IMPRIME [-] CERRAR [x]

Huellas N.08, Septiembre 2019

BREVES

La historia

Los platos sucios

Stefano abre la puerta de la cocina y suelta enfadado: «¡Ni siquiera han quitado de la mesa los platos sucios de la comida! Qué asco. Si llegara un control sanitario, cerrarían el centro». «Bueno, no exageres. No es peor que lo de siempre», replica Tommaso, que ya ha entrado y se pone a quitar la mesa. Cada día en la residencia universitaria donde viven es la misma historia. La cocina es tierra de nadie, el que llega come y lo deja todo pringado, sin despeinarse. Y cada noche, siendo los primeros en llegar, Tommaso limpia mientras Stefano despotrica enfadado.
Hoy se repite la escena: «No te entiendo. No soporto que lo hagas, es inútil. ¡No sirve para nada! Pierdes el tiempo. Además, tengo que esperarte para comer y fumarme un piti. Me iré a vivir solo en un apartamento. Es terrible convivir con otros». Sin dejar de fregar los cacharros, Tommaso le dice: «No quiero sentarme a comer con la mesa sucia. No somos animales. Tú no te preocupes. Quédate aquí conmigo mientras acabo, luego te preparo unos espaguetis aglio, olio e peperoncino». A su amigo se le escapa una media sonrisa. Tommaso lo ha intentado varias veces. Ha sentado a todo el mundo en torno a una mesa para buscar una solución, pero como si nada.
Al cabo de dos días, vuelta la burra al trigo. Entonces decidió que era inútil lamentarse. Además, para ser sinceros, a él le importan de verdad esos compañeros, aunque sean tan pasotas. Y no se rinde, volverá a intentarlo una y otra vez.
La noche siguiente, misma escena, pero Tommaso y Stefano están tan hambrientos que deciden cenar enseguida. Después del café, Tommaso empieza a fregar los platos. Stefano se acerca y le dice: «Anda, déjalo, que lo hago yo. Tú pasa la escoba debajo de la mesa, porque hay de todo». Es la primera vez que pasa. Al cabo de unos minutos, llegan dos compañeros. «Stefano, ¿qué haces, fregar? ¿Estás loco? Estaba todo sucio ya al mediodía». El chico cierra el grifo: «Mira, no me hace ninguna gracia vivir en medio de la suciedad. No somos bestias, podemos tratarnos mejor». Tommaso sonríe y piensa: «Mira tú por dónde, lo mismo que yo le he dicho durante estos meses». No deja de pasar la escoba y no dice nada. La semana siguiente en las escaleras de la residencia Stefano para a Tommaso: «En la cocina tienes una caja de botellas de agua para ti. Vi que se te habían acabado y fui a comprártelas». Ya se le ha pasado la idea de irse solo a un apartamento para no tener que cruzarse con nadie...