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Huellas N.10, Noviembre 2007

SOCIEDAD - Educación

España: en el fragor de la batalla

Ignacio Santa María

Compartir el deseo de educar a los hijos, verles crecer en libertad y abordar con ellos las clases de Educación para la Ciudadanía, que en algunas comunidades españolas han empezado ya en este curso, ha movido a un grupo de padres y profesores a emprender una nueva campaña de TIEMPO DE EDUCAR

En la primavera de 2006, quedaba aprobado el proyecto educativo del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero: la Ley Orgánica de Educación (LOE). La principal novedad que traía esta ley era la aparición de una nueva asignatura obligatoria llamada Educación para la Ciudadanía (EpC), cuyos impulsores nunca ocultaron que su objetivo era la formación de los escolares en valores morales. Hasta ese momento, en la escuela, tanto la pública como la de iniciativa social, habían convivido la Ética, como asignatura obligatoria, y la Religión, como asignatura optativa. El nuevo sistema suponía en la práctica una reducción de las horas de enseñanza religiosa y la implantación en todos los cursos de Primaria y Secundaria de la asignatura obligatoria recién creada.
Los temores iniciales de muchos padres y profesores se vieron pronto confirmados con la publicación de los reales decretos de mínimos que establecían las bases de la nueva enseñanza. Con ella, el Estado se apropiaba de un papel que no le corresponde: el de sujeto educador y formador de las conciencias. Lo hacía además de la mano de un ideario nada neutral, queriendo imponer una visión reducida del hombre, a partir de presupuestos como el relativismo cultural, el laicismo o la ideología de género.
Sólo unos meses antes de la aprobación de la ley, el 12 de noviembre de 2005, en las calles de Madrid había resonado un clamor en contra de los planes educativos del Gobierno y de la polémica asignatura. Para sorpresa de todos, una plataforma creada ad hoc por varias organizaciones de padres y educadores había logrado reunir a un millón de personas en el centro de la capital para reclamar la retirada del proyecto.

Tomar la iniciativa
En este contexto, algunas personas de CL, a título personal, cada uno en su ámbito, comenzaron a tomar la iniciativa. Al principio, de forma muy sencilla, pegada al terreno y muy imbricada en el ambiente. Varios profesores, por ejemplo, insatisfechos con las interpretaciones y respuestas que encontraban a su paso, se pusieron a estudiar de primera mano los textos legales, buscando a otros amigos o colegas para intercambiar con ellos artículos y comentarios por e-mail.
La inquietud del principio se iba transformando en un interés real: la nueva asignatura pasaba de ser una losa caída sobre sus espaldas a ser una ocasión para abrir la propia razón y afrontar juntos el problema.
Así por ejemplo, en el colegio “John Henry Newman” de Madrid se iniciaron unas reuniones a partir de la lectura del libro Educar es un riesgo. El director, Juan Ramón de la Serna, explica que el libro de don Giussani abre un «horizonte que ayuda a enfocar adecuadamente todas las preocupaciones educativas, tanto las personales como las del colegio o los desafíos políticos y sociales, como es el caso de la Educación para la ciudadanía».

Actos públicos
Este trabajo dio paso a la organización de un acto público en el barrio, en colaboración con los padres, la parroquia y otras realidades educativas, para atender a sus peticiones concretas de un juicio claro y no parcial sobre el asunto.
A comienzos de este curso, Ana Llano, profesora de Derecho en la Complutense, recibía una llamada de una compañera suya, Maite Padura, profesora de Derecho Procesal, quien le trasladaba su preocupación por la nueva asignatura. Las dos decidieron ponerse manos a la obra. Con otros compañeros organizaron dos actos en la Facultad de Derecho a los que invitaron a importantes personalidades del ámbito político y jurídico, entre ellos, Eugenio Nasarre, Jaime Urcelay y Javier Martínez Torrón, miembro del Comité Directivo del Proyecto “EuReSIS Net” (European Studies on Religion and State Interaction).
Mientras tanto, la asociación cultural “Charles Péguy” iba preparando un seminario al que acudieron algunas de las personalidades que más se han significado en la batalla cultural en torno a la nueva asignatura, entre ellas, Ignacio Carbajosa, profesor en la Facultad de Teología de San Dámaso, pronunció la ponencia Presupuestos antropológicos y culturales de Educación para la Ciudadanía. Una actitud creativa que, a partir de los problemas debatidos, ahonda en sus presupuestos antropológicos y culturales, no podía por menos que resultar saludable para todos, y resultó de ayuda también para la Conferencia Episcopal donde el texto fue difundido entre los obispos.
Las actas del seminario acaban de publicarse en Ediciones Encuentro.

Buscando un juicio común
Paralelamente, los obispos españoles, que se mostraban muy activos en el rechazo a la nueva asignatura, fijaban su posición en una nota y más tarde en una declaración, que dio pie a un diálogo constante siempre animado por la tensión hacia la unidad eclesial.
Por su parte, otras comunidades de CL en varios puntos de España están llevando a cabo encuentros acerca de la implantación de la EpC.
Pese a las incontables iniciativas y discusiones, a las relaciones que se habían generado, faltaba todavía algo. Urgía compartir un juicio común: «Teníamos el deseo de dar un juicio clarificador al respecto –recuerda Ana Llano– y de abrirnos a muchas personas interesadas en la educación, para pronunciarnos públicamente y ofrecer a todos nuestra aportación educativa; por eso unos cuantos empezamos a vernos».
Estas reuniones, en las que se juntaba un grupo de profesores, universitarios y personas del entorno político-social, fueron la génesis del segundo manifiesto de la plataforma TIEMPO DE EDUCAR con motivo del inicio del curso escolar.
El lema elegido es provocador: “La mejor forma de defender la libertad es ejercerla”.
Dos profesoras de instituto público, Mari Carmen Carrón y Soledad de las Hazas, llevaban ya tiempo estudiando los contenidos de la nueva asignatura y haciendo un apasionante análisis del tema.
Así lo comenta Sole: «Este debate me ha llevado a abrir mi razón para hacer un ejercicio serio de confrontación con las distintas posiciones planteadas: leyendo la normativa, las declaraciones de los defensores de la asignatura y de las asociaciones que están en contra, escuchando las palabras de los obispos, atendiendo a lo que sucede en concreto en las escuelas...
Cualquier aspecto lo he juzgado con los amigos que también estaban interesados. Todo me ha llevado a usar el mismo método: comparar mi experiencia con las propuestas ajenas y verificar si tales propuestas eran más realistas, por tener en cuenta más factores de los que yo veía de antemano».
Mucho antes que las leyes de Zapatero ya era patente la “emergencia educativa” de la sociedad española: el relativismo, la dejación de muchos padres, la anulación del deseo de los alumnos, el aburrimiento, ya estaban ahí. Pero sabemos que no hay nada que pueda impedir una libertad en acto y una responsabilidad personal, sobre todo allí donde existen experiencias educativas verdaderas, que son irreductibles. Por ello, en medio de la batalla a veces dura y enconada, la gente busca un rostro que introduzca una novedad, un rostro que se encarna en lugares, obras, relaciones y personas que se ponen a disposición de todos.
El manifiesto de TIEMPO DE EDUCAR pretende decir a la sociedad que construir es posible en cualquier situación y también lo es crear obras que “eduquen a la ciudadanía” en su irrenunciable libertad.