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Huellas N.8, Septiembre 2017

PRIMER PLANO / Meeting de Rímini

Un curioso entrelazarse de pertenencia y creatividad

Massimo Bernardini

Siempre me he preguntado por qué don Giussani valoraba tanto la canción en aquella mitad de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, cuando su genialidad educativa daba sus primeros pasos entre la juventud milanesa. Ciertamente no formaban parte de sus preferencias, ni de “herencias musicales” recibidas. Entonces ¿por qué, junto a la pasión por la gran música, utilizó pedagógicamente también las canciones?
Los que le hemos conocido siempre nos hemos asombrado por el respeto absoluto que tenía hacia el otro, hacia la sensibilidad ajena, hacia su libertad y expresividad. Creo que lo que le acercó a la canción y, más aún, ejerció sobre él una suerte de mayéutica, fue encontrarse por sorpresa con dos chavales del liceo que con sus composiciones interpretaban, e incluso incrementaban, el camino de GS. Me refiero a Adriana Mascagni y Claudio Chieffo.

A los diez años de la muerte de Chieffo, que consideramos como uno de los “padres” de los que volver a ganarnos la herencia, el Meeting ha hospedado una muestra sobre su historia. Así la hipótesis de un Giussani cazatalentos sui generis, vista a través de los numerosos documentos que la familia ha puesto a disposición, toma forma de manera sorprendente. Chieffo, lo entiendes viendo la intensidad de ciertas fotos o la dramaticidad de ciertas consideraciones sobre el nexo entre lo que estaba viviendo y las canciones que nacían, vivió toda su trayectoria artística como una tarea especial. Fue un don inesperado que le obligó a pasar de ser un generoso entretenedor de su tierra, la Romaña, a un artista, en cierto sentido todavía por analizar y descubrir. En el fondo, aunque impulsado por preocupaciones muy diferentes, el trabajo crítico más vertiginoso sobre sus canciones lo ha realizado hasta ahora sobre todo don Giussani.
La muestra ha sido un primer paso para entender que el recóndito nexo entre pertenencia y trabajo creativo ha hecho de Chieffo uno de los grandes cantautores italianos del siglo XX. Lo ha confirmado la participación conmovida e intensa de la multitud que ha abarrotado ese extraño espacio con forma de guitarra de la exposición en el Meeting.
La calidad de tan numerosa participación, como atestiguan los mensajes dejados en el tablón, era la de un pueblo agradecido a su cantor, al intérprete de las preguntas más secretas, de los descubrimientos más decisivos, de las alegrías más duraderas. En su lenguaje conciso, agudo, nunca verboso, a la moda o autorreferencial, Chieffo construyó un patrimonio importante y realmente popular, fruto, y a la vez instrumento, de un misterioso y vastísimo consenso. El Meeting ha empezado, el resto de la cultura italiana debe hacer lo siguiente, tributándole el justo reconocimiento que objetivamente hasta ahora ha faltado.