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Huellas N.08, Septiembre 2019

PRIMER PLANO

Todo en una mirada

Alessandra Stoppa

Se mire como se mire, desde la platea o en una exposición, como voluntario, invitado o visitante, entre bastidores o desde el escenario, el Meeting de Rimini documenta que lo que está en juego eres “tú”. Y desvela qué te permite renacer.

Una chica de un slum ugandés dice: «Tengo dieciocho años, pero realmente son cinco, porque mi vida empezó el 26 de febrero de 2014 a las 8:05h, miércoles, primer día de clase. Llegaba sin ganas de vivir, ya había tenido ganas de morir. La profesora me recibió con una sonrisa preciosa, nadie me había sonreído así. Luego me preguntó cómo me llamaba. Yo nací en aquel instante». Etty Hillesum, judía holandesa que murió en Auschwitz, sigue marcando a fuego a quien la conoce. El día de su 28 cumpleaños escribía: «Hace exactamente un año, el 3 de febrero de 1941, vine al mundo, gracias a un hombre...». Takashi Nagai, joven médico japonés, ateo convencido, sale corriendo a ver a su madre moribunda una mañana de 1930: «Mi madre, en su última mirada penetrante, derribó la estructura ideológica que yo había levantado como un muro». La intuición de que la vida no acaba rasga su horizonte y, para comprobarlo, se marchará a vivir con cristianos.
Pero esto es solo el principio, la experiencia de un encuentro del que se vuelve a nacer, que da a luz a la “persona", habilitándola para «preparar tiempo nuevos» para todos. Son solo tres de los numerosos testimonios que te podías encontrar en la cuadragésima edición del Meeting de Rimini: “Tu nombre nació de lo que mirabas" (del 18 al 24 de agosto).
El encuentro sobre el lema, con la profesora madrileña Guadalupe Arbona Abascal, que tenéis en las páginas siguientes, fue un diálogo entre su humanidad y la de algunos grandes maestros sobre una profunda nostalgia de renacer y la posibilidad real de que eso suceda. Para ella, el intenso verso de Karol Wojtyla «entra de lleno en el corazón de nuestro tiempo». ¿Por qué? Observar lo que ha sucedido en esta edición puede ayudar a responder, aunque resulta imposible mostrar toda la riqueza de una semana -con 179 encuentros (oficiales), 25 espectáculos, 20 exposiciones, 7 áreas temáticas- y un lugar donde abunda una humanidad en la que fijar la mirada, como nos invitaba a hacer el papa Francisco en su mensaje. «¿Qué esperanza puede haber en este mundo? ¿Cómo puede el hombre recobrarse a sí mismo y tener esperanza? No puede hacerlo solo mediante un razonamiento o una estrategia (...), en una época donde las personas ya no tienen rostro, figuras anónimas porque no tienen a nadie sobre quien posar los ojos».
«La insistencia de la mirada libera». El fotógrafo Guido Guidi, uno de los diversos invitados a los diálogos en la “Plaza de las Rutas" (a cargo de Huellas y del Centro internacional de CL), decía que «hay que educar a los ojos». No basta que las cosas existan, hay que saber mirar. «¿Vemos el mal o vemos mal?», se preguntaba el personaje de Barrabás Midnight, el espectáculo inaugural, donde el hombre que debe su vida a Jesús, retratado por Pär Lagerkvist, pone en crisis a los invitados de una fiesta; entre cócteles y sarcasmos, se dejan herir por preguntas que ponen en juego su propia vida. ¿Hay alguien por quien estarías dispuesto a darla entera?
Mientras parece eclipsarse el interés por el destino propio y común, «aquí he conocido a una hermosa Italia», dijo el escritor Paolo Rumiz tras su paso por Rimini. Una vitalidad llena de obras sociales, proyectos, investigaciones en los campos más variados, pero también por un dato tan patente como es la participación de la gente (y no solo en el encuentro con el “el capitán" Javier Zanetti, con el que la Feria entró en delirio). Dedicando todas las energías a conocer lo que otros -desconocidos en la mayoría de los casos- viven, hacen, estudian; atentos a las conferencias, abarrotadas, incluso las que abordaban temas complejos; esperando pacientemente en fila para entrar en las exposiciones, y volver luego para preguntar y compararlas con la propia vida. «Hasta Havel quedaría impresionado», decía su discípulo Pavel Fischer, impactado por los jóvenes guías de la muestra dedicada al gran disidente checo (ver p. 30).
En la Plaza “What´s in our brain?", dedicada a cómo funciona el cerebro, podías escuchar investigaciones científicas de alto nivel y gran lealtad con un misterio que es «más extenso que el cielo». Entre los expertos, hubo quien, como Monica Frega, investigadora en Holanda, se declaró «honrada por estar aquí», porque el Meeting la había formado durante años como voluntaria, como hace ahora con otros muchos jóvenes. Como dice el astrofísico Marco Bersanelli: «Ensanchando su mirada, ayudándoles a ser más conscientes, crece la pasión por el objeto de sus estudios».

