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Huellas N.4, Abril 2007

CL - España / Peregrinación a Roma

Un camino razonable

a cargo de Carmen Giussani

Dirigimos algunas preguntas a Hisako Hiseki tras su bautismo, antes del Via Crucis celebrado en el templo de la Sagrada Familia de Barcelona

¿Cuáles son las razones por las que has decidido bautizarte?
Cuando yo toco ante el público, siempre quiero dar algo. Quiero darles un poco de felicidad. Pero para dar la felicidad al público necesito tenerla yo. Necesito la fe para ser feliz. Cada día, cuando ensayo, me cuesta sacrificio, pero lo hago para dar esa felicidad y por eso yo necesito tener dentro a Dios, tener experiencia de Dios.
A lo largo de mi vida me ha llamado siempre la atención el arte cristiano; yo me preguntaba de dónde venía esa belleza que los músicos han plasmado en sus obras y por qué los autores de música clásica son en su mayoría cristianos. Me llamaba la atención todo el arte de Europa: la escultura, la arquitectura, la pintura. El arte cristiano es lo que más me tocaba el corazón y me hacía preguntar: ¿de dónde viene?
Al conocer a la comunidad aquí en Barcelona, en particular a Diego y Silvia y a sus amigos, he descubierto que el cristianismo no era lo que yo creía, un simple conjunto de reglas y de normas, sino un modo de vivir lleno de libertad. Y también de alegría. He experimentado un lugar familiar que me da fuerza.
Desde el momento en que Etsuro y yo os conocimos sentimos que habíamos hallado un lugar familiar, lo cual es muy importante para nosotros, que somos extranjeros. En este lugar están muchos amigos, pero detrás o dentro de esta amistad está Dios. Detrás de esta familia hay Alguien consistente.

¿Cómo te has preparado para el Bautismo?
Con la ayuda de una amiga mía, Silvia. Ella venía a mi casa una vez por semana y hablábamos de Dios y de la fe. Me habla siempre con amor y esto me ha ayudado a abordar las dificultades de comprensión que me han ido surgiendo.

¿Qué valor ha tenido para ti bautizarte en Roma?
Es algo que nunca hubiera podido imaginar. He experimentado el apoyo incondicional de muchas personas que no conocía pero que estaban allí y rezaban todas por mí. Todavía me pregunto por qué un regalo tan grande para mí. Etsuro y yo somos artistas y buscamos continuamente, pero muy a menudo lo hacemos solos. Vernos rodeados de una comunidad es una experiencia de gratuidad, la misma gratuidad del arte. La peregrinación a Roma y el encuentro con el Papa Benedicto XVI en la Plaza de San Pedro han sido para mí un milagro de unidad.

Apostilla Etsuro convencido: «Después de 25 años casados, de vida juntos, me ha sorprendido mucho verla disfrutar cuatro horas bajo la lluvia. Yo la conozco bien, ¡eso es impensable! Su gran felicidad es reflejo de Dios en ella».