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Huellas N.5, Mayo 2007

CARTAS

México DF, Caracas, Asunción...

a cargo de María Rosa de Cárdenas

La fraternidad
El hecho de pertenecer a CL, me ha permitido vivir una experiencia realmente maravillosa y profunda, dándome la oportunidad de tener un encuentro conmigo misma. Mi corazón estaba triste, desorientado, pero ahora, a través de la pedagogía de CL, educándome en el conocimiento y belleza de Jesús, a través del arte, la música, los diversos gestos, como retiros, vacaciones y la caritativa (una vez al mes visitamos una Casa de Retiro para Ancianos “Casa Mano Amiga”), he aprendido a reconocer que el amor de Dios es grande, pero que es también para compartirlo con los demás. El testimonio de lo que he vivido lo he transmitido con un ánimo, una energía, una valentía y seguridad que yo no tenía. Me han enseñado a darle el “sí” de mi persona, a reconocer su Divina Presencia en cualquier situación que se me presente, por bella o difícil que ésta sea, a saber que hasta de nuestros errores podemos aprender, pero con una conciencia diferente. Era necesario saber que la fe no es fe si no está fundamentada en la razón, pues de otra forma yo no lograba llegar a la profundidad del Misterio, y entonces era una fe temporal, inestable, débil; esto me ha permitido llegar a la convicción plena de su Misterio, de su Poder a través de su Espíritu Santo. Todo hombre es amado, y debe llegar a saber que el vivir es amar. Amar es el camino para regresar a la casa del Padre, pero con las manos llenas. La Escuela de comunidad, un oasis para muchos de nosotros, se ha convertido en una célula interesante, pues cada vez llegan más personas, y el compartir nuestras experiencias cotidianas nos fortalece y nos integra en una mayor fraternidad. A través de la venta de la revista Huellas, hemos invitado a nuestros amigos, vecinos, etc. En algunas ocasiones nos reunimos en días diferentes, en casa de alguno de nosotros, o bien a tomar un café en un restaurante, para platicar y conocernos mejor. También nos ponemos de acuerdo para acompañarnos a algún gesto que nos haya invitado el movimiento o la parroquia de María Inmaculada a la que acudimos. A veces oramos los Laudes en compañía. En cuanto a la experiencia de la caritativa, ha sido un gesto fuerte, doloroso, pero a la vez un medio para aprender, reconocer, y levantarme cuando me siento débil. El tener la oportunidad de brindar mi tiempo, mi afecto, y hasta mi servicio a otras personas me ha enseñado a preocuparme por los demás, no concentrar mis pensamientos sólo en mis cuestiones personales o familiares, sino estar pendiente de lo que les sucede a otros, en forma particular o en general. Se despierta el interés por todo lo que acontece en el mundo y sobre todo por las necesidades del que más carece y sufre. Ante la Ley por la Despenalización del Aborto en el Distrito Federal, contribuí a recabar firmas para solicitar ante la Cámara de Diputados el Referéndum de esta abominable Ley: fue un gesto difícil con muchas sorpresas, quedando un gran dolor en mi corazón, pues me di cuenta de la falta de educación y conciencia que hay en muchos de mis prójimos, por lo que es necesario y soy consciente de que tengo que interesarme, investigar, aprender y trabajar, educando a mis hijas y a quienes lo requieran para que nazca un corazón nuevo en ellos, que despierte una conciencia más profunda de su yo personal. Tuve la oportunidad de vivir una experiencia maravillosa al asistir a la Audiencia otorgada por Su Santidad Benedicto XVI, en Roma, por el XXV Aniversario de la Fraternidad. Fue un verdadero regalo de Dios. La Presencia de su Santidad junto a nosotros, dándonos su mensaje, su compañía y su bendición fue algo que no puedo contener en mi corazón. La evidencia de la unidad de Cristo, de su Presencia misma fue el habernos reunido a casi cien mil personas en la Plaza de San Pedro, esperando este maravilloso encuentro, todos cantando y orando con una sola voz, con un mismo ánimo; allí reinaba una gran felicidad, en donde todos nos considerábamos amigos y hermanos de Jesús, nuestro querido y dulce Amigo. Su Santidad nos invita nuevamente como nuestro querido Juan Pablo II: «Id a todo el mundo a llevar la verdad, la belleza y la paz que se encuentran en Cristo Redentor», compartiendo a través de nuestro testimonio el amor y la paz que hemos encontrado en este camino, el camino que nos ha enseñado a vivir con libertad, para ser felices, para existir con toda plenitud, pero siempre con una misión: el estar atentos, a nuestra familia, nuestros amigos, nuestros conocidos y los no conocidos, ya que todos nos conformamos como una gran familia. ¡Esta es la belleza del cristianismo: la unidad, la fraternidad!
Yolanda, México Distrito Federal