Los voluntarios, la linfa que nunca se puede dar por descontado. Para ellos, servir -ya sea limpiando, friendo durante horas o preparando una exposición- no es un paréntesis “fatigoso pero bonito". Es lo que decía la exposición sobre arquitectura: «El hombre construye y, al hacerlo, se edifica a sí mismo». Mirko era el comisario de la muestra sobre Tony Vaccaro. «Mi trabajo como profesor, la decisión de casarme y otras decisiones importantes han nacido de este compromiso. Aquí he crecido en deseo, en disponibilidad, en paciencia, en atención, me he hecho mayor». El encuentro de los jóvenes con este fotógrafo llegado de ultramar, con sus 96 años y un deseo insaciable de que su trabajo sirva para «humanizar al hombre», fue conmovedor para todos, para ellos y para él. «Después de vuestra exposición, mis fotos tienen más valor. Yo no soy muy creyente, pero creo en lo que veo y os veo a vosotros».
Roman, un joven de 29 años procedente de Moscú, ha pasado sus vacaciones trabajando en el Meeting porque «este es un lugar donde aprendo a mirar con ternura mi propia humanidad». Bianca, tras una semana como hostess en su primer año como voluntaria, se muestra sorprendida por multitud de detalles que para la mayoría pasarían desapercibidos, aunque lo que más le asombra es ella misma. «Yo suelo estar un poco acomodada, aburguesada... y me han entrado ganas de vivir, de abrirme a lo que me espera, de conocerme, más allá de lo que pienso de mí misma, de mis límites. Nunca habría imaginado que estos días serían tan importantes. Es increíble, y todo esto me ha pasado simplemente sirviendo.».
«Desde el momento en que recibes el bautismo de la realidad, descubres que eres mucho más de lo que pensabas». Por la fascinación de un hombre hambriento de lo que sucede, el Book Corner se llenó a rebosar en el encuentro con Daniele Mencarelli, autor de La casa degli sguardi (La casa de las miradas, ndt.). «Debemos hacernos de nuevo hijos de la realidad». Los rostros de los visitantes se iluminaban ante los dorados mosaicos de la catedral de Monreale, revive el asombroso silencio que llenó la plaza de Florencia en que Mario Schifano alzó su obra en 1985. Después de más de treinta años, La quimera dejaba con la boca abierta a los que entraban en la exposición Now now. Cuando nace una obra de arte, una experiencia inédita en la que siete jóvenes artistas, durante diez horas al día, creaban a la vista de la gente. Sus obras también estaban plasmadas por la relación con el público, que les bombardeaba a preguntas.
«La curiosidad está cableada en nuestro cerebro», dijo el físico Roberto Battiston en un encuentro con el astronauta Paolo Nespoli, pero «hacen falta contextos que ayuden a estimularla y a construir sobre ella», porque de lo contrario «se puede adormecer e incluso destruir. Podemos ocuparnos de cosas que son mucho menos dignas de lo que nosotros somos». Durante esa semana, gente de todas las edades quiso captar el sentido de las cosas, ya fuera la reforma del tercer sector o lo que atrajo la vida de Sandra Sabatini, una joven de nuestros días, hoy venerable; cómo construir un rascacielos o una familia, o cómo reconstruir un pueblo después de una bomba atómica, en medio de la Shoah o en la guerra de Siria.
Ante la apatía actual y «el espejismo de que el egoísmo social pueda resolver los problemas» (Miguel Poiares Maduro), solo podemos oponer la riqueza de una historia y de un presente, el compromiso personal, la caridad y las obras. Una pareja que tiene 23 hijos (cuatro biológicos), realidades dedicadas a la formación profesional, asociaciones que trabajan con los “descartados". Lugares donde se ama el significado, no solo se “explica". Hasta el punto de descubrirse únicos, honrados, cuando la mirada de alguien ve en nosotros algo extraordinario. Es lo que le pasó a Maria Elena Canavese en la exposición Now now, fotografiando las cerdas de una escoba que acabaron convertidas en un campo de grano ondeando al viento.

