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Huellas N.10, Noviembre 2017

PRIMER PLANO

En la ONU. «Aquí se está hablando del diálogo último»

J.M.

El sociólogo AMITAI ETZIONI, entre los ponentes de Nueva York: «Uno de los libros más emocionantes, porque se sale continuamente de los límites»

«He tenido el lujo, o el privilegio, de dedicar mi vida a la lectura y a la escritura. Ahora ni siquiera tengo ya que dar clase, aunque me gustaba mucho. Así que me levanto por la mañana y leo y escribo a veces hasta la noche… Pues bien, tengo que decir que este es uno de los libros más emocionantes que he leído en mucho tiempo. Es claro, original, equilibrado. Y abre muchas cuestiones».
Amitai Etzioni, 88 años, judío, alemán de nacimiento y americano de adopción, es un sociólogo de fama, autor de libros como The limits of privacy y Moral dimensión. Pero también es uno de los ponentes que participaron en la presentación de Disarming beauty en la ONU el pasado 13 de octubre. En el texto, y en el hecho de haberlo llevado a Norteamérica, ve «un gran coraje. No sé si llegará a alcanzar a mucha gente, precisamente por la riqueza de su contenido. Pero haría falta un seminario de seis meses sobre el tema, porque se habla de cuestiones muy profundas. Carrón usa un lenguaje típicamente cristiano y europeo, sí, pero se sale continuamente de esos límites. Es un libro que habla a todos».

En su intervención ha citado mucho el tema del diálogo, ¿por qué le ha llamado tanto la atención?
He leído a Martin Buber, que me ha permitido comprender que los monólogos son inútiles. Solo sirve el diálogo… Aquí uno de los aspectos más interesantes es que el diálogo último no es con otra persona, sino con Dios. Y me llama la atención. Estoy a punto de publicar un ensayo sobre lo que yo llamo “diálogos morales”, que veo suceder no solo a nivel nacional sino también internacional.

¿Qué entiende por “diálogos morales”?
Le pongo un ejemplo. Si pensamos en 1950, nadie sentía una obligación moral con respecto a la Madre Tierra. No era algo que formara parte de nuestro vocabulario, y la gente se sentía libre de tirar cualquier cosa por la ventana, a los ríos o a los lagos. Hoy hasta los capitalistas reconocen que es necesaria una gestión sostenible por parte de todos. En resumen, es algo que afecta a la tensión que existe entre nuestra singularidad individual y nuestras obligaciones respecto al bien común. Creo que podemos caernos del caballo por ambos lados. En Singapur, por ejemplo, el individuo es tratado como una célula orgánica dentro de un cuerpo más grande y no existe ningún espacio para la autonomía. Sencillamente cada uno debe contribuir al bien común y cerrar el pico. Al otro lado tenemos el individualismo libertario: haz todo lo que puedas por llegar a ser el número uno y que nadie te importe. Este tipo de diálogo se inserta en la tensión entre estos dos polos.

En sus textos, usted habla de personas que «hacen cosas por obligación, otras que las hacen por dinero, y otras que hacen lo que desean». Suena muy cercano a lo que afirma Carrón sobre la necesidad de un atractivo, una fascinación, para que pueda nacer una actitud «moral»…
Bueno, sobre esto no estoy del todo de acuerdo. Creo que las tres religiones abrahámicas, y en el fondo también las ciencias sociales, nos hablan de algo que yo llamo “inquietud moral”. En nosotros habitan un “yo” corrupto y otro más noble que luchan entre sí. Nunca conseguiremos dominar nuestro “yo” corrupto, pero podemos acercarnos.

¿Y cómo entra ahí el “diálogo con Dios”?
Buber distingue entre “Tú y yo” y “esto y yo”. Para él, el Tú es el Dios persona, pero luego sigue diciendo que es como todos los ríos que terminan en un único mar, donde el mar es Dios. Por tanto, de lo que estamos hablando a fin de cuentas es de nuestra relación con Dios. Hay algo –mis amigos liberales se ponen histéricos cuando lo digo– que nos atrae hacia la divinidad. En el fondo, Disarming Beauty habla de esto. Y me llama la atención.