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Huellas N.1, Enero 2003

CL EN EL MUNDO

Perú. Movidos a compartir lo que hemos recibido

Francisco Bustíos Castro

Nuestros amigos de Cajamarca, una pequeña ciudad del norte del Perú, organizaron un acto publico que reunió a 150 personas en medio de los Andes, a comienzos de diciembre. La experiencia que nos transmiten coincide con el lema escogido para el encuentro: “un acontecimiento de libertad”


Conmovido ante la belleza de una puesta de sol, de un arco iris o de una noche estrellada, uno no puede evitar recordar a alguien querido y ausente, pensando «¡Cómo le gustaría ver lo que yo estoy viendo!». O, con más nostalgia aún, “¡Cómo me gustaría contemplar esto junto con él!».
Esta misma necesidad profunda de compartir lo que nos conmueve fue haciéndose cada vez más urgente para el grupo de amigos que nos reunimos los sábados para la Escuela de comunidad de Cajamarca, a medida que iba creciendo nuestra gratitud por las respuestas que encontrábamos y por la unidad que se iba construyendo en cada reunión. Ese deseo tomó forma cuando decidimos organizar un encuentro público al que pudiéramos invitar a todo el mundo.

De Florencia a Cajamarca
El título debía ser algo que tuviera que ver con la vida de todos y que fuera siempre actual: la libertad. La persona adecuada para desarrollar un argumento semejante llegó en el momento oportuno, por una coincidencia afortunada. El expositor sería nuestro amigo Giovanni Paccosi, sacerdote florentino, profesor de la Universidad Católica Sedes Sapientiae de Lima, con quien tuvimos la fortuna de encontrarnos de paso en Chiclayo, ciudad cercana a Cajamarca, en ocasión de la presentación del libro Los Orígenes de la Pretensión Cristiana y que aceptó entusiasmado nuestra propuesta. No podíamos pedir más; los vientos eran favorables y sólo faltaba lanzarnos mar adentro, a trabajar.

Con una bendición
La preparación del evento supuso un gran esfuerzo de conciencia. Era el momento de poner en juego todo lo que habíamos venido comprendiendo desde hacía varios meses en la Escuela, manteniendo firme el propósito con el que habíamos empezado: compartir un encuentro y una amistad, esa fuente la novedad que es el Movimiento. Las reuniones de los sábados en el salón de la Iglesia San Francisco, el rosario compartido por las mañanas, la lectura de los textos de don Giussani, adquirieron un tono más intenso, a medida que se acercaba el 9 de diciembre, fecha de la conferencia. Por aquellos días, el llamamiento del Obispo de Cajamarca, muy buen amigo nuestro, a recordar todo lo que la Iglesia esperaba de nuestra pequeña comunidad, más que un reto fue una bendición.

Crear amistad
Sin embargo, en medio del acelerado trabajo de diseño y pegado de los afiches por toda la ciudad, las coordinaciones con la prensa, las invitaciones y la distribución de los volantes, fue providencial la llamada de Giovanni desde Lima, recordándonos que el gesto era una etapa dentro de un camino, y no la culminación de una historia. Nos hizo ver la importancia de afrontar lo que vendría después de la conferencia, el “nuevo inicio” para el Movimiento en Cajamarca. Y sobre todo, nos ayudó a recordar lo que queríamos, a no olvidar que se pretendía crear vínculos personales, ofrecer a los demás una amistad dentro de la que se pudiera reconocer la verdad, y no una simple exposición de ideas.

Con austera sencillez
El día del evento, a las cinco de la tarde ya no había nada más que hacer; un corto paseo por la preciosa campiña de Cajamarca sirvió para llenar el corazón con la dulzura del paisaje, preparándonos para el gesto afectuoso que pretendíamos completar un par de horas más tarde.
El local elegido, una hermosa y antigua capilla de piedra del siglo XVII, lucía elegante en su austera sencillez, decorado con las banderolas del Movimiento. Unas ciento cincuenta personas crearon un ambiente cordial y alegre, en el que se pudo sentir desde lejos la amistad que había inspirado todo el proyecto.
Giovanni, como de costumbre, estuvo claro, sosteniéndose durante la conferencia en la fuerza del carisma de Giussani que llega al corazón de todo hombre. Fue un encuentro en el que, como nos pide don Gius, lo central no era el encuentro mismo, o lograr un éxito, sino el corazón, las exigencias humanas de cada uno y el estupor por un “Acontecimiento de Libertad”, en el cual uno se reconoce envuelto como en un torbellino. Luego, preguntas interesantes del público. Todo lo que nos gusta encontrar en Escuela de comunidad, ¡pero con mucha gente!

Gratuitamente
Para terminar, una reunión de despedida con vino, queso cajamarquino, una guitarra y muchas canciones. Asombrados y felices por lo bien que había salido todo, no podíamos dejar de darnos cuenta de que esa amistad, inimaginable en otros ambientes y ahora compartida con tantos, no la habíamos ganado por nuestro cuestionable encanto personal, sino que era un regalo desproporcionado que venía junto con la presencia de Quien colma nuestro corazón y por ello nos impulsa a dar gratuitamente todo lo recibido. Y nos permite confiar en inicios aun mayores, esperándonos a la vuelta de cada esquina.