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Huellas N.1, Enero 2008

SOCIEDAD - CdO Venezuela

Se puede trabajar así

Andrea Marius

¿Qué puede reunir a grandes y pequeños empresarios, maestros de escuelas privadas y públicas, miembros de ONGs, profesionales de diversas áreas y profesores universitarios para cenar juntos? Lo ha conseguido en Caracas la curiosidad y el interés por la CdO, una amistad cada vez más operativa y una ayuda concreta para el trabajo de todos los días

Fue el pasado 18 de diciembre. CdO Venezuela congregaba para una cena de Navidad en la sala principal del Centro Ítalo-Venezolano a 160 personas movidas por la experiencia de una amistad que se abre camino entre el escepticismo y las dificultades reinantes hoy en nuestra sociedad. Mientras mucha gente se diluye en los compromisos sociales propios de la época navideña y otros en la retórica política, merece la pena sin duda dar tiempo y energía para crear una amistad a partir del valor de cada persona concreta. Es una trama de relaciones lo que da forma con el tiempo a una realidad social que pueda servir a nuestro país.

Una trama de relaciones
La cena era a beneficio de los proyectos sociales de la Asociación ICARO que trabaja en dos áreas fundamentales: formación para educadores que laboran en escuelas de bajos recursos; y asistencia a instituciones y casas hogares que albergan niños, adolescentes, personas de cuidados especiales y ancianos en situación de abandono, además de la atención a los italianos recluidos en cárceles venezolanas.
Se comenzó con un cóctel y una visita guiada por los paneles de la CdO y de los proyectos que se llevan adelante con la Asociación ICARO. Dentro de la exposición de ICARO se resaltó el proyecto que durante el año 2007 se ha desarrollado gracias al trabajo conjunto con CESAL, que ha logrado la financiación por parte del Gobierno de Canarias y del Ayuntamiento de Las Rozas de Madrid, y también con el apoyo de la ONG ASLA en Italia y de la Región de Lombardia. El proyecto concernía al área de formación al trabajo y formación docente junto a realidades como INVECAPI (Instituto Venezolano de Capacitación Profesional de la Iglesia) y la Unidad de Servicios Pedagógicos de la Universidad Católica. En este primer momento del encuentro, se suscitó un dialogo interesante entre personas de todos los ámbitos, universitarios, empresariales y sociales que compartían el mismo interés por entender y conocer la propuesta que se les presentaba. Para la mayoría de los asistentes la CdO fue una novedad, sobre todo la forma de concebir el trabajo y la convivencia de empresas con y sin fines de lucro que va más allá del concepto tan de moda de la “responsabilidad social”.

El honor de hacer empresa
Luego, los invitados pasaron a las mesas. Con unas breves palabras, Alejandro Marius, presidente de la CdO Venezuela, recordó las razones que nos reunían allí y a continuación se proyectó el video “El honor de hacer empresa” basado en un texto del poeta francés Charles Péguy. Varios de los empresarios asistentes se acercaron después para pedir que fuéramos a proyectar el video a sus empleados, porque desean que ellos también puedan ver el trabajo de esta manera, como un gran honor por hacer las cosas bien. Como comentaba Marius «en el trabajo que todos hacemos a diario, hay un trabajo que hacer, que es el trabajo verdadero. Buscar el significado de aquello que hacemos, el significado de la realidad. Este es el verdadero trabajo».

Obras con y sin ánimo de lucro
Contamos de igual manera con dos testimonios. Por un lado el de Álvaro Peressuti, empresario del sector metalmecánico, quién nos acompañó en el reciente Matching 2007 de la CdO en Milán, y que a su vez es director de la cámara de comercio italo-venezolana y presidente de la cámara de Metalmecánica. Peressuti contó lo que ha significado para él, su empresa y muchas otras del sector, haber asistido al Matching y el deseo que tiene de participar en una experiencia como la de la CdO también en Venezuela. Como resultado inmediato de la participación en el Matching han logrado reemplazar un proyecto con una empresa china, por una solución italiana para dar servicios a varias pequeñas empresas del sector metalmecánico.
De igual manera el padre Leonardo Grasso, presidente de la asociación ICARO, pronunció unas palabras sobre el valor que tiene para una organización sin fines de lucro participar de una experiencia de este tipo. Además de poder beneficiarse de la profesionalidad de las empresas y llegar incluso a recibir aportes económicos para los proyectos sociales que se realizan, el valor más grande es poder compartir una experiencia que eduque en la gratuidad y en el valor que tiene para la persona arriesgarse a emprender proyectos y obras.

Hasta la necesidad última
Marius concluyó diciendo: «Tenemos mucha tarea por delante, y estamos juntos para ayudarnos en un trabajo que llega hasta la última concreción, hasta la necesidad última. Porque incluso la necesidad aparentemente más insignificante es siempre signo del gran deseo de significado que todos tenemos».
Tras degustar el plato navideño típico venezolano se contó con la presentación de un grupo musical, con aguinaldos y villancicos tradicionales de nuestra tierra.
Luego de este hermoso gesto y que reflejaba el trabajo de CdO y de la Asociación ICARO, constatamos una vez más que lo que acontece nos sorprende siempre yendo más allá de nuestras capacidades, de todo lo que imaginamos y planeamos. Fue una oportunidad de encuentro con una realidad de personas que comienza a tomar fuerza, entretejiendo una red de relaciones que nos ayuda en primer lugar a retomar el sentido mismo de nuestro trabajo.

El protagonista es la persona
Los que participaron en la cena expresaron de manera muy sincera el deseo de poder involucrarse en la CdO, porque reconocían una novedad que era útil en primer lugar para ellos y también para la sociedad y el país. Una experiencia como la CdO, vista en acto, pone en evidencia que el protagonista de la construcción de una sociedad es la persona y, a partir de allí, se puede construir una sociedad más justa.
Todos los que trabajamos en la organización del evento estamos sorprendidos frente a lo que sucedió y frente a nuestros amigos, que ante una propuesta se han adherido ayudando con un entusiasmo nunca visto, como comentaba Carlos: «Luego de la cena, me impresionó la cantidad de gente que se quedó ayudando a recoger todo; no estaba por sentado que nos quedáramos y a pesar del cansancio teníamos una fuerza que no era nuestra, que no podía ser nuestra».
Una cena así demuestra que empezamos a comprender que todo lo que hacemos parte de una gratuidad y que se puede trabajar por gratitud, para dar gracias por lo que somos y por lo que se nos ha dado. Sí, como dice Péguy «trabajar es orar».