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Huellas N.3, Marzo 2018

EXPOSICIÓN

Humanísimo Gaudenzio

Luca Fiore

Cuando se cumplen los 25 años de la muerte de Giovanni Testori, una exposición (en tres actos) sobre uno de los autores que más amó y estudió. El comisario, GIOVANNI AGOSTI, habla de dos hombres subversivos y de por qué la Historia del Arte «es la manera de contestar a la pregunta: ¿Qué hago yo aquí?»

Gaudenzio Ferrari es quizá el artista más amado y estudiado por Giovanni Testori. El escritor de Novate le dedica, en 1965, un libro inolvidable, El gran teatro montano. Un libro que revoluciona los estudios sobre el artista de la Valsesia y en particular sobre el Sacro Monte de Varallo, en Piamonte, el complejo de 41 capillas que, mediante la escultura y la pintura, permite sumergirse en episodios de la vida de Cristo. Un lugar mágico, nacido de la idea de un fraile, Bernardino Caimi, que en 1481 quiso ofrecer a los fieles la posibilidad de visitar los lugares de la vida de Jesús mientras Jerusalén estaba ocupada por los turcos.
Ha pasado mucho tiempo desde la publicación de ese libro y mucho han avanzado los estudios. Hoy, 25 años después de la desaparición de su patrocinador más importante (Testori muere el 16 de marzo de 1993), vuelven a encenderse los focos sobre el arte de Gaudenzio, esta vez bajo la dirección de un hombre muy distinto por historia y temperamento, Giovanni Agosti. Este profesor de Historia del Arte en la Universidad Estatal de Milán, entre muchas más cosas, lleva sobre sus espaldas una gran exposición sobre Mantegna en el Louvre. Ahora, junto con Jacopo Stoppa y bajo la supervisión de Gianni Romano, es comisario de El renacimiento de Gaudenzio Ferrari, una exposición que se inaugura el 23 de marzo en las tres ciudades donde el artista ha dejado sus obras maestras: Varallo Sesia, Vercelli y Novara. Hablar de Gaudenzio con Agosti significa hablar también de Testori. Y además es una buena ocasión para hacer algún balance.

¿Cómo está pensada la exposición?
Como se hacía antaño con las exposiciones monográficas. Queremos trazar un balance global del artista. Es la ocasión para comprobar fechas y atribuciones. La muestra se desarrolla en tres actos: la juventud en Varallo, la madurez en Vercelli y la etapa final en Novara. En cada localidad se indicarán ciertos recorridos para volver a mirar, bajo una nueva luz, las obras inmóviles situadas a pocos centenares de metros de las sedes expositivas. Recompondremos el Políptico de Santa Ana en Vercelli, que es la primera obra documentada de Gaudenzio, llevando las tablas de la Galería Sabauda de Turín y de la National Gallery de Londres. Otras obras llegarán desde EEUU, Budapest y el Louvre. Además, se ofrecerán comparaciones ilustres, bien elegidas, con Perugino y Bramantino.

¿Cuál es el espíritu de este trabajo?
Imposible prescindir de Testori. Pero él nunca hubiera querido ser momificado. Lo que hemos querido hacer no es una “puesta en limpio” de sus ideas, que fueron un escándalo en la historia de la crítica sobre Gaudenzio. Algunas has sido digeridas y compartidas, otras rechazadas por incorrectas. Pero se trata de ideas que nacen en un momento muy preciso del siglo XX, cuando era necesario defender el alcance de un autor al que, según Testori, el mismo Roberto Longhi consideraba entre «las cumbres humanamente absolutas».

¿A qué escandalo se refiere?
A la idea de que el Sacro Monte se pueda atribuir por entero a Gaudenzio. Hasta la mitad de los años Cincuenta, la crítica miraba con suficiencia sobre todo las esculturas. No las tomaba en serio. Testori hizo una operación subversiva diciendo que no: allí arquitectura, pintura y escultura son todas del maestro. La empresa funcionó solo en parte, porque todavía hoy Gaudenzio sigue sin entrar en los manuales de Historia del Arte y sin formar parte de la cultura media.

¿Cómo lo explica?
En parte por una decisión que antes había tomado el mismo Gaudenzio. En su momento él no se preocupó de que le apreciaran los literatos, en un momento en que la fama de un artista pasaba también por el aval de la palabra escrita. Lo mismo pasó con Mantegna y también con Miguel Ángel y Rafael. Es una cuenta que la historia pasa a los artistas incluso a siglos de distancia. El caso es que su problema no era alcanzar la fama. En él advierto un fuerte componente ético, una defensa de ciertas opciones figurativas que también son opciones de comportamiento.