Agata Smeralda es la primera del medio millón de niños acogidos, durante cuatro siglos desde 1445, en el Hospital de los Inocentes de Florencia, una morada magnífica para los más pequeños entre los “últimos", que nada más llegar fueron colocados en un pesebre entre María y José. «Jesús nos dijo que nuestra ley es el amor», afirma Mariella Carlotti, comisaria de la exposición. «Ley no en el sentido moralista, sino en el sentido en que hablamos de la ley de la gravedad, como el dinamismo según el cual una cosa se realiza siguiendo su orden interior. Somos más nosotros mismos cuando amamos conmovidos».
Es la vida donada «gota a gota» del obispo mártir Pierre Claverie y su amistad -narrada en uno de los espectáculos- con su chófer musulmán, Mohammed, que murió con él. Ambos sabían que se jugaban el pellejo, pero valía la pena. «El otro, con toda su diferencia, es nuestra condición para seguir viviendo».Las palabras del monje Thomas Georgeon llenaban el auditorio. «Buscar solo lo que se parece a nosotros es condenarse a muerte». Contó lo que sucede en Argelia. Desde hace meses, cada viernes, millones de personas salen a la calle pidiendo un cambio político profundo, una libertad justa, auténtica. «Un país que llevaba años sin tener rostro ha adquirido un nombre. Tal vez, sin saberlo, celebrar su beatificación ha generado una novedad. Tal vez sea el primer milagro».
«Este es entonces el secreto de la vida», sigue diciendo el Papa en su mensaje, «fijar la mirada en el rostro de Jesús y adquirir una familiaridad con Él». Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, describió la presencia de su «pequeño rebaño que mira fijamente a Jesús», 800 años después del encuentro entre dos hombres, san Francisco y el Sultán, que llevaban en sus ojos un tesoro mayor, como mostraba una de las exposiciones principales. La esperanza reside en muchas personas que están hasta el cuello de problemas pero tienen una mirada libre. El que pasa por una enfermedad, el que llegó desde Gambia en barca como Morr, o tantos médicos que, sin dejarse aplastar por los límites del sistema, se desviven por sus pacientes, gastando toda su vida por ellos. Los músicos venezolanos del proyecto El pueblo, el canto, el trabajo, que han grabado un CD en medio de los apagones, recorriendo kilómetros a pie para volver a casa después de los ensayos por la escasez de combustible. Verlos te cambia la manera de pensar en qué puede transformar así el desierto que atraviesan. «Ponerse al servicio del protagonismo de otros», dice Alejandro Marius, que lo hace porque alguien lo hizo antes Las palabras del monje Thomas Georgeon llenaban el auditorio. «Buscar solo lo que se parece a nosotros es condenarse a muerte». Contó lo que sucede en Argelia. Desde hace meses, cada viernes, millones de personas salen a la calle pidiendo un cambio político profundo, una libertad justa, auténtica. «Un país que llevaba años sin tener rostro ha adquirido un nombre. Tal vez, sin saberlo, celebrar su beatificación ha generado una novedad. Tal vez sea el primer milagro».
«Este es entonces el secreto de la vida», sigue diciendo el Papa en su mensaje, «fijar la mirada en el rostro de Jesús y adquirir una familiaridad con Él». Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, describió la presencia de su «pequeño rebaño que mira fijamente a Jesús», 800 años después del encuentro entre dos hombres, san Francisco y el Sultán, que llevaban en sus ojos un tesoro mayor, como mostraba una de las exposiciones principales. La esperanza reside en muchas personas que están hasta el cuello de problemas pero tienen una mirada libre. El que pasa por una enfermedad, el que llegó desde Gambia en barca como Morr, o tantos médicos que, sin dejarse aplastar por los límites del sistema, se desviven por sus pacientes, gastando toda su vida por ellos. Los músicos venezolanos del proyecto El pueblo, el canto, el trabajo, que han grabado un CD en medio de los apagones, recorriendo kilómetros a pie para volver a casa después de los ensayos por la escasez de combustible. Verlos te cambia la manera de pensar en qué puede transformar así el desierto que atraviesan. «Ponerse al servicio del protagonismo de otros», dice Alejandro Marius, que lo hace porque alguien lo hizo antes de Caracas que hace solo dos años quería abandonar el país. Partir de la persona salva de la ideología, es como la belleza, «que construye, incluso entre quienes piensan diferente».
Un repaso a los nombres de esa semana (todos los videos de los encuentros están en el canal YouTube del Meeting y algunos fragmentos en estas páginas) muestra el horizonte con que se ha intentado mirar al mundo: la presidenta del Senado, Casellati, y el presidente del Parlamento europeo, Sassoli; los diplomáticos eclesiásticos Jurkovic y Gallagher; Olivier Roy y Al-Issa (Liga Musulmana Mundial); los magistrados del Tribunal Constitucional Cartabia y Vigano; Nazir Ayyad (Al Azhar); el padre Lutfi, el muftí de Alepo, Abou Khazen, y muchos otros, del cardenal Bassetti a Andrea Monda, Joseph Weiler, Paul Grim, Giovanni Scifoni, Mark O'Connell, los números uno de Confindustria y la CISL (Confederación Italiana de Sindicatos Italianos), economistas, ministros salientes, expertos en inteligencia artificial, cuidados paliativos, educación...

