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Huellas N.2, Febrero 2008

EDITORIAL

La aventura del conocimiento

Julián Carrón. Milán, 28 de enero de 2008

Proponemos como editorial la carta que Julián Carrón ha dirigido a todo el movimiento, después de la multitudinaria participación en el Angelus en la Plaza de San Pedro, el domingo siguiente a la renuncia de Benedicto XVI a acudir a la universidad de La Sapienza en Roma, y con ocasión del comienzo de la Escuela de comunidad sobre el libro de don Giussani ¿Se puede vivir así?

Queridos amigos:
El domingo 20 de enero muchos de nosotros acudimos, por un gesto espontáneo, como si surgiera de lo más íntimo del corazón, a la Plaza de San Pedro en señal de comunión con el Obispo de Roma, que por los hechos que todos conocéis había renunciado a participar en la inauguración del año académico de la Universidad “La Sapienza”, a la que había sido invitado. No cabe duda de que vuestra iniciativa ha sido fruto de la educación del Movimiento, que nos enseña a responder a las provocaciones de la realidad.
La prontitud en la respuesta es algo de lo que tenemos que dar gracias a Dios, porque es un signo de la incidencia que tiene sobre nosotros «esa forma de enseñanza a la que hemos sido confiados» (J. Ratzinger). En efecto, no hay otra explicación de esta movilización espontánea que no sea la conciencia del valor que la figura del Papa tiene para nuestra vida. En él el Señor resucitado comunica Su victoria en el tiempo y en el espacio de la historia humana. Sin el testimonio autorizado del Sucesor de Pedro estaríamos perdidos como muchos de nuestros contemporáneos: la audiencia del 24 de marzo del año pasado fue una imponente prueba de ello y marcará nuestra historia para siempre. Por eso, seguir al Papa coincide con secundar el impacto que provoca Su presencia. Y exige el compromiso de nuestra razón y nuestra libertad.
Lo hemos podido constatar cuando se ha publicado el discurso que Benedicto XVI no llegó a pronunciar en la universidad. En él resplandece esa «tarea de mantener despierta la sensibilidad por la verdad». Su testimonio inquebrantable fundamenta en nosotros la esperanza de no sucumbir al peligro, que acecha al mundo occidental y que el Santo Padre denuncia, de rendirse «ante la cuestión de la verdad», porque sabemos muy bien que «si la razón se hace sorda al gran mensaje que le viene de la fe cristiana y de su sabiduría, se seca como un árbol cuyas raíces no reciben ya las aguas que le dan vida». Y de ese modo la razón «pierde la valentía para la verdad» y se resigna.
Este gran testimonio del Santo Padre constituye para cada uno de nosotros una llamada excepcional a usar la razón de este modo. Nos lo ha ofrecido justo cuando comenzamos la Escuela de comunidad sobre el libro de don Giussani ¿Se puede vivir así?, cuyas primeras páginas tratan de la fe como “método de conocimiento”. Nosotros somos los primeros que sentimos la necesidad de una educación que nos permita conocer la realidad a fondo, somos los primeros que sentimos la urgencia de comenzar un camino de conocimiento a través del cual el Misterio llegue a sernos familiar. A tres años de su muerte, pedimos a don Giussani que siga acompañándonos en el camino que nos trazó.
Esa mirada abierta de par en par a la realidad que admiramos en el Papa podrá llegar a ser cada vez más nuestra siguiendo la propuesta que nos hace la Escuela de comunidad. Sólo recorriendo ese camino podemos conocer verdaderamente, a través del testigo, la realidad de la que nos habla la fe cristiana.
Esta pasión por la racionalidad de la fe nos resulta muy familiar porque don Giussani nunca hizo trampas con nosotros, animándonos a ir hacia la verdad de manera que nuestra adhesión a la fe fuera digna de nuestra naturaleza humana.
Unidos más que nunca en esta aventura.