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Huellas N.1, Enero 1999

BREVES

Cartas

A cargo de María Pérez

PARÍS
En la Sorbona

El padre Renaud, responsable de la Aumonerie (capellanía) de la Sorbona, nos convocó un día para hablar sobre nuestra petición de hacer Escuela de comunidad en los locales del centro. Lo primero que nos dijo fue que el grupo del movimiento tenía que hacer suya la razón de ser de aquel lugar: la Aumonerie está situada frente a la entrada de la Sorbona de París y tiene como vocación el desarrollo de la presencia cristiana dentro de la universidad. Dicho esto, accedió a dejarnos la sala para la Escuela de comunidad, acogiendo este gesto como expresión de la vida de la Aumonerie. El padre Renaud nos propuso que uno de nosotros participara en el equipo que coordina las actividades del centro para dar testimonio de la experiencia que vivimos dentro del movimiento, para comunicar las iniciativas que se proponen y para estar más directamente implicados en la vida del centro mismo. Añadió asimismo que sería útil que nosotros mismos pudiésemos informar directamente al obispo auxiliar, responsable de la pastoral universitaria, sobre las iniciativas de relieve sostenidas por el movimiento. Agradeciéndole su gesto, le explicamos que, a partir de la experiencia del año pasado, vivir el cristianismo dentro de la universidad era una exigencia que sentíamos como nuestra, y que por eso no podíamos prescindir de un lugar como la Aumonerie. Por esto, todo lo que él nos había dicho respondía plenamente a lo que nosotros mismos sentíamos como urgencia dentro de nuestra pequeña comunidad.
Massimiliano



LIMA
El sentido religioso

Más de 800 personas asistieron en Lima, el pasado 14 de noviembre, a la presentación de El sentido religioso. El encuentro, celebrado en el museo más importante de la capital, se abrió con la lectura del saludo del cardenal Augusto Vargas Alzamora ("Que el Señor os bendiga y que el movimiento pueda dar fruto"), del Nuncio monseñor Fortunato Baldelli, y del obispo de la diócesis de Carabayllo, monseñor Lino Panizza ("felicidades por poner al servicio del público una obra tan importante, que seguramente dará, especialmente a los laicos, respuesta a muchas preguntas que se hacen sobre su propia fe y su compromiso"). Después de la exposición "De la Tierra a las Gentes" muchos profesores y jóvenes de las escuelas y de las Universidades habían conocido nuestra experiencia. En una ciudad de casi 7 millones de habitantes el eco del movimiento comenzaba a llegar a rincones lejanos. En muchísimas facultades los universitarios habían colocado manifiestos; en la Universidad San Marcos, la más antigua de América (1551) y sede del positivismo y después del marxismo (y cuna de Sendero Luminoso en los años más duros del terrorismo), un joven, Víctor, se hacía esta pregunta: "Pero ¿puede interesar verdaderamente a mis compañeros El sentido religioso?". Dialogando con ellos descubrió que se planteaban las mismas preguntas de las que habla el libro. La imagen del Ícaro de Matisse ondeaba gigantesca fuera del museo (15x6 m), en una de las calles más frecuentadas de Lima. Dentro habíamos dispuesto la exposición de los bachilleres sobre la libertad. Incluso los libros habían llegado providencialmente a tiempo. Todo estaba preparado... y centenares de personas, de forma imprevisible, comenzaron a llegar. El profesor Ilerio Morandé desarrolló un paralelo entre el libro y la última encíclica del Papa.
Ferrari, un gran poeta peruano de formación laica, dijo que estaba impactado por el hecho de que no existe contradicción entre fe y razón, y subrayó que la gran poesía es estructuralmente religiosa. José Miguel Oriol, editor del libro junto con Sudamericana, después de hablar sobre la modernidad, retomando el capítulo X del libro, terminó diciendo que si uno quiere ser hombre tiene que ser hijo. Nosotros queremos ser hijos de "este carisma que cambia la historia", porque ya está cambiando nuestra historia.
Dado



MILÁN
Ecumenismo

"Estáis entre los amigos más fieles". Con estas palabras saludaba don Giussani al profesor Shodo Habukawa, exponente destacado del budismo Shingon, y a sus amigos, a su llegada a Milán en su visita anual a Italia. Y añadía: "La religiosidad es el corazón del hombre. Tiene una raíz ontológica". Durante el encuentro del que fuimos testigos, el profesor Habukawa y don Giussani recorrieron desde el inicio la amistad que les liga desde hace más de diez años, desde aquel 1987, recordaba Giussani, cuando "llegué a la Universidad del Monte Koya y vi que usted me miraba mientras hablaba. Fui envuelto por sus ojos. Había algo que ya no se iría nunca". Por su parte, Habukawa, refiriéndose a esta amistad antigua, habló sobre la centralidad de la dimensión ecuménica de la propuesta de don Giussani. Recordó que, en diciembre de 1997, presentando en la ONU la edición inglesa de El sentido religioso, el profesor Takagi (de la Universidad del Monte Koya) se detuvo precisamente en la idea de ecumenismo en don Giussani, que funda las bases para un diálogo entre culturas y religiones distintas lejos de cualquier pretensión de homologación. Entre los acontecimientos más significativos del año para los amigos budistas, Habukawa recordó, después del evento de Nueva York, la visita al Muryokoin - su Templo en el Monte Koya - de dos grupos interesados en el diálogo interreligioso, a los que contó y explicó su historia de amistad con don Giussani y con Cl, "una experiencia en acto - dijo - de ecumenismo, entendido como amor a la verdad presente, quizá de forma fragmentada, en cualquier persona". El profesor Habukawa recordó en este punto, como uno de los frutos más bellos de la historia de estos últimos años, la amistad con numerosos jóvenes bonzos, ex alumnos suyos, dispersos ahora por todo Japón en distintos templos del budismo Shingon. Se trata de una red de amistad consolidada, con encuentros periódicos en el Muryokoin y en Italia, con experiencias significativas del movimiento.
En el próximo mes de febrero un grupo de monjes budistas viajará a Uganda para encontrarse con los responsables de obras de caridad generadas por la presencia de Cl. Mirando el rostro de Habukawa cuando hablaba, don Giussani dijo: "El signo de la vida es éste: una cara sencilla. La sencillez es la condición para el conocimiento". Ante la respuesta jocosa de Habukawa: "Tengo el cerebro sencillo, por esto mi cara es sencilla", don Giussani respondió, pasando amigablemente al "tú": "Precisamente por ser tan sencillo eres fantástico".
Cristina y Luisa



«La cara redonda
de un infante suspendida toda en el sueño,
cerrada como piedra,
abierta como luna toda luz...

No tenemos otro signo
más que éste - el rostro
de este niño -, de donde hemos venido y hacia
donde caminamos, en este instante él es, ambas cosas, y el arco de toda nuestra existencia desde un extremo de nuestro ser hasta el otro: es el alfa y la omega».

William Congdon
manuscrito,
25 de diciembre de 1975