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Huellas N.10, Noviembre 2007

PRIMER PLANO - Ejemplos para todos

Entre las ladrilleras de Huachipa

María García

El trabajo que CESAL lleva a cabo desde hace ocho años en la periferia de Lima y el testimonio de la Directora del Centro de Apoyo Educativo. Obras concretas que se convierten en un lugar donde custodiar el valor de la persona

Cuando CESAL llegó hace 8 años a Huachipa, en la periferia de Lima, se encontró con cientos de familias, provenientes de la sierra andina, en su mayoría, que vivían en asentamientos ilegales y en condiciones de extremada pobreza. Muchos de sus habitantes trabajaban en las ladrilleras, grandes extensiones de tierra arcillosa perforadas para la elaboración artesanal de ladrillos de baja calidad. La situación de la infancia era alarmante: desnutrición, trastornos en el aprendizaje, trabajo infantil, falta de higiene por la carencia de recursos en las viviendas. Eran víctimas también de la desestructuración y la violencia familiar y de la falta de adultos que se interesen por ellos.
Desde el primer proyecto realizado por CESAL para crear un centro médico, hasta hoy, el número de iniciativas ha crecido de la mano del equipo de CESAL en la zona y de las 500 familias con las que se trabaja. En el campo socioeducativo, primero fue la Guardería, después el Centro de Apoyo Educativo, el programa de Crecimiento y Desarrollo temprano para formar a madres de la comunidad en conceptos básicos de salud y nutrición; después el trabajo con jóvenes y la capacitación en el taller de costura; por último la Oficina de Atención a la familia, donde veinte profesionales de diferentes ámbitos trabajan en estrecha colaboración con la comunidad local. Desde la Universidad de Lima llegan voluntarios para apoyar en su desarrollo educativo a los niños. Algunas personas han dejado su trabajo en la capital para venirse hasta este lugar en busca de algo de claridad entre el polvo de las ladrilleras. Sí, porque ni siquiera el polvo ha logrado ocultar la luz que brilla en las personas y las familias que han visto cambiar su vida, porque alguien les ha mirado con afecto y les ha valorado.