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Huellas N.2, Febrero 2007

PRIMER PLANO - La obra del movimiento

Carta de Julián Carrón al movimiento

Julián Carrón

Queridos amigos:
enormemente agradecidos por el inmenso don que nos hace el Santo Padre al
conceder una audiencia a todo el movimiento, en la Plaza de San Pedro, el próximo 24 de marzo, con ocasión del XXV aniversario del reconocimiento pontificio de la
Fraternidad, deseamos de todo corazón corresponderle con una preparación adecuada a la magnitud del acontecimiento.
Todos somos muy conscientes de la importancia de la figura del Sucesor de Pedro
para la vida de la Iglesia. Él es el punto de referencia inquebrantable de nuestra fe, sin el cual ésta decaería en una de las muchas variantes ideológicas que dominan el mundo. El poder del Espíritu, ligado a su ministerio, es la garantía de la presencia de Cristo en la historia. Con esta conciencia debemos presentarnos ante el Santo Padre, con aquella devoción de hijos a la que hemos sido educados.
Nuestro gesto quiere ser un reconocimiento de lo que el Papa representa para
nuestra vida y una expresión de nuestro deseo de seguirle. Ir a Roma es un signo de adhesión sencilla y total a su persona y a su magisterio, por el que estamos tan
agradecidos. ¡En cuántas ocasiones hemos sentido que sus palabras sostenían nuestra vida!
Además, Papa Benedicto ha tenido y tiene una relación tan singular con nuestra
historia que le sentimos especialmente cercano. Nos conoce bien, al igual que conocía bien a don Giussani: todos tuvimos ocasión de verlo en su funeral. El hecho de que nos conozca bien nos permite acudir al encuentro con el Santo Padre con la esperanza segura de que nos dirigirá una palabra que iluminará nuestro camino, en este momento tan decisivo de nuestra historia, de la historia de la Iglesia y del mundo. Todos sabemos lo que ha significado para nuestra experiencia el mandato de Papa Juan Pablo II, con ocasión de la audiencia por trigésimo aniversario del movimiento, en 1984: «Id a todo el mundo a llevar la verdad, la belleza y la paz que se encuentran en Cristo Redentor».
Preparémonos al encuentro con Benedicto XVI pidiéndole a la Virgen, en el
Angelus cotidiano, y a don Giussani una disponibilidad llena de atención a escucharle y a seguirle.
Un abrazo lleno de afecto para cada uno de vosotros