Herido por la Belleza
Querido Julián: Esta Semana Santa ha sido para mí muy significativa, empezando por las vacaciones del CLU. He visto cómo los gestos que habíamos preparado interpelaban a nuestra experiencia. Particularmente me impactó sobremanera la exposición sobre los chicos de la Rosa Blanca que, junto con Leonardo Marius, expliqué en la primera noche de nuestras vacaciones: muestra cómo unos jóvenes universitarios alemanes vivían el día a día de la Universidad y cómo, aun en un régimen tan duro como el nacionalsocialismo, esos muchachos encontraron la Belleza y la Verdad y quisieron comunicar esta experiencia incluso a costa de sus propias vidas. A lo largo de la presentación vi que, a través de mis palabras, era Otro quien se manifestaba más allá de mis límites: lo que logró que la exposición fuera significativa para todos no fue mi capacidad. En la asamblea del último día muchos de mis amigos contaron sus experiencias, cómo les había impactado la vida de estos jóvenes y cómo nos estimulaba a replantearnos nuestra propia presencia en la Universidad. Por otra parte, el gesto del Vía Crucis fue impresionante. Ver a mis amigos acompañar a Cristo en su Pasión, leer el Evangelio y oír los comentarios del P. Leonardo sobre Pèguy hacía surgir en mí una profunda gratitud a Cristo por el sacrificio en la Cruz de aquel que nos ama y dio su vida por nosotros. Ver a los transeúntes detenerse y retirar sus sombreros ante el paso de la Cruz, ver ese respeto por parte de unos extraños me llenaba de alegría, porque Cristo está presente para ellos tanto como para mí. Por eso yo quiero dejarme herir por la Belleza de Cristo, como lo hizo don Giussani, como lo hace el Papa, como lo hacéis tú y mis amigos.
Lewiss, Caracas (Venezuela)

Bautismo de adultos
El viernes pasado asistí en Barcelona a un hecho excepcional. Se bautizaban en la catedral cinco chavales y una treintena larga se confirmaba. Era conmovedor ver la mano temblorosa del obispo echando el agua sobre las cabezas de estos jóvenes en una sociedad como la catalana donde el hecho cristiano no interesa a casi nadie, menos si cabe que en el resto de España. Me daba cuenta de que la conmoción venía por aquello que tantas veces ha dicho don Gius de que basta con el bautismo para que una vida pueda llegar a su plenitud; y surgía de nuevo un agradecimiento infinito al movimiento que me ha enseñado estas cosas. El texto de Escuela de comunidad que estamos estudiando dice que sin el Espíritu somos incapaces de captar la realidad y el significado que hay en ella. El sábado por la noche cenamos en casa de un amigo con el director del colegio de estos chavales que se bautizaron y confirmaron. Allí había cinco de ellos, los que quisieron estar. Me preguntaba si alguna vez había visto a un director cenar en casa de un amigo suyo, un sábado, con chavales de su colegio. Era también un hecho extraordinario. Te das cuenta que el cristianismo no crece por nuestra capacidad de hacer discursos. Sólo crece porque hay adultos que arriesgan su vida abriéndola a otros, sobre todo a los que Dios llama a recorrer con nosotros el mismo camino de la fe.
Jesús, Madrid (España)

