Ocho días a tope, de Roma a Bangkok, luego Tokio (y volver), pasando por lugares marcados por heridas antiguas, como Hiroshima y Nagasaki, y por dramas presentes, como el riesgo de la guerra o el cansancio de vivir de los jóvenes, entre otros. Lo cierto es que ir en el vuelo papal en un viaje asi no significa -como muchos piensan- estar todo el tiempo al lado del pontífice. Surgen cambios, variaciones, tareas diversas. A un ritmo difícil de seguir. Pero sin duda es una ocasión inmensa para verlo en acción de cerca y de continuo, sin pausa. Una inmersión total en el mundo de Francisco que, por gracia, ofrece una posibilidad impensable de identificarse con él para poder ver y entender.
Ese es el sentido de estas páginas, que nacen del reportaje de Alessandra Stoppa, nuestra enviada especial siguiendo a Francisco. Un relato del que emergen ciertos rasgos de fondo de este pontificado. Que luego se amplia en el impacto que su testimonio causa incluso en universos alejados de Cristo, como se ve tanto por las palabras de ciertos misioneros en tierras orientales o del arzobispo de Nagasaki como en el testimonio de Anja Goder, fotógrafa alemana que ha viajado por primera vez siguiendo al Papa (y que nos ha cedido algunas imágenes espléndidas, aparte de su relato).
Después, otros dos artículos de firmas que conocen muy bien a este pontífice. Stefano María Paci, vaticanista de Sky, cuenta lo que ha aprendido de él siguiéndolo en sus viajes de los últimos años. Gianni Valente, que acaba de publicar un precioso libro-entrevista con el Papa, nos muestra una continuidadpalpable con supredecesor, BenedictoXVI. Para cerrar, otro testimonio, el del argentino Alejandro Bonet, uno de los comisarios de una exposición sobre “Gestos y palabras. Jorge Mario Bergoglio, una presencia original”, presentada en el Meeting de Rimini de hace dos años. Una exposición que está dando la vuelta al mundo y que impacta, hace reflexionar, genera encuentros... En su sencillez, un poco como el Papa. (dp)