Algunos ven en el Meeting una contribución para re-civilizar el clima social. «Aquí se da un pluralismo sin relativismo, con hombres de todas partes, creyentes, no creyentes, o creyentes que no tienen religión, como yo. Frente al debate público, desmedido y ofensivo, el diálogo aquí es amplio, y siempre va al corazón del sentido de la vida» (Luciano Violante). El cineasta Krysztof Zanussi vivió largos años de desarrollo y declive de Europa. «Me alegra que el Meeting siga dando una visión tan profunda. No podremos sobrevivir sin infinito y sin la esperanza de que exista algo más allá de este mundo».
Hubo un tiempo en que nos engañamos pensando que «la pérdida de un porqué último del vivir podía liberarnos de complicaciones inútiles, pero el resultado ha sido confusión y miedo. El problema de fondo de nuestro tiempo es que no se entiende dónde reside el problema». No es un juego de palabras lo que decía Costantino Esposito al final de la semana. «El problema no lo entiendes hasta que no lo “sufres"». Hasta que no coincide con tu necesidad personal de significado.
Se mire como se mire, desde la platea o en una exposición, entre bastidores o desde el escenario, el Meeting de Rimini documenta que lo que está en juego eres “tú". Tú delante de la vida.

¿Pero cómo no dar marcha atrás, no cerrarse por miedo? ¿Cómo no temer a la libertad? Ese era el desafío del encuentro con Greg Lukianoff y la osada exposición sobre la identidad americana, paradigma de la modernidad: un espacio, sin tiempo ni intermediarios, donde sumergirse en la propia experiencia frente a las voces de innovadores, esclavos, hombres de hoy. La grandeza del ímpetu del corazón, los acontecimientos que lo ahogan, esa misteriosa soledad que se desvela en las noches infinitas en una pradera, ante el 11-S o el regreso de la Luna. «¿Y ahora qué?», se preguntaba el astronauta Buzz Aldrin. «Si no es para algo extraordinario, ¿para qué voy a levantarme?». ¿Y si la burbuja, a la que huir para dejar fuera el drama, se rompiera por una luz que entra, por un amor, por la vida misma? ¿Y si el remedio contra el sentirse solos se hallara en el esplendor del estar solos, en ese “alejarse" para oír mejor la propia voz interior? «La atracción de las propias fuentes, las más íntimas», decía Wendell Berry. Desde esa cima, «se responde con más claridad a la vida de los otros».
Le pasó a Etty Hillesum. Una humanidad extraordinaria, nacida del “silencio" de sí. Lo descubrió por el encuentro con un hombre y «trabajando sobre sí misma», en «un proceso laborioso», continuo, que la llevó a Dios, a la fuente de su libertad y de todo su ser, sin intimismo sino lanzándola a la realidad, convirtiéndola en testigo, para muchos en medio del horror nazi, para los que prepararon la exposición, para los miles de visitantes. En el Meeting era ella quien hablaba, una joven humanísima que hacía un camino; sufriendo, amando, padeciendo sus debilidades, alzándose, entregándose. «La única manera que tenemos de preparar tiempos nuevos es prepararlos a partir de ahora y en nosotros mismos. Vendrán, seguro, ¿no siento acaso que están creciendo dentro de mí cada día?».