Lo que aprende un ingeniero
Querido Julián: Leo en el Cuaderno de los Ejercicios del CLU adjunto a Huellas de diciembre de 2006: «En estos momentos es dramático y urgente el problema de la certeza (...) por la incapacidad (...) de alcanzar una certeza en cualquier ámbito de la experiencia humana». Tomar en serio este juicio me ha permitido profundizar en cuestiones profesionales, que me han ayudado a entender mejor el camino de la razón hasta alcanzar un conocimiento cierto. Yo soy ingeniero, y mi trabajo consiste en diseñar aparatos electrónicos a partir de ciertos requisitos. Pero la tarea no termina aquí: salvo que el artefacto sea muy simple, nunca funciona como se ha previsto; hay que dedicar mucho tiempo y esfuerzo a concebir y realizar pruebas para comprobar si todo está bien, y hacer los oportunos cambios cuando se descubren fallos. El otro día, conversando con un compañero más joven sobre la dificultad para alcanzar certezas en la vida, le pregunté: «¿Crees tú que en algún momento estarás seguro de que el aparato que estás diseñando ahora funcionará bien?». Se queda callado y me responde que no. Sonrío y le digo: «Dices que no porque muchas veces hemos pensado que un circuito funcionaba bien y luego se ha demostrado que tenía un fallo. Después lo hemos corregido y, si pasa mucho tiempo sin que se descubra algún defecto, llegamos a pensar que ya es correcto. Tristemente, acabamos teniendo la sensación del éxito por la ausencia de rechazos, y no por haber usado un método adecuado. Por ello, nunca llegamos a tener una certeza sólida. Pero ¿hay algún método que nos permita tener seguridad de que funciona bien?». Estamos hablando de cuestiones de naturaleza técnica, de esas de las que (supuestamente) sí podemos llegar a tener certezas. Sin embargo, el uso no adecuado de la razón también nos priva de la capacidad de alcanzar un sólido convencimiento. He aprendido que ante un problema de este estilo, lo primero que tengo que preguntarme es: ¿estoy usando un método adecuado? Y después: ¿lo estoy usando bien? En mi ámbito no es habitual hacerse este tipo de preguntas, aunque es imprescindible para valorar el trabajo que realizamos. He de reconocer que responder adecuadamente no es una cuestión trivial: la elección del método puede no ser inmediata y la aplicación es casi siempre defectuosa, ya sea por la presión del tiempo, por pereza o por presunción. Hace falta un verdadero trabajo, igual que con la vida. Además, puesto que el juicio “el aparato funciona bien” resulta a veces equivocado, a menudo nos entra la duda de que sea imposible alcanzar certezas a este respecto. Puede que no hayamos hecho el esfuerzo de responder a las preguntas sobre el método y su aplicación. Puede que la duda venga de la sospecha de que nunca estaremos seguros-seguros de haberlo aplicado bien, pero el resultado es el mismo: nos volvemos escépticos y dudamos de todo. La experiencia me ha demostrado que comparar todo con mi “corazón” –tal y como lo entiende Giussani– permite alcanzar un juicio cierto. Lo he usado de forma insistente al relacionarme con la realidad. Lo he utilizado para hacer un juicio (cosa que supone un esfuerzo y requiere un entrenamiento). El paso del tiempo ha afianzado la certeza. A veces olvidamos que el método requiere tiempo, no es inmediato, y la certeza de hoy se construye sobre la de ayer, no empezando cada día de cero. ¿Exime esto del error? No. Por ello, es preciso rectificar si fuera menester, porque rectificar es abrazar una visión más verdadera que tenga en cuenta lo que la realidad enseña.
Luis Miguel, Madrid (España)

