona que sostenida y acompañada por adultos responsables gestionan su propio futuro. Como nos dice Giussani: «nos movemos porque las cosas nos solicitan y el color de la vida extrae su raíz de este hecho». A partir de ahí empezó un torrente de gracias: la disponibilidad de Roberto, un maestro del tercer ciclo que se ofreció como coordinador comenzando a seleccionar a los chicos; la anuencia de Nora y Silvia del equipo directivo, que en todo momento colaboraron pasando a limpio los informes previos; Gustavo, un fotógrafo, que se ofrece a sacar periódicamente las fotos para los informes de los chicos; Analia, armando los stads; Ramiro, pasando las cartas en la computadora, Leo, Silvia y Victoria, visitando empresarios para obtener fondos para hacer la presentación pública en la ciudad; Graciela, buscando la vajilla; Andrés, acompañándome y ayudando en los detalles, especialmente con los medios de comunicación; el padre Walter, que quiere colaborar provocado por la dura realidad y propone a todos esta forma de ayuda concreta; Mónica, una amiga clarisa y tantos otros. Como Carlos, un periodista que quedó sorprendido y al final de una nota preguntó: «¿Y ustedes porqué hacen esto?». Contesté, porque experimentamos palabras que la cultura actual olvida, por ejemplo ‘caridad’, y porque nos interesa el hombre concreto, desde el cual se regenera la sociedad. Días después en otra nota cuando se apagó la cámara nos saludó afectuosamente diciendo: «Conversé mucho con mi familia y decidimos hacer una adopción». Para esta historia no hay límites de espacio ni de tiempo: cuando se enteró Guillermo (un amigo que circunstancialmente se halla una temporada en Milán), me propuso colaborar como fuera, al igual que otros de su Fraternidad; el resultado fue que dos de los chiquitos de la escuela tienen padrinos italianos y una costarricense. Todo un pueblo que se pone a disposición con lo que tiene, con lo que es, la gente-gente que se adhiere al impulso generador del carisma. Y «lo que sucedía, mientras sucedía, suscitaba estupor, ya que era Dios quien lo llevaba a cabo». Pasaron los días y tras la presentación surgieron doce padrinos, un montón de amistades nuevas, la confirmación de que «si se mantienen las relaciones y crecen en caridad, las distinciones y las diferencias (los obstáculos) llegan a ser una colaboración». Cuando don Gius nos reclamaba el año pasado diciendo «el Movimiento quiere indicar no un camino sino el camino para afrontar el drama existencial del hombre», nos solicitaba a un paso de responsabilidad «que nos devuelva al punto donde todo empieza» y de madurez para con el Movimiento y todo lo que sus iniciativas proponen. Cuando un pueblo se mueve, dentro de una realidad aun hostil como puede ser la de Argentina hoy, se puede construir sobre la aparente negatividad del presente que se convierte en “oportunidad para”. Entrado el mes de diciembre empezamos a proponer la Colecta del Banco de Alimentos, en medio de virtuales amenazas de saqueos a los supermercados. Dificultades para poner fecha para la iniciativa y negativas de dos de las grandes cadenas de supermercados hacían aparentemente naufragar la iniciativa. Como siempre sucede, el encuentro con otro hizo que «la herida de la realidad se vuelva propensa a abrir los límites que si no nos harían sentir muertos». Efectivamente se realizó la colecta: recaudamos 570 kg de alimentos no perecederos, encontramos diez nuevos amigos scout que trabajaron codo a codo con nosotros y se objetivó nuestra amistad con estudiantes de secundaria, universitarios, trabajadores y amigos de lo amigos que con alegría rompían la monotonía de un sábado de compras, con una sonrisa atenta y una disponibilidad contagiosa. Leo, un amigo de la Escuela de comunidad, me decía: «¡Es increíble lo que este hombre (don Gius) hace para que nosotros vivamos el contenido de la fe en la vida concreta. Yo nunca imaginé vivir algo así! En la realidad de la Argentina de hoy estos “pequeños, grandes milagros”, despiertan la conciencia de un pueblo que busca y hacen manifiesta «la esperanza que anula cualquier límite a futuro, en la que se apoyan todas las búsquedas del tiempo que pasa». Por la Gracia de Dios y la pedagogía de Giussani somos testigos y protagonistas de un torbellino que mueve la aparente esterilidad de la realidad, y estamos agradecidos por esto.
Cristina, Bahía Blanca (Argentina)