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Huellas N.11, Diciembre 2017

PRIMER PLANO

Secundando una invitacion...

Alessandra Stoppa

Lo que pasó en Bucarest durante la Jornada Mundial de los Pobres, movidos por la sorpresa por el mensaje del Papa

«Los pobres no necesitan nuestra ayuda». Pocas palabras, pronunciadas al final del día por sor Leticia, misionera de la Caridad. «Los pobres necesitan nuestra conversión». Simona la escucha y piensa en todo lo que ha pasado durante el día, mientras escucha repetir la regla que la madre Teresa recordaba a los poderosos del mundo, mostrando con los cinco dedos todo el Evangelio: yo lo hago por Jesús.
Bucarest, Rumania. Ya es de noche y las hermanas misioneras han abierto su capilla para rezar y dar gracias a Dios por la Jornada Mundial de los Pobres, en la que se han reunido los movimientos y asociaciones eclesiales. Todo empezó por el deseo de Simona al leer el mensaje del Papa Francisco para la Jornada del 19 de noviembre. Esa invitación radical y sin retórica le llegó al alma. «Me provocó mucho acerca de cómo estoy con las personas, siempre preocupada por el hacer…».
Simona Carobene es la directora de “Protagonistas en la educación”, una ong nacida en 1996 gracias a la amistad con algunos voluntarios de AVSI y crecida a la sombra del carisma de don Giussani. Se encarga de los proyectos en Bucarest, Cluj y Cojasca, trabajando con familias marginales, por ejemplo los zíngaros que viven en un vertedero, con niños, minusválidos y enfermos de SIDA.
Dedica su vida a los mil rostros de la pobreza desde hace muchos años. Pero el mensaje del Papa le llega como un soplo de aire fresco. Lo da a leer a sus amigos, a los compañeros de trabajo, a los miembros del Consejo de Administración de la ong… En Rumania, de momento, no hay una iniciativa como la Jornada anual de recogida de alimentos, ni campañas de Navidad como las de AVSI y CESAL, pero su deseo de responder al llamamiento del Papa no se detiene.
A Simona le llama la atención el deseo del Papa de que la Jornada Mundial de los Pobres «establezca una tradición que sea una contribución concreta a la evangelización en el mundo contemporáneo».

El origen del hacer. Así que comparte el mensaje con otros movimientos y asociaciones eclesiales. Muchos se implican: Cáritas, Acción Católica, el movimiento de los carmelitas, las hermanas de la Madre Teresa y otras realidades. Se juntan para preparar un gesto comunitario para la Jornada y entregan su propuesta al obispo de Bucarest, Ioan Robu. Este, sorprendido por la iniciativa, se implica también en primera persona y, con él, el Nuncio, monseñor Miguel Maury Buendía, que decide pasar el día de su cumpleaños con ellos y con los pobres.
Con el paso de los días, Simona se nota cansada y preocupada por la gestión de la iniciativa: el hacer había prevalecido sobre su asombro inicial. «Me di cuenta en la Jornada de apertura de curso. Me volvía a la cabeza, una y otra vez, ese “pero al comienzo no fue así”. Volví a considerar las palabras del Papa, que ni siquiera recordaba bien. Entonces, simplemente, me puse a secundar nuestro método: retomé ese discurso que había dejado guardado en un cajón, volví a leerlo, a escuchar. Otra vez me vi provocada, sacudida».
Llega el 19 de noviembre. Por la mañana, participan juntos en la misa con el obispo en la catedral, llevando al altar como ofrendas una cesta de comida, una manta y una Biblia. «Durante la homilía, nuestro obispo nos ayudó a fijarnos en los puntos más importantes del mensaje del Papa». Luego, unas cien personas, compartieron juntos una comida. «Entonces pasó algo que sobrepasó nuestras expectativas», continúa Simona. «Los pobres nos hicieron un regalo inmenso: la experiencia de la unidad de la Iglesia». Los jesuitas, las hermanas franciscanas, la asociación Juan XXIII, Cáritas, la Orden de Malta... «Aunque nos conocemos desde hace tiempo, nunca nos habíamos juntado así. Cada uno fue contando su origen y su experiencia».

Entre edificios decadentes. Después de la sobremesa, se desplazan todos a Ferentari, uno de los barrios más pobres y peligrosos de Bucarest, donde viven las hermanas de la Madre Teresa. Allí van a la parroquia donde el párroco ha compartido el almuerzo con unos 50 pobres y el Nuncio apostólico, y ahora están celebrando su cumpleaños. Entre edificios grises y decadentes, la gente le ha preparado un regalo (comida y una manta también para él), cantan y bailan, luego todos por la calle a jugar con los más pequeños.
«Estuvieron también 10 amigos de la Juan XXIII, llegados de Italia para la ocasión», apostilla Simona, que se fija en la gratuidad de quien ha acudido a la cita, en la alegría de los niños, en esa pequeña grey de Cristo, Rey de los pobres, como enseña el Papa, la atención del Nuncio y un sinfín de detalles... Se fija en toda esa sencilla belleza que «ni siquiera podíamos pensar en crear nosotros. Dios mismo la estaba creando». Algo tan bello hace brotar el deseo de seguir viéndose en otras ocasiones. Solo así la Jornada Mundial de los Pobres se puede convertir en una «tradición».