Los principales beneficiados
Al ir culminando el año escolar 2004, analizamos la posibilidad de buscar un nuevo colegio para nuestros tres hijos, pues deseábamos, además de la mera instrucción académica, una mejor alternativa de formación cristiana para ellos y también para nosotros como padres. Fue así como, allá por el mes de octubre, le conté esa idea a un compañero de trabajo y él me comentó que la familia de su hermano estaba en un colegio «chiquito pero muy bueno, donde son todos como una familia». Esa charla terminó sin mayores consecuencias. A finales de noviembre, mi esposo quedó encargado de averiguar las condiciones y posibilidades de ingreso en otros colegios en los que creíamos podrían atender nuestras expectativas. Pero el tiempo transcurría y él no se movilizaba: parecía como si se hubiera echado atrás en la idea del cambio de colegio, aunque cuando le preguntaba me decía que sí, que “ya vamos a ver...”. Para cuando hicimos las averiguaciones no quedaban plazas. En la semana entre Navidad y año nuevo, mi compañero de trabajo me preguntó si ya teníamos colegio para los niños y cuando le dije que no, tomó el teléfono y llamó a su cuñada, quien demostró sus dotes de buena vendedora, ya que la descripción que hizo y la pasión que transmitía por el Colegio Santa Caterina da Siena nos entusiasmaron sobremanera. Fuimos a hacer las averiguaciones y resultó que las dos niñas mayores tenían que rendir unos test de ubicación y que para el varón, que tenía que ir al primer grado, no había lugar, pero se le anotaría en una lista de espera. Las niñas rindieron los test y Martín seguía a la expectativa. Ya en los primeros días de febrero Karina nos avisó que se había producido una vacancia en el primer grado, por lo que enseguida los anotamos y nos tranquilizamos. De los primeros días en el colegio guardamos recuerdos valiosos: todos nos hicieron sentir el valor y el calor de la acogida. Al comienzo, en las primeras reuniones de padres, escuchábamos palabras como “la realidad, la positividad, el estupor, el destino”, cuyo significado no nos resultaba del todo claro. Además nos quedaba la curiosidad sobre el tema del movimiento y de que nadie nos hiciera “proselitismo”. Al terminar una reunión sobre el libro Educar es un riesgo, nos acercamos a Gio y le dijimos que no entendíamos mucho lo que se había hablado y ella lanzó un desafío: ¡a conocer a Jesús! Ya casi terminando el año, gracias a las invitaciones de varios amigos, asistimos a alguna que otra Escuela de comunidad, todavía sin entender mucho, pero intuyendo que allí había “Algo Bueno”. Haciendo un rápido e incompleto recuento: el maravilloso proyecto de Ciencias, que nos hizo conocer el ancho mundo (y a nosotros en particular nos descubrió un apasionado hijo “egiptólogo”), los “miércoles culturales”, la semana de teatro, con talentos verdaderamente excepcionales, las clases de música, la visita de una orquesta de cámara al colegio, los idiomas, las charlas para los padres, las actividades de integración (y recaudación) etc. nos permiten sorprendernos de todo lo que “cabe” en un simple año escolar. Todo esto muestra la forma en que se puede generar entusiasmo e interés en los niños y denota la dedicación, la pasión y la creatividad de aquellas personas a quienes confiamos nuestros hijos. Después de dos años en el colegio hemos visto crecer a nuestros hijos en todos los aspectos, pero creo que los principales “beneficiados” y “educados” fuimos nosotros, como padres, como cristianos.
Elena y Martín, Asunción (Paraguay)

