El pasado 13 de octubre el cardenal inglés John Henry Newman, de origen anglicano y converso al catolicismo en 1845, fue canonizado por Su Santidad el papa Francisco. Por ello, se nos antoja oportunísimo retomar la figura de un hombre tan esencial en la convulsa Iglesia del siglo XIX.
Con motivo de la beatificación en 2010 del nuevo santo, José Morales, sacerdote profesor y teólogo de la Universidad de Navarra, especialista en Newman, quiso entregar a sus lectores un pequeño libro, casi una obra menor. Pero decimos “menor"’ solo por su número de páginas, tan alejadas de las casi 700 del gran estudio de Ian Ker (Palabra, 2010) o de las más de 300 de la propia autobiografía espiritual de Newman, la Apología "pro vita sua” (Encuentro, 2010). Porque el lectorva a encontrar en este libro una magnífica semblanza -según la Real Academia, un retrato o bosquejo biográfico- del nuevo santo.
No es, pues, un sesudo estudio sobre el pensamiento de Newman. Ni siquiera un análisis de su evolución intelectual y personal. Se trata de un discurrir tranquilo por la vida del cardenal, desde su nacimiento el 21 de febrero de 1801 hasta su muerte el 13 de agosto de 1890. Pero, como la vida de Newman es inseparable de sus ideas, y Morales no puede por tanto renunciar a plasmar con sencillez su pensamiento, al final de la lectura descubriremos que no solo hemos llegado a conocer casi íntimamente al nuevo santo, sino que podemos entender mucho mejor por qué el autor lo cataloga como uno de los mayores y más conocidos escritores cristianos. Emprendedor, estudioso, de carácter imaginativo, reservado, sensible. Todos estos epítetos y, a la vez, ninguno de ellos describe suficientemente a Newman. Pues, como se descubrirá a lo largo de la lectura, lo que caracterizó al cardenal fue el amor a la Verdad —es decir, a Cristo— por encima de todas las ideas previas que pudiera tener; su inmensa e intensa fe, alimentada por el estudio de los Santos Padres; y, sobre todo, su profundo sentido de la amistad, una amistad que está atenta a las necesidades de los tiempos y que, por tanto, construye (desde el Movimiento de Oxford hasta la Universidad Católica de Irlanda, pasando por la implantación del Oratorio de San Felipe Neri en el Reino Unido).
Por último, el libro nos presenta al Newman educador, el que a través de sus sermones, discursos, libros y cartas, siempre hablaba al corazón de su interlocutor desde su propio corazón. Así reza su lema cardenalicio: “Cor ad cor loquituf", el corazón habla al corazón, exactamente tal como él entendía que hace el Señor en su diálogo con el hombre.
En resumen, un libro que “nos conviene" leer, un santo que “nos conviene" conocer.