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Huellas N.3, Marzo 2018

BREVES

La Historia

El interrogatorio de Hua
Caterina entra en la habitación. Ve a Hua sentada con las manos apretadas metidas entre las rodillas. El ambiente es luminoso, no como en las películas americanas. Los policías le piden que se siente al lado de la mujer y comienza el interrogatorio. El clima es distendido, pero Hua no quiere saber nada de colaborar. Caterina dejó de trabajar como intérprete a tiempo completo. Estudió Lenguas orientales y perfeccionó el chino durante cuatro años en Dongguan, al sur de China. Ahora enseña en los cursos que organiza el Ayuntamiento. Pero cuando la llaman del Palacio de Justicia, acepta con gusto: «Lo hago para que los chinos que viven aquí tengan alguien que les entienda».
Sin embargo, esta vez solo ha ido porque se lo han pedido insistentemente. Tenía que preparar las maletas para unas vacaciones en las islas Seychelles… A la primera llamada contestó que no podía, no tenía tiempo. Lo mismo a la segunda. A la tercera, cedió: «De acuerdo, voy». «No se preocupe, será breve», le dijeron. No sabía que Hua los tendría en danza dos días y medio.

LA HISTORIA DE ESTA MUJER ES CASI DE MANUAL. Cuenta que ha llegado a Europa con la promesa de un trabajo honesto. Descubre en seguida que la han engañado, está atrapada. El delito, no de Hua sino de sus torturadores, tiene un nombre concreto: explotación de la prostitución.
Ella tiene miedo, no se fía. Además, como descubrirá al cabo de unas horas, sus documentos son falsos, lo cual lo empeora todo. Caterina traduce sus respuestas evasivas pero, en un momento dado, se toma la libertad de decir: «Mira que aquí nadie te acusa, solo te queremos ayudar…».
El coloquio continúa y, mientras el policía redacta la declaración, Hua le pregunta a Caterina cómo es que sabe chino. «Lo estudié en la universidad, luego viví unos años en China». Y ella: «Claro, tú eres inteligente. Yo en cambio no estudié y mira cómo he acabado…».

CATERINA PIENSA EN SU EXPERIENCIA y en la mirada de sus amigos, que la aceptan a pesar de todos sus errores. Ese es el abrazo de Cristo para ella. Todos deberían poder sentirse mirados así.
Pide permiso para hablar un momento a solas con Hua. Luego, asegura, lo contará todo. «Tú podrías ser más inteligente que yo, ¿quién sabe? Yo solo he tenido buenas oportunidades. Quiero que sepas que aquí nadie te mira por lo que has hecho». Luego: «Estamos aquí para ayudarte, porque tú tienes un gran valor, tú eres una persona única e irrepetible».
La cara de la mujer se llena de sorpresa: «Nadie me ha hablado así nunca. Era como si estuviera en un bosque oscuro. Ahora empiezo a ver una salida…».
El interrogatorio acaba y Caterina vuelve de regreso a casa. Le esperan las maletas. Pero no sonríe por eso: «Mucho mejor que las Seychelles. Un encuentro así vale más que todas las vacaciones por estupendas que sean…».