¡Hasta el Polo Norte!
Después de estar dos meses en Italia a más de 14.000 km de distancia de mi país, he podido experimentar lo grande que es el movimiento y que la experiencia que yo vivo en Chile es la misma en todo el mundo. Todo comenzó porque Livio, un amigo que vino de misión a Chile me dijo que fuera a Bolzano para conocer la casa de acogida Punto Libera Tutti donde él había trabajado. Yo quería conocer los orígenes del movimiento y hacer una experiencia de trabajo, de modo que partí a Bolzano, donde comprobé que el deseo de mi corazón se cumple, dándoseme mucho más de lo que yo me habría podido imaginar. Lo primero que me impactó fue cómo me recibieron Rosella y su hijo Giacomo con los que llegué a vivir sin jamás haberlos visto. Fue impresionante darme cuenta de que, sin hablar yo mucho italiano y sin necesidad de estar mucho tiempo con ellos, ya los sentía muy cercanos. Esta cercanía se daba porque lo que nos había marcado a los tres es lo mismo y, por lo tanto, nos unía la misma experiencia. También experimenté una acogida muy grande con Laura, la directora de Punto Libera Tutti, que apenas llegué me presentó a todos lo niños de la fundación, que estaban impresionados porque yo había viajado un día entero para verlos a ellos. Laura me acompañó durante toda mi estancia en Italia y me sentí de pronto cuidada por la amiga de Livio, a quien tampoco había visto nunca. Ahí comprendí también lo que es la certeza moral, porque me podía fiar de ella por ser amiga de un gran amigo. En la fundación vi cómo se concreta la Escuela de comunidad en un método pedagógico y una experiencia de vida para los niños. De tal manera que, para que los niños pudieran experimentar que el deseo de su corazón se cumple, Laura se los llevó hasta el Polo Norte. ¡¡ Algo tan lejano e inalcanzable como el Polo Norte se puede alcanzar!! Experimenté también el “milagro de la hospitalidad”. Una amiga que está de misión en Chile me dijo que fuera a conocer a su familia en Milán. Se dio una relación muy linda con sus papás y su hermana Madda, algo posible sólo porque compartimos el mismo gran amor de nuestra vida. Me impresionó muchísimo su acogida, tanto que le pregunté a Madda: «¿Por qué son tan buenos conmigo?». Y ella me respondió: «¿Sabes tú quién eres?». Y me regaló el libro de Giussani El milagro de la hospitalidad, con el que pude entender más tarde lo que había vivido. Después de haber conocido la tierra donde nació CL, me atrevo a decir que puedo tener la misma experiencia en Chile, al otro lado del mundo, y por esto doy gracias especialmente a mis amigos italianos que han dejado su país para venir a vivir a Chile con nosotros. ¡Gracias!
Cony, (Chile)

Querido Rubén...
Aunque parezca gracioso, el hecho de no vernos en tres días más o menos, viviendo en la misma casa, me ha hecho recapacitar. No hablamos de nada tú y yo, somos hermanos pero no lo parecemos; parece que sólo nos unen nuestros padres, porque nuestra familia está claro que no, viendo el panorama. Entiendo que te sientas solo y que sólo te dé fuerzas tu novia. Yo he estado como tú: cuando pasó todo lo mío con papá, me sentía una mierda, pensaba que estaba solo, que se había acabado casi todo. Pero no, ahí volví a verificar cuáles son mis verdaderos amigos y lo que nos une, y me daban y me siguen dando fuerzas para tirar para adelante; a través de ellos se me da el significado de mi vida. Si no llega a ser por ellos me hubiese ido de casa y, por lo que he visto, tú detrás, y las cosas no hubiesen salido muy bien. Lo único que puedo decirte es que, si tú ves que necesitas una ayuda, eres tú el que se tiene que mover aunque te cueste. Sinceramente, creo que el año que viene yo voy a perderme más en la universidad que tú, por cómo soy; pero lo que tengo claro es que cuando me vea perdido sé adonde ir, sé a qué gente acudir, y por eso doy gracias por tener estas amistades. Ya que estoy puesto y nunca hablamos, te voy a contar otras cosas importantes para mí que necesito contarte, porque eres mi hermano. A partir de lo que sucedió con padre le he encontrado el significado a mi vida; algo bueno tenía que sacar de ahí ¿no? Esto simplemente me ha pasado porque Cristo se ha hecho presente en mí, “y no me he fumado ningún porro ni nada de eso”. Me he dado cuenta de que yo solo no puedo solucionar mis problemas, y que todo no depende de mí. Hay algo que nos une a todos los del colegio que estamos en el movimiento, como tú tendrías que saber por Picos, Menorca, etc. Ahora mismo se me están dando amistades increíbles con gente que ni me podía imaginar; y no porque sea este un movimiento religioso donde todo es paz y amor, sino por el simple hecho de que nos une lo mismo. Sólo puedo decirte que gracias a estas personas tiro día a día con los problemas a cuestas, y poco a poco estos van desapareciendo. Y no gracias a mis amigos, sino a lo que nos une (porque nadie va a solucionar lo mío, pero sí va a hacer que no me determine a lo largo del día comiéndome la cabeza sin dejarme hacer otras cosas). Por todas estas razones cada mañana pido y doy gracias por toda esa gente que está a mi lado y que me quiere. También voy cada domingo a misa, y no porque me aburra, sino porque la Iglesia es un lugar donde puedo verificar todo lo que he vivido. Después de todo esto, quiero darte las gracias por cómo te portaste conmigo cuando estuve en el hospital: allí sí que me demostraste que eres un verdadero hermano, ahí me demostraste que me querías. Y si yo te cuento todo esto es porque te quiero y quiero que cambie nuestra relación.
Dani, Barcelona (España)

Se quedaron hasta las siete
Querido Julián: Quiero contarte mi experiencia en el Encuentromadrid. Ha sido una ocasión estupenda para dar a conocer en mi trabajo lo que soy y a quién pertenezco. Invité a algunos profesores compañeros míos del instituto. Primero pensé que no merecería la pena hacerlo porque, ¿a quién le iba apetecer venirse, si no pertenecían a mi misma historia? Después, me daba una vergüenza horrible, porque tendría que decir también qué era aquello y, sobre todo, quién era yo y por qué lo hacía. Con sorpresa, mientras veía la exposición Una tierra para el hombre, recibí la llamada de un compañero del instituto diciéndome que venía con su mujer y sus dos hijas pequeñas el sábado por la mañana al concierto de música clásica. Encantada, quedé con ellos y lo que pedía al Señor era que vieran la cara amable y humana de la Iglesia a través de nosotros. No sólo les encantó el concierto de música, sino que me agradecieron una y mil veces el haberles invitado. Vieron la exposición, les conté lo que era CESAL, Familias para la Acogida, las iniciativas que teníamos… ¡y se quedaron hasta las siete de la tarde! Uno de los mejores momentos fue en la comida, cuando la mujer de mi compañero me preguntó por el significado del Encuentromadrid y por lo que era el movimiento de Comunión y Liberación. No sabía muy bien cómo explicárselo, ya que ellos no pertenecen a ninguna realidad eclesial, e incluso han tenido algunas experiencias desafortunadas. Empecé a explicárselo contándoles cómo había cambiado mi vida desde que conocí esta compañía. Quedaron maravillados, impactados de ver cómo habíamos construido el evento, los invitados que teníamos en las Mesas Redondas, la multitud de niños y jóvenes que había, la iniciativa de Familias para la Acogida (ya que ellos adoptaron a sus dos hijas)... Cuando les acompañé al metro, no hacían otra cosa que agradecerme la invitación: «Ahora veo para qué ha merecido la pena madrugar un sábado», me dijo la mujer de mi compañero al despedirse. «Cuando hagáis otra cosa del estilo, ¡avisadnos, por favor!», contestó mi compañero.
Pilar, Fuenlabrada (España)

Compartir desde la cárcel
Majlinda es una joven albanesa que trabaja para AVSI. En 2005 enfermó de leucemia y la trataron en Mián. La historia de su sufrimiento llegó a oídos de dos presos de una cárcel de Carolina del Norte, en EEUU, que quisieron escribirle. Ofrecemos el relato de la historia reciente de Majlinda que hace una amiga suya y las cartas que le escribieron los presos.

