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Huellas N.10, Noviembre 2017

EDITORIAL

En el corazón del Imperio

Vale la pena contar la reciente gira de presentaciones de Disarming Beauty en EEUU y Canadá. En estos siete eventos en ocho días, con cincuenta mil kilómetros de vuelos y muchos mundos distintos en diálogo con Julián Carrón, autor del libro y guía de CL, ha pasado algo que en absoluto podemos dar por descontado.
El primer dato evidente es que volver a la belleza desarmada de la fe, a la propuesta de un cristianismo que no cuenta con ningún arma para conquistar la libertad del otro más que la fuerza intrínseca del atractivo de Jesucristo, ejerce una inconfundible correspondencia con el corazón de cualquier hombre, es algo que de verdad puede interesar a todos: filósofos ateos e intelectuales musulmanes, sociólogos judíos y film-maker baptistas… Y gente común de cualquier extracción y contexto social. Llama la atención lo que ha sucedido en EEUU, un país que por historia y naturaleza ofrece realmente una muestra completa de lo humano.
Sigue siendo “el corazón del Imperio”, aunque un poco cansado. Ciertamente la imagen más parecida al antiguo Imperio en donde irrumpió la novedad del cristianismo. Aunque la diferencia estriba en que este es un imperio postcristiano, un universo que ya ha conocido, asimilado e interpretado el cristianismo de muchas maneras. Hasta reducirlo muchas veces a lo que no es: una hermosa doctrina moral, un conjunto de valores buenos y justos que hay que defender en las barricadas en un mundo que va en dirección opuesta.

Acontecimiento o doctrina. Un evento que acontece y, aconteciendo, cambia al hombre y a su forma de vivir; o un ideal ético que se pretende resucitar simplemente estudiando, formándose, defendiendo lo que queda. En el reportaje en Primer Plano emerge continuamente esta alternativa. Se trata de una diferencia que rompe la baraja, al ver que quienes reciben con mayor sorpresa la propuesta de la Belleza desarmada resultan ser precisamente los que a primera vista parecen los más alejados de una tradición e historia cristiana.
Ante esta alternativa nos vemos retados cada día: podemos mirarnos a partir de la sorpresa de la belleza de Cristo que se manifiesta cuando y como quiere (por ejemplo en la vida de un sacerdote mejicano o en el diálogo con los amigos de Cataluña que publicamos en este número), o quedarnos en los límites de una posesión cansada, pensando que solo tenemos que explicarlo mejor o esperar que “los demás” entiendan… ¿Qué necesitamos de verdad todos, en el corazón del Imperio o en las periferias del mundo? ¿Qué necesitamos para tejer nuestra convivencia dañada, en nuestros hogares y en nuestro país?