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Huellas N.6, Junio 2007

PRIMER PLANO - Debate

¿Eliminar a los cristianos del espacio público?

Card. Audrys Juozas Backis*

*arzobispo metropolitano de Vilna

Tanto en Vilna como en Bruselas se dedica escasa atención a una paradoja evidente: la gran desproporción entre los ámbitos más importantes de la vida común. En los sectores de industria, servicios, transportes o infraestructuras, en el ámbito de la vida material también los en países con economías más débiles se imponen los estándares más elevados. Pero se da lo contrario en los sectores de crecimiento y de educación moral, en los ámbitos ético o moral, o del bienestar social común. Se están difundiendo, y en ocasiones imponiendo, incluso con el apoyo de los fondos del presupuesto común europeo, principios que por diferentes motivos se han legitimado en los países en los que el nivel de exigencia moral es más bajo.
Por eso se justifican los casos de declive moral evidente a través de un concepto de la libertad y de las libertades cada vez más distorsionado, en aras del desarrollo o el aumento de la libertad y de los derechos. Benedicto XVI ha subrayado que cuando el pragmatismo incluye las tendencias no religiosas y relativistas y pone en cuestión el hecho de que los valores y los ideales son inseparables de la naturaleza humana, los cristianos son eliminados de facto del espacio público. Tal pragmatismo niega el derecho mismo de los cristianos a participar como tales en la discusión pública, es decir, a hablar de la posición cristiana y fundamentar la propia opinión en argumentos que tengan que ver con los valores. En los países de la vieja Europa se habla de esto en términos de tendencia, de un fenómeno relativamente nuevo, pero la población de Lituania y de los demás países ocupados por los soviéticos ha pasado ya por esa experiencia de manera más radical. Los cristianos de nuestro país no han podido hablar como cristianos durante 50 años. ¿Podrá esta experiencia viva y dolorosa llegar a convencer de que la difusión del relativismo y del pragmatismo conduce a la Unión Europea no a una mayor libertad sino a una dictadura laicista? Es una pregunta que se plantea tanto para nosotros como para vosotros, puesto que Europa hoy es un bien común a todos, un destino común y una responsabilidad común.