La historia de Majlinda no podía comenzar otro día que el de la Inmaculada: el jueves 8 de diciembre de 2005. Yo estaba de vacaciones y me llamó por teléfono mi hermana Simona, que trabaja en AVSI, para decirme: «Ana, me he enterado de que Majlinda, de Albania, está mal. Te paso sus análisis». Llamo a Andrea, un amigo hematólogo, que se pone en contacto con mi hermana. Majlinda consigue rápidamente el permiso y viene el mismo sábado 10 de diciembre para tratarse en un hospital de Milán. Pocos días después llega el diagnóstico: grave leucemia. Comienza un verdadero calvario con la recuperación, la quimioterapia… pronto surgen complicaciones: pulmonía y reanimación. Finalmente, Majlinda se recupera, ¡se puede hacer el trasplante! Parecía que todo había salido bien, pero tras unos pocos meses, en noviembre de 2006, recae. Nueva recuperación y nuevo trasplante que, gracias a Dios, esta vez sale bien. Pedimos a don Giussani, que nos ha acompañado hasta ahora, que el milagro permanezca. El 10 de mayo (de ahí el nombre de “Maj Linda”, “nacida en mayo”) cumplirá 24 años. Para mí y para tantos otros, conocer a Majlinda ha sido y sigue siendo un don extraordinario. Una chica joven que ha aprendido en este tiempo a decir que sí a lo que está llamada a vivir. Es todo un testimonio para su familia, que ahora nos considera como parte de ellos, para sus amigos de AVSI y de CESAL, para los nuevos amigos que ha conocido aquí en el hospital, para los médicos y las enfermeras de la planta. Sus ojos marcados por el sufrimiento, pero alegres, sonreían incluso cuando parecía que no podía más. ¡Vamos, que es casi imposible no creer ante esa mirada! Su vida ha tocado y conmovido nuestro corazón, el corazón de los amigos que, como yo, hemos podido convivir con ella y el de tantos otros que sólo han oído hablar de ella, ¡pero que quizá la conozcan mejor que nosotros! En todo el mundo, desde hace un año, nuestro pueblo pide por ella, incluso al otro lado del océano…
Ana Carobene, Milán

Lunes, 5 de marzo de 2007.
Majlinda: Desde hace semanas formas parte de nuestra vida aquí, en la prisión –estás en nuestros pensamientos, en nuestras conversaciones, en nuestras oraciones y en nuestras privaciones–. Silenciosamente nos has hecho comprender la Iglesia como cuerpo de Cristo, un cuerpo sin divisiones que «no se compone de un sólo miembro, sino de muchos» (I Cor 12,14). Y lo que es más importante, la gracia con la que estás viviendo tus circunstancias presentes nos muestra que «los miembros del cuerpo que tenemos por más débiles son indispensables» (I Cor 12,22).
Me gustaría que pudieras ver el cambio que has provocado en mi amigo Rodney, ¡habla de ti todos los días! Te queremos y ofrecemos las fatigas de cada día por ti.
Joshua

