IMPRIME [-] CERRAR [x]

Huellas N.5, Mayo 2007

SOCIEDAD - Familias para la Acogida

Pasión por el hombre

a cargo de Paola Bergamini

La asociación nacida en Milán de un grupo de familias de CL y ahora difundida por todo el mundo celebra sus veinticinco años. Un ejemplo que ilumina el camino hacia el futuro en este tiempo de confusión ofreciendo un abrazo sin límites que imita el gesto de Cristo hacia los más pequeños

«Un día mi hijo me comentó: “Estoy orgulloso de ti y de papá. Incluso con los sacrificios que he tenido que hacer cuando decidisteis acoger en nuestra familia a otros niños”». En un momento en el que se habla tanto de ruptura generacional, de incomunicación entre padres e hijos, la experiencia de Familias para la Acogida enseña que por un gran amor merece la pena entregar la vida entera.
«La idea inicial –cuenta Alda Vanoni, socia fundadora y ex presidenta de la italiana Famiglie per l’accoglienza– era crear una asociación que ayudase a las familias de acogida y adoptivas, ofreciendo una ayuda más sindical que educativa. Después don Giussani nos hizo dar un paso: el aspecto fundamental no es tanto el hecho de acoger o los resultados que obtenemos, sino el modo de hacerlo. La mirada entonces se centró en la persona, en aclarar las razones por las que uno acoge o adopta un niño. No hemos hablado jamás de la pareja como tal, por no ser el sujeto de la acogida, sino sólo su ámbito: la familia tiene su raíz y se desarrolla en el florecimiento de la vocación de cada individuo. Es la persona la que en su relación con el Señor descubre y vive su vocación a la familia».

Comunión
«En la idea de persona –interviene Lía Sanícola, también fundadora de la asociación– está implícito el concepto de comunión que actúa siempre, tanto si uno se casa como si no. Por eso la experiencia de la acogida es experiencia de la persona. Pienso, por ejemplo, en Margarita que, después de la muerte de su marido, ha abierto su casa a una joven enferma de SIDA. Ciertamente, la familia es una modalidad peculiar de relación, porque está caracterizada por una sacralidad que hace de ella un lugar privilegiado; es una morada que lleva en sí un elemento de eternidad que no lo doy yo, no viene de mi capacidad, sino precisamente del hecho de nacer de un sacramento».
¿Qué significa acoger? «En realidad es la única forma de relación entre los hombres digna de las exigencias humanas, como nos dijo don Giussani –interviene Marco Mazzi, presidente de la asociación–. La acogida es el gesto por excelencia que nos enseña a vivir, ya que acojo lo que encuentro en mi vida. Como enseña la tradición de la Iglesia, la primera acogida se dirige a uno mismo; uno que se acoge a sí mismo puede abrirse al otro y cuidar de su destino. La familia es así un lugar de acogida gratuito y totalizador». «Pongo un ejemplo. Conocemos muchas parejas –dice Rossana Serio, vicepresidenta de Famiglie per l’accoglienza– en los cursos de preparación para la adopción; son personas que lo han intentado todo para tener un hijo natural y que sufren por esta carencia. Cuando les hacemos ver que es posible vivir una paternidad y una maternidad que no nacen de la sangre les ofrecemos al mismo tiempo un lugar que sostenga su esperanza; así sucede que aquello que creían una condena se convierte en el camino para su cumplimiento, para su felicidad. Les acompañamos en este camino mediante una amistad y un trabajo de formación específica. No somos una asociación que quiere simplemente resolver problemas. La acogida no se sostiene porque piensas que vas a ser capaz de hacerlo bien, sino porque descubres que con ello puedes crecer humanamente. De hecho, el motivo más adecuado, es responder a la necesidad que uno tiene de ser feliz. De otro modo ¿qué puede hacerte seguir adelante cuando te encuentras con un niño que solo te crea problemas? ¿La idea de que eres un gran tipo y que le vas a salvar? No es una motivación suficiente. Por eso nos interesa sobre todo hacer ver cómo vivimos la caridad, es decir, dar testimonio con nuestra vida. No es casualidad que los cursos de preparación para la adopción y para el acogimiento prevean también momentos sencillos de convivencia como salir a comer juntos con nuestros hijos. Se trata de una vida que se hace transparente con todas sus contradicciones y dificultades, pero que llama la atención más que mil discursos».

Dictadura del deseo
«En este itinerario –explica Alda– se abandona la dictadura del deseo. Ya no se trata de que quiero tener un niño, sino de cuál es el bien para mi vida y el bien para ese hijo. Sólo así puedes darte cuenta de que tu hijo es diferente a ti y que en esa diferencia está su riqueza. No es posible relacionarse con las personas sin acoger la diferencia; si no lo haces, el otro permanece como un planeta más en el universo de tu deseo. El niño tiene necesidad y vive de la relación entre su madre y su padre, con su diferencia. Por eso es tan importante la familia. El niño crece en una relación que es importante sobre todo para mí, en el sentido de que me define, en la medida en que la vivo de forma responsable y estable. Aceptas al niño que acoges como es y para siempre». ¿También cuando se trata de un acogimiento temporal? «Por supuesto –responde Marco–. No puedes pensar que quieres “temporalmente” al niño que tienes acogido, hasta que, por ejemplo, vuelva con su familia biológica. La acogida tiene un límite temporal, pero el bien, la relación, es para siempre. De otro modo es sólo un aparcamiento de niños. Un ejemplo lo aclara: recientemente una amiga nuestra ha tenido que afrontar la enfermedad y la muerte de su marido y la joven que habían acogido desde niña ha querido estar cerca de ellos en este momento de dolor. El problema es que nuestra cultura ha eliminado la posibilidad de que haya algo que dure para siempre, la posibilidad de que en una dificultad haya un bien; ya no existe la certeza de un bien. La esencia de la familia es abrirse al otro porque te es dado, es don, y no tanto ni tan sólo porque tiene una necesidad. Por esto es posible acoger a un niño enfermo o a los propios padres ancianos. Es un horizonte completamente diferente. No es un esfuerzo titánico, sino abrirse a una realidad más grande e interesante. Sobre todo por ti». Por eso Familias para la acogida es el signo de una positividad irreductible, de la posibilidad de construir una humanidad nueva.

FAMIGLIE PER L’ACCOGLIENZA
Via Macedonio Melloni, 27 - 20129 Milano (Italia)
tel.: 0270006152 - fax: 0270006156
segreteria.nazionale@famiglieperaccoglienza.it
www.famiglieperaccoglienza.it