Testori reconoce en Gaudenzio un alma popular, no elitista…
Piense en la dimensión coral de la Capilla V del Sacro Monte, la de la llegada de los Reyes Magos. ¿Qué artista italiano consigue representar una multitud donde hay de todo, señores y pobres, niños y perros, asnos y caballos? Fíjese en al rostro del Rey Mago de la derecha: es un campesino… Resulta claro que aquí también tiene su origen la poética de los “Scarrozzanti” testorianos*.

¿Qué es lo que cautiva a Testori?
Esta actitud tan humana, tan sensible. ¿Sería posible imaginar en Miguel Ángel ese niño que lleva en brazos a un perrito? ¡Imposible! Cosas así las habría juzgado buenas para los curas o las mujeres. En Guadenzio, en cambio, encontramos una humanidad que te enamora.

¿Ha cambiado hoy el modo de hacer Historia del Arte con respecto a los tiempos de El gran teatro montano?
Cuando escribe para la exposición de 1956, Testori tiene 33 años y una libertad y un atrevimiento que ahora no podemos permitirnos. Él resolvía las obras con fichas de diez líneas. Impensable para nosotros, que nos planteamos preguntas nuevas. ¿A cuántas restauraciones se sometió una talla? ¿En qué muestras se expuso? ¿Cuándo se fotografió por primera vez? La nuestra es una exposición popular, pero sin renunciar al rigor proprio de la materia específica. Después de Roberto Longhi y de la trayectoria de Francis Haskell, el objeto del arte sugiere nuevos interrogantes que no son menos urgentes, intensos y profundos que los de Testori.

Al poco de morir Testori, usted escribía en un artículo en Il Manifesto que había aprendido de él que «la Historia del Arte no debe agotarse en una investigación filológica, sino que debe llevar al esclarecimiento de las razones expresivas».
La Historia del Arte para mí es la manera de contestar a la pregunta: ¿Qué hago yo aquí? ¿Por qué el Padre Eterno me hizo nacer en este momento y en este lugar? Se trata de un tipo de investigación que puede parecer ferozmente erudita, absurdamente documental, pero que es una forma de autoconciencia. Es la tortuosa vía que nos lleva a esclarecer nuestras propias razones expresivas, una especie de descenso dentro de uno mismo. Es lo que trato de comunicar a mis alumnos.

También escribía que «después del acercamiento de Testori a Comunión y Liberación se había vuelto más difícil hablar de él». ¿Ahora resulta más fácil?
Enormemente. Hablar de ciertas cosas a los jóvenes es como hablarles de los antiguos romanos. Cuando yo decía que Testori se puede entender en paralelo con Pasolini, parecía una herejía. Hoy todos lo piensan. Pero cuando vivía, expresar un juicio positivo sobre él, al menos en los ambientes que frecuentaba yo, te creaba problemas. Fue lo que me pasó a mí.

¿Qué ha cambiado desde entonces?
El paso del tiempo permite ver en perspectiva, para bien y para mal redimensiona ciertas cosas. Además hoy CL no parece lo mismo que entonces, cuando lo considerábamos un monolito determinado por sus opciones políticas, que Testori también parecía compartir. Además, con el paso del tiempo, cada uno ha comprobado, y yo lo he hecho como profesor en la universidad, la tensión que viven muchos jóvenes que pertenecen a vuestro movimiento. También ha cambiado el pensamiento sobre uno de los puntos cruciales de la existencia de Testori, que es la homosexualidad. Para los jóvenes hoy es algo menos trágico, lo cual no significa que tampoco se oculte ahí la carcoma del consumismo… Ha menguado la dimensión escandalosa de Testori. Esto en algunos casos es una suerte, en otros una pena, porque necesitaríamos todavía alguna buena sacudida. Pero verdaderas sacudidas como las suyas, y no provocaciones inútiles que no tienen más finalidad que provocar. Si queremos llevar adelante su lección, su relación con la vida, nosotros debemos tratar de actuar de otra manera, tratar de abrir otros caminos que sean igualmente valientes, sin ceder al conformismo dominante. En donde el escándalo sea de otro tipo, quizás en formas menos ostensibles.

*Un elemento importante de la escritura testoriana es la utilización de un lenguaje original creado a partir de la fusión del dialecto lombardo con elementos de la lengua francesa e inglesa. Son importantes en este sentido las tres obras teatrales que integran la Trilogia degli Scarrozzanti sobre Hamlet (1972), Macbeth (1974) y Edipo (1977).

TESTORI Y GAUDENZIO
Giovanni Testori (Novate 1923- Milán 1993) fue escritor, dramaturgo, pintor, crítico de arte, director de teatro y uno de los intelectuales italianos más importantes del siglo XX. En su amplia producción, ocupan un lugar central los estudios sobre el arte lombardo: Giovanni Martino Spanzotti y los frescos de Ivrea (1958), El gran teatro montano (1965) e Il Seicento lombardo (1973). En la última parte de su vida conoce a un grupo de jóvenes universitarios de CL y estrecha una profunda amistad con don Giussani y el Meeting de Rímini.