Querida amiga: Buenos días ¿hablas inglés? Yo no hablo italiano, pero tengo este libro: Rick Steves, Italian Phrases and Dictionary. Espero que sirva para algo. Me llamo Rodney. Creo que tú eres amiga de Sara; Sara es amiga de Josh y como Josh es amigo mío, por eso te escribo. Es extraño que yo piense en ti y en tu familia, porque no te conozco y estás en la otra punta del mundo. No soy de mucho rezar (ok ¡no rezo en absoluto!), pero cuanto más pienso en ti más me enfado. Lo cierto es que estoy descompuesto y me vuelvo cada día hacia nuestro Padre para pedirle por ti. Primero pedí escribir, luego…lo imploré. Me dijeron que ni siquiera sabía cómo te llamabas, pero yo tenía que ponerme en contacto contigo. Si Dios me está escuchando en estos momentos, seguro que le pitan los oídos. Lo más sorprendente del hecho de que yo piense y rece por alguien a quien no conozco es que estoy en prisión. Creo que puede compararse al hospital en el que estás tú: no puedes ir a ninguna parte, la comida da asco…¡Ah!¡Ah! Sería normal que una persona libre aquí, en EEUU, te conociera, pero para uno que no puede salir ni moverse con libertad, llegar a saber de ti sólo es posible porque Cristo está entre nosotros dos. ¿No te parece que tiene que ser así?
Para que lo entiendas mejor te pondré en antecedentes. El mismo año en que yo entré en la cárcel (por algo que no cometí), el día de mi cumpleaños, el 7 de octubre de 2002, Josh conoció CL. Él está en la cárcel desde hace seis años. Vivimos en el mismo estado, Carolina del Norte. En Carolina del Norte hay más de veinte prisiones; tras cuatro años llegué al mismo sitio en el que está Josh. A través de un amigo le conocí y así oí hablar de CL y del grupo de CL en el estado de Maryland (donde está Sara) y de AVSI, el grupo para el que me gustaría trabajar algún día. Por eso, gracias al hecho de estar en prisión y haber conocido a estas grandes personas, te escribo ahora. Por lo que me han dicho, ¡has trabajado con AVSI! Quién me habría dicho hace cuatro años que llegaría este feliz día. La ironía de la suerte es que lo que me ha permitido saber de ti es precisamente lo que me impide ir a verte. ¿Es egoísmo? ¡Yo quiero las dos cosas! No creas que todos los presos son malvados, algunos (pocos) son buenas personas. No creas tampoco que todos los presos son pobres, algunos tienen grandes familias, amigos y dinero. Si me dejaran ya estaría volando hacia Milán. Aquí tenemos un dicho: «Tú lo que quieres es la tarta entera, y además comértela», para decir que quieres que las cosas sean como a ti te gusta. A ti no te han ido bien las cosas y eso me disgusta. ¿Puedes leer, escribir, estudiar? Seguro que no puedes hacerlo muy a menudo. ¿Es cierto que has trabajado con AVSI? Si es así, ¿qué es lo que hacías? ¿Te gustaba hacerlo? Si tienes el número 11 de Huellas de 2006, habla de AVSI: «Encontrarse ante un hombre que necesita amor, afecto, un abrazo, nos hace entender que el servicio del amor no sobrará nunca, que este afecto nunca será superfluo, y que no podemos construir una civilización en la que ya no lo necesitemos, porque un hombre puede que no necesite dinero, pero este abrazo siempre lo necesita» (J. Carrón «El amor siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa», Huellas nº11 2006, documento). ¿Consigues hacer Escuela de comunidad donde tú estás? Nosotros estamos leyendo El camino a la verdad es una experiencia, de Giussani. En la página 66 dice: «Ante todo, Cristo demuestra autoridad y superioridad en todas las ocasiones. Tratemos de imaginar a aquella gente que, primero, durante semanas, le ve volver allí a la playa, y que luego, por tres años consecutivos es testigo de episodios extraordinarios. Hasta que algunos abandonaron todo para seguirle siempre y a todas partes». No sé qué experiencia personal tendrás tú con Cristo, pero la mía ha sido una batalla. En este país se piensa que se puede conseguir todo lo que uno quiera dejando de lado la religión. En un país tan rico (con una forma de vida muy materialista) nos sentimos como dioses capaces de controlar nuestras propias vidas; pero desgraciadamente esto conduce a una reducción de la verdadera alegría y de la felicidad que, en cambio, solo se consigue a través de Cristo –me refiero a esa parte que dice «hasta que algunos abandonaron todo para seguirle»–. ¡Pero hay tan pocas cosas a las que estoy dispuesto a renunciar... no digo las drogas o el alcohol, sino cosas como el “control”! Yo quiero hacer las cosas “a mí manera”, y esto es para mí un gran problema. Como soy joven me resulta difícil poner por escrito cómo me siento o lo que pienso, salvo –naturalmente– cuando estoy tan turbado como ahora. Cuando se compara la propia vida con Cristo y con todo lo que tú estás pasando, me quedo estupefacto al oír lo que cuentan de tu fuerza en Él. Es difícil abandonarse y dejar todo en Sus manos. ¿No sería razonable dejar que alguien con autoridad, alguien superior te ayude, te enseñe, se preocupe por tu bien? Me gustaría saber más de ti, en qué empleas el tiempo, ¿puedes ver la tele? A mí me gusta el fútbol, jugué durante 18 años. Auque esté aquí, mi familia es irlandesa, así que no estoy muy enterado de los deportes americanos. Conseguí ver los mundiales de fútbol y la gran victoria de Italia. ¡No volverá a pasar nada igual! Si necesitas algo, házselo saber a Sara, ella nos lo hará llegar, libros, películas, etc… Tengo algunos amigos que pueden traducir, así que si te apetece escribir… si necesitas dinero para los sellos puedo mandártelo. Sé fuerte, amiga mía, recuerdos a tu familia y a tu hermano. Diles «¡Hello!» de mi parte. No te olvides nunca de que hay amigos que se preocupan por ti y que desean hacer lo que haga falta para ayudarte…Incluso alguno que está en la otra punta del mundo y que no te conoce. Un abrazo muy, muy fuerte.
Rodney