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Huellas N.10, Noviembre 2017

BREVES

La Historia

El suspenso de Giuditta
En el laboratorio, Annalisa apaga el ordenador, echa un vistazo al móvil que justo en este momento se ilumina. Reconoce en seguida la imagen del perfil de WhatsApp: es Giuditta. Lo abre. «Querida profe…». Annalisa se para. Se quita las gafas y piensa en lo que ha pasado en estos meses con su alumna.
10 de junio. Delante de las notas, Giuditta lee “suspenso en alemán”. Lo cual significa estudiar en verano para recuperar en septiembre. Ergo, vacaciones estropeadas. Una voz a sus espaldas: «¿Has visto qué regalito te ha hecho tu profe?». Se da la vuelta: «Vete a la porra». Se queda con “aquel regalo” que no se esperaba. Vale, ando muy escasa, pero… Agarra el móvil y envía un WhatsApp: «Profe, no pensé que me suspendería. Me ha sentado fatal». Pocos minutos y el teléfono se ilumina: «Me gustaría verte para explicarte por qué y darte algunas sugerencias para tu estudio. ¿Podemos vernos mañana por la tarde en la pastelería delante del instituto?». Tampoco se esperaba esto Giuditta. «Ok. A las tres».

Annalisa llega con adelanto a la cita. Se había quedado triste con aquel mensaje de Giuditta, porque con ella se había creado una buena relación. Le había hablado de la relación con sus padres y de las dificultades que tenía con algunos compañeros. Si pasaba algo en clase, le bastaba mirarla para entender si los chicos hablaban en serio o era solo un pretexto para perder el tiempo. Annalisa le había pedido incluso su móvil. Por lo que se refiere al suspenso… «Buenos días, profe». La alumna está allí, de pie. «Hola. Siéntate, por favor. ¿Tomas algo?». «Una coca cola». Su tono seco no es buena señal. Annalisa con calma continúa: «Quería explicarte el porqué del suspenso…». «Todos los años llego a un aprobado pelado. Pero este año ha decidido estropearme las vacaciones». «En los primeros dos cursos compensabas el examen escrito con el oral. Era suficiente. Pero en tercero, el examen escrito cobra mayor importancia y, a la fuerza, han aparecido dificultades gramaticales y sintácticas. No te he suspendido para castigarte, sino para que te ejercites a fondo para afrontar el cuarto curso como es debido. Para que en cuarto disfrutes de la literatura alemana, que es extraordinaria...». Giuditta sonríe: «Me cuesta mucho. Tampoco sé cómo prepararme para el examen de septiembre…». Annalisa saca de su mochila un taco de hojas. «Aquí tienes el material que te he preparado. Además, podrías leer algún libro en alemán. Yo te presto uno. Vamos a ver, ¿de verdad te he estropeado el verano?». Giuditta se levanta y le da un abrazo. «¡Será un verano sorpresa! Gracias profe».

También es una sorpresa el examen en septiembre: por primera vez, un notable. «Es realmente una estudiante lista», piensa en voz alta Annalisa. Vuelve a ponerse las gafas y sigue leyendo el WhatsApp: «Querida profe, solo quería darle las gracias por el suspenso (¡increíble!). En estos tres años me he sentido acompañada y valorada, pero con el suspenso se me vino abajo el castillo. Cuando me pidió que quedáramos para que me explicara, me quedé sorprendida. Cuando nos vimos, comprendí que usted tiene una mirada positiva sobre mí. Profe, yo quiero entender qué hay detrás de sus ojos. ¿Qué es lo que le llena la mirada todas las mañana cuando nos ve en clase? ¿Y qué es lo que la mantiene tan joven a las puertas de la jubilación? ¿Qué le parece, quiere contármelo algún día?». Esta vez es Annalisa la que se queda muy sorprendida. Responde inmediatamente. «¿Café y bollo en la misma pastelería este jueves?». «¡